Otra vuelta de tuerca es un clásico de Henry James catalogado en muchas ocasiones dentro del género de terror aunque, si bien es cierto que tiene sus buenas dosis de fantasmas y elementos góticos, juega en todo momento con la ambigüedad acerca de la salud mental de la protagonista. Como se trata de un relato que leí por primera vez hace más de una década, me apetecía mucho volver a adentrarme en esta historia de apariciones en una mansión rural que pretende despistar al lector. Te cuento mis impresiones tras esta nueva relectura.
Poco nuevo puede decirse de la trama de Otra vuelta de tuerca, tan conocida por los lectores acostumbrados a zambullirse en los grandes clásicos de la literatura y en las novelas de fantasmas: Una joven institutriz acepta el encargo de un misterioso hombre de cuidar y educar a dos niños en una mansión de campo. La muchacha no tarda en darse cuenta horrorizada de que los infantes parecen estar recibiendo la visita de un hombre y una mujer (antiguos preceptores de los chicos), que murieron trágicamente hace ya un tiempo y que ella misma percibe, ya sea observando a través de las ventanas, desde un torreón de la mansión, o acechando en las escaleras. Convencida de que estos espíritus tienen demoníacas intenciones para con los pequeños, decide protegerlos de este mal hasta el final. Sin embargo, el lector nunca llega a tener claro si estas espectrales apariciones son reales o producto de la imaginación de la protagonista, ya que en ningún momento el resto de personajes que aparecen en el libro (los niños y el ama de llaves), afirman estar viendo nada sobrenatural, logrando así el autor recurrir en todo momento a una ambigüedad entre terror y psicología que mantendrá hasta las últimas líneas de Otra vuelta de tuerca. De hecho, el propio título de la obra ya está sugiriendo que hay algo más de lo que se nos presenta, ya sea un giro de más en el ámbito de lo sobrenatural o bien una pasada de rosca en la mente posiblemente perturbada de la narradora.
Lo que es innegable es que Henry James consigue poner en tensión al lector con la descripción de estas apariciones y el horror que le causan a la institutriz, así como puede atribuírsele el hecho de aportar una novedad (en la época) a la literatura gótica al recurrir al elemento infantil como nexo de unión entre el mundo real y el de los fantasmas, algo que hoy en día se explota con asiduidad en el género de terror. Con una extensión breve y una narración fluida, Otra vuelta de tuerca se lee en poco tiempo y es una obra que no debe faltar en la biblioteca de ningún lector. Y es que, para entender bien la literatura actual, nunca está de más beber de las fuentes de sus comienzos en todos los géneros.
Al final, ya seas partícipe de la teoría de los fantasmas o de la hipótesis de que todo está en la mente enferma de la protagonista, seguro que disfrutarás de la lectura de este clásico por primera vez y siempre que decidas releerla. Y eso es lo realmente importante.
