El auténtico Piranesi fue un dibujante que basaba sus bocetos en todo aquello que era imposible de representar o sencillamente, que no existía en la realidad. No le interesaban las proporciones ni la lógica, sino la belleza en su estado más puro.
Siglos más tarde, la escritora Susanna Clarke llegó a su obra y quedó fascinada por la portentosa imaginación del pintor. Tenía todavía recientes las descripciones que Jorge Luis Borges hacía de continentes, palacios lejanos, edificios imposibles y bibliotecas. De modo que juntó ambas inspiraciones y escribió la novela que hoy nos ocupa, Piranesi (Editorial Salamandra).Entre su anterior novela y esta pasaron catorce años de bloqueo creador. Y Susana reunió fuerzas para crear un universo único, en lo que más que la arquitectura, que también tiene un papel preponderante, lo más importante es el comportamiento de un hombre frente a la soledad.
Y es que Piranesi es un hombre que habita la Casa, una construcción megalítica llena de salas que a su vez están repletas de estatuas. La parte inferior de la estructura está en contacto con el mar, por lo que cada cierto tiempo se producen inundaciones. Piranesi lleva un cuidadoso diario donde registra la ubicación de estas salas para no perderse, un calendario de mareas y cualquier novedad que ocurra en el interior de esa amplia prisión de mármol, como la llegada de aves marinas.Su único contacto humano se reduce a los martes y los viernes, cuando aparece en la Casa una persona a la que denomina el Otro. Conversan brevemente e intercambian información. También hay unos esqueletos humanos, a los que Piranesi lleva nenúfares y otras ofrendas votivas.
Con estos pocos elementos, Susanna Clarke es capaz de levantar una novela deliciosa, con unos toques fantásticos y oníricos. Poco a poco el protagonista comienza a desconfiar de su memoria, porque sus diarios contienen anotaciones sobre hechos que él no recuerda. ¿Cómo puede ser posible? Merece la pena haber esperado tantos años y aunque no llega a la extensión de Jonathan Strange & Mr. Norrell, nos deja sumidos en una sensación muy agradable y es una lectura que engancha desde los primeros párrafos.