Portada del libro
« ¿Qué espero con el tercer libro publicado? Llegar a la gente, nada más.» Así concluye la entrevista realizada a Ramiro Lapiedra por parte de la Editorial Luhu. Al menos, conmigo, su objetivo se ha cumplido. Un libro que a priori nunca me hubiese acercado a él por mis propias preferencias como lector, pero que tras su lectura me lamento de haber prejuzgado. Pues sí, caí de nuevo en los llamados prejuicios al leer la sinopsis y el nombre del autor.
El arte de la Autodestrucción es un libro psicológico y emocional autobiográfico poco convencional que te hace reflexionar sobre la crudeza y el poder de las adicciones sobre la mente y el cuerpo del ser humano. Y no hablo simplemente del alcohol o la coca, sino los problemas que pueden suponer la adicción al sexo o la certeza alimentada y continuada de tu propia destrucción físico-mental. Sin duda, algo a destacar de los relatos de Ramiro Lapiedra es su sinceridad que une a una narración sin tapujos y sin cortesías; un aspecto que el lector agradecerá a lo largo de las doscientas cincuenta y dos páginas aunque a veces resulten ciertas escenas hasta vomitivas. Es de valorar que el autor se haya abierto en canal recordando vivencias incómodas y relatando determinados temas que quizás no haya superado todavía. Un libro que no busca la polémica, simplemente ser leído.
Poco a poco el lector consigue empatizar con el protagonista, el propio Ramiro Lapiedra, a causa de la sentimentalidad, crudeza y realidad de su vida, siendo uno de los puntos clave de la historia. Por ejemplo, el autor muestra su lado más sentimental en el relato “Recuerdos: Infancia, adolescencia, familia” narrando su época de estudiante, los pilares en su familia y sus inicios de líos de faldas o el amor que siente hacia su esposa; pero también podemos ver su lado más reivindicativo criticando la absoluta falta de infraestructura del cine X cuyos guiones son realmente malos, la hipocresía de la televisión actual o incluso opina sobre una nueva generación de actores españoles que dejan mucho que desear en sus interpretaciones. Tal es así, que extraigo la siguiente pregunta que lanza Ramiro Lapiedra en el relato “Ramiro se caga en el cine X y en el cine convencional”: ¿Nos dedicamos a jugar a los cameítos o pretendemos ser serios, hacer cine, arte o como mínimo entretener?
Ramiro Lapiedra Gutierrez
Como he comentado anteriormente la narración es directa, coloquial y cruda, removiendo persistentemente los sentimientos del lector. Tal es así, que en ningún momento encontrarás que el autor se va por las ramas, llamando a todo por su nombre. Por esa razón, considero que es un libro de extremos que no dejará a nadie indiferente, para bien o para mal. Habrá lectores que se engancharán, no a la coca y al porno, sino a las vivencias de ‘Ramirín’ desde la primera página y otros que decidirán abandonar la lectura. Si os sirve de algo, no soy lector habitual de este género que lo han calificado como “realismo sucio”, pero confieso que lo he leído en dos días y que en ciertos momentos he reído por situaciones realmente absurdas y extravagantes, en otras he flipado literalmente o he tenido incluso arcadas y en otras me he empalmado por escenas morbosas e incluso pornográficas (no recomiendo leerlo en transportes públicos por propia experiencia). Además, me gustaría recalcar que el 85% de los relatos pueden dañar la sensibilidad de algún lector, sobre todo aquél que haya pasado por situaciones similares. No olvidemos que las drogas y el alcohol tienen también una gran presencia en el libro.
Si hay algo que me ha impactado realmente del libro El arte de la Autodestrucción es que alguien pueda vivir al límite y esa sea su forma de vida; yo no se vivir así, ni quiero comprobarlo. Un libro que recomendaría para los más atrevidos que deseen indagar nuevos géneros y derribar estereotipos.