Es difícil describir un libro tan especial e intenso como Sanguínea. Es flujo de conciencia, es autoficción, tiene algo de biográfico, etc. La protagonista es una mujer que desliza sobre unos patines. Va a buscar a su amante a una cueva, sale a beber, se encuentra con su marido, de quien está a punto de divorciarse, regresa a la cueva, etc.
Entre un exceso y otro, se desarrolla la existencia. Las ganas de amar y de ser amado. La búsqueda de sensaciones extremas, en forma de violencia. Es un libro corpóreo, donde se da mucha importancia a todo lo que siente el cuerpo y su relación con la mente. Hay mucha sangre, mucho dolor y muchas ganas de sentirse viva a través del dolor.
El libro está claramente diferenciado en dos bloques: el primero, lleno de locura, de borrachera, de excesos. Después habrá un hecho que pondrá las cosas en su sitio, y que hará que la protagonista tome un vuelo a España y se asiente en un pueblo de la Sierra.
La sangre juega un papel muy importante en la novela. Los golpes que sangran, la menstruación, todo son símbolos de una vida llevada al límite, del abandono, del erotismo del entorno. Gabriela Ponce es directora teatral y eso se nota a la hora de crear imágenes vibrantes y poderosas, que se clavan en la imaginación del lector.
Gracias a la editorial Candaya por el ejemplar. Podéis ver en su página web todo lo relacionado con esta autora especial a la que no hay que perder de vista.