Contrariamente a lo que puede parecer por el título, Tierra fresca de su tumba (Editorial Candaya) no es un libro morboso ni desagradable. Es un conjunto de relatos en los que la realidad roza lo extraño. Imperan los elementos fantásticos y distópicos, lo que le da unidad al conjunto y a la vez cierto aire onírico, como si contempláramos estos cuentos desde una perspectiva lejana y nebulosa.
En sus relatos aparecen pescadores que cruzan el mar hacia otros lugares; niñas que buscan la belleza en la música gospel; mujeres con demencia y el corazón roto; ancianas japonesas que no paran de excavar en el jardín; personas que se visten con pieles de animales para recuperar su lado más salvaje, etc.
Al igual que ahora mismo se está produciendo la corriente del gótico mexicano, con narradoras como Silvia Moreno-García, este conjunto de cuentos se ha denominado gótico boliviano. Es decir, si dejamos aparte las etiquetas, no es más que la actualización necesaria del gótico de toda la vida por parte de mujeres que llevan a cabo una revisión incorporando otro tipo de miedos, como la maternidad.
Lo verdaderamente original de esta autora es su capacidad de hacernos mirar el mundo que nos rodea con otros ojos mezclando ciencia ficción, relatos de culturas antiguas, y el género de terror. Si os gustan los personajes sólidos, la creación de atmósferas bien definidas y, en definitiva, la poesía del horror, no dejéis pasar a una de las voces narrativas más potentes.