Reseña de «Sandman Vol.03: País de sueños» de Neil Gaiman: Un paréntesis en forma de 4 relatos

Llega el momento de volver a soñar, esta vez sumergiéndonos de lleno en Sandman Vol.03: País de sueños, el tercer arco argumental de la serie de cómics  Sandman, de Neil Gaiman. Ya conocemos a Sueño, y a varios de los eternos, pero, como queremos saber más, Gaiman nos brinda la oportunidad de profundizar un poco más en los dones o capacidades de estos dioses a través  de 4 relatos que nos muestran el poder del sueño y de la muerte. Un tomo breve que, sin embargo, no tiene desperdicio.

Como a estas alturas ya sabrás en qué consiste la temática de la serie Sandman, y otros aspectos como el estilo artístico, etc. (si no es así, siempre puedes echar un vistazo a mis entradas en este blog de Sandman Vol.01 y Sandman Vol.02), lo mejor será que en esta reseña te muestre un poco de qué va cada uno de los fantásticos capítulos que componen esta tercera entrega:

Sandman Vol.03: País de sueños abre, después de un interesantísimo prólogo, con el relato Calíope,   una historia en la que un escritor sin ideas para su próxima novela consigue encerrar a una musa del Olimpo, y obligarla a servirle de inspiración para un sinfín de libros que le catapultan  al éxito. Pero la jugada no le sale nada bien a este escritor de pacotilla, porque, con el paso de los años, acaba teniéndoselas que ver con el mismísimo Morfeo, quien clama venganza contra el mortal que ha retenido y humillado a su antiguo amor. Así, con un imaginativo castigo muy traído al cuento, este genial y oscuro capítulo pone a cada uno en su sitio y deja al lector teniendo un poquito más claro cómo es este eterno.

A continuación, nos topamos con otra maravilla: El sueño de un millar de gatos, una especie de fábula que nos enseña que, según cuenta una gata siamesa en una concurrida reunión de felinos, antiguamente eran los gatos quienes cazaban y dominaban al ser humano, aprovechando su enorme tamaño,  pero que esto cambió cuando las personas descubrieron el poder del mundo onírico y se pusieron de acuerdo para, soñando, revertir esta situación. Así que… ¿por qué no podrían hacer los gatos lo mismo? Lo más destacado de esta historia es que Morfeo aparece representado como un gran felino negro, dando a entender que, en su reino, también tienen cabida otras criaturas además del ser humano. Una historia terrorífica que invita a mirar con suspicacia a nuestros amados e ¿inocentes? gatitos. 

El título del tercer cuento: El sueño de una noche de verano, lo dice todo. Y es que ya vimos anteriormente a Sueño muy interesado  en un joven Shakespeare con quien, al parecer, acabó haciendo un trato. Así que Gaiman se toma la licencia de tomar prestado a este personaje histórico real que recibe la ayuda de Morfeo para soñar las mejores piezas teatrales, a cambio de representar tres obras para el eterno, cuando éste lo decida. Ni corto ni perezoso, un buen día Sueño se lleva a los fantásticos seres que inspiraron El sueño de  una noche de verano  a ver una representación de la misma. Una mezcolanza de elementos oníricos y reales que da mucho juego en este capítulo.

Por último, llegamos a Fachada, la historia que menos me ha gustado a pesar de estar protagonizada por Muerte, mi segunda eterna preferida después de Sueño. Aquí, Gaiman vuelve a intentar meter elementos de superhéroes del universo DC en sus cómics rescatando a su personaje Elemental Girl, una criatura deforme que quiere tener la apariencia de una mujer normal, y que desea morir a toda costa, pero cuya condición de inmortal no se lo permite. Así que recibe una visita de Muerte. Este capítulo pierde un poco el tono oscuro del resto del tomo y su trama me ha llamado menos la atención, pero sigue teniendo su importancia en la obra general.

Así, plagados de fantasía, datos históricos, mitología, guiños y curiosidades, van pasando los 4 capítulos que componen este tercer volumen, el cual puedes leer de manera independiente si quieres, o incluso leer sólo un relato sin pararte en los demás. Aunque yo recomiendo empezar desde el principio y disfrutar los cómics de Sandman con todas las de la ley. Afortunadamente, a mí todavía me queda mucho por soñar de la mano de Gaiman, Morfeo y compañía…