EL BOXEADOR POLACO
Título: El boxeador polaco.
Autor: Eduardo Halfon nació en 1971 en la ciudad de Guatemala. Ha publicado Esto no es una pipa, Saturno (2003), De cabo roto (2003), El ángel literario (2004), Siete minutos de desasosiego (2007), Clases de hebreo (2008), Clases de dibujo (2009), El boxeador polaco (2008), La pirueta (2010), Mañana nunca lo hablamos (2011), Elocuencias de un tartamudo (2012), Monasterio (Libros del Asteroide, 2014), Signor Hoffman (Libros del Asteroide, 2015), Duelo (Libros del Asteroide, 2017) y Biblioteca bizarra (2018). Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, francés, italiano, serbio, portugués, holandés, japonés, noruego y croata. En 2007 fue nombrado uno de los treinta y nueve mejores jóvenes escritores latinoamericanos por el Hay Festival de Bogotá. En 2011 recibió la beca Guggenheim, y en 2015 le fue otorgado en Francia el prestigioso Premio Roger Caillois de Literatura Latinoamericana. Su última novela, Duelo, fue galardonada con el Premio de las Librerías de Navarra (España), el Prix du Meilleur Livre Étranger (Francia) y el Edward Lewis Wallant Award (EE. UU.). En 2018 recibió el Premio Nacional de Literatura de Guatemala, el mayor galardón literario de su país natal. Actualmente vive en París, becado por la Universidad de Columbia. (Fuente: Editorial).
Editorial: Libros del Asteroide.
Idioma: castellano.
Sinopsis: Un abuelo polaco cuenta por primera vez la historia secreta del número que lleva tatuado en el antebrazo. Un pianista serbio añora su identidad prohibida. Un joven indígena maya está desgarrado entre sus estudios, sus obligaciones familiares y su amor por la poesía. Una hippie israelí anhela respuestas y experiencias alucinógenas en Antigua Guatemala. Un viejo académico reivindica la importancia del humor. Todos ellos, seducidos por algo que está más allá de la razón, buscan lo hermoso y lo efímero a través de la música, las historias, la poesía, lo erótico, el humor o el silencio, mientras un narrador −profesor universitario y escritor guatemalteco también llamado Eduardo Halfon− empieza a rastrear las huellas de su personaje más enigmático: él mismo. (Fuente: Editorial).
Su lectura me ha parecido: amena, al mismo tiempo lenta, embaucadora, capaz de hacer con el lector lo que le de la gana, interesante, con una reflexión entorno a los usos de la autoficción, desigual, intelectual... El año pasado, a nivel personal y literario, se produjo un importante acontecimiento: el descubrimiento, casi por sorpresa, de un autor nuevo con una voz literaria única llamado Eduardo Halfon. Y no sólo eso, sino que a partir de entonces estuve atenta a todo lo que se editaba de él en España. El hallazgo se produjo por el azar del destino al recibir por parte de Jekyll and Hill - de las editoriales independientes más singulares de este país - dos ejemplares muy peculiares y distintos entre sí. Yo en ese momento aún no lo sabía, pero estaba a punto de que mi cabeza hiciese "clic" con la lectura de dichos libros. El primero, bajo el extraño título Biblioteca bizarra, me volvió loca gracias a esa mezcla entre ensayo, ficción, crónica periodística y episodios de la propia vida del autor. A la vez que proseguía ávida su lectura, mi cabeza no paraba de darle vueltas a las reflexiones que aquellas páginas me suscitaban al mismo tiempo que mi cara reflejaba una mueca oscilante entre la perplejidad y la felicidad. El segundo, de corte más tradicional y con el sugerente título de Saturno, me lo ventilé en un sólo día. Está claro que era un cuento, extraordinariamente breve, pero era tan fuerte lo que en él se contaba que era imposible que despegase los ojos de la letra impresa. De nuevo, tal y como había sucedido con Biblioteca bizarra, volvieron a aparecer las dudas de si lo que estaba leyendo era una reproducción fidedigna de los pensamientos del autor respecto a su padre. ¿El resultado? Pues que una vez más no me quedó más remedio que arrodillarme ante sus pies. Pasado aquel caluroso verano llegó la gran noticia: con motivo de su décimo aniversario, Libros del Asteroide - editorial de las más queridas por los lectores - iba a editar la novela que hoy tengo el placer de reseñar. Sin pensármelo dos veces, y en cuanto tuve la oportunidad, no dudé solicitar un ejemplar para poder leerlo y reseñarlo una vez pasase su tiempo de reposo. Sin embargo, y a pesar de que el resultado en general ha sido positivo, en el fondo me esperaba algo más. El boxeador polaco: el autor como protagonista de su propio relato.
Nada en estcapa a la subjetividad, o lo que es lo mismo, a la percepción y opinión personal que vertemos sobre cualquier cuestión. Las circunstancias son mil, imposibles de mencionar en una sola página, pero eso en cierta medida enriquece todo debate que se genera a posteriori, nada más ver una película, escuchar un disco o de poner punto y final a una lectura. En el caso de El boxeador polaco creo que cabrían una serie de reflexiones. Para empezar, debemos partir de que no es un volumen de relatos que se haya escrito en la más rabiosa de las actualidades, sino que, al contrario, Halfon lo firmó y publicó en la pasada década. Esa que ahora mismo se nos antoja extraordinariamente lejana pero cuyo recuerdo todavía nos retumba detrás de la oreja. Desde entonces, el manuscrito ha viajado de editorial en editorial hasta que Libros del Asteroide quiso recuperarlo y reeditarlo coincidiendo con la celebración de los diez años que habían pasado desde que viera por primera vez la luz allá por el 2009. No obstante, y he ahí la cuestión, la edición que ahora mismo tengo en mis manos es diferente a la primera versión ya que desde la propia editorial, y para esta nueva reimpresión, se ofreció al autor la libertad de que ordenase los relatos según su idea original. Los cuales (imagino que por razones editoriales) no estaban dispuestos tal y como se los encuentra el lector actual si toma la presente edición entre sus manos. Desconozco por completo cual era el orden anterior, ni siquiera me interesaba Eduardo Halfon en el 2009 - año en el que descubrí y me obsesioné con la novela policíaca - así que en ese sentido no puedo decir nada. Lo que sí que señalaré, a menos como dato a tener en cuenta, es la crucial importancia que tiene elaborar un buen ordenamiento de relatos, no sólo en esta, sino en cualquier antología. No es baladí que, por ejemplo, el libro se inicie con la lectura del relato más llamativo, que a mitad se coloque otro igual o más impactante y que el del final sea o bien uno demoledor o uno que actúe como crepúsculo, y por tanto, tenga un cariz más reflexivo. Hay antologías de todo tipo, y por supuesto, no todas se rigen a este patrón expuesto, si bien es cierto que la mayoría de ellas parecen amoldarse a él, ya sea por intuición o por estrategia de marketing. Se como sea, lo que está claro es que en El boxeador polaco en particular, tal y como el lector se la encuentra si la adquiere es un estilo bastante tradicional y al mismo tiempo efectivo.
Ahondando, esta vez sí, en el contenido, forma y temáticas que abordan los relatos me gustaría decir en primer lugar que su lectura me ha parecido inmersiva, estupendamente escrita pero con los habituales altibajos de cualquier libro de cuentos. Como siempre sucede, ni todos los textos son buenos ni todos van a conseguir el objetivo que todo escritora o escritor persigue con su profesión: que sus palabras resuenen en tu cabeza formando parte de tu memoria y esencia como persona. Como os he contado en el primer párrafo, venía de leerme otros títulos de Halfon y de "flipar en colores" con su manera de narrar sus preocupaciones. Sin embargo, con el Boxeador Polaco - seguramente por las altas expectativas que había depositado en dicha lectura - no acabó llenándome del todo. Aún así, hay algunos aspectos a resaltar que merecen toda nuestra atención como lectores sibaritas que somos. En primer lugar, un recurso muy clásico, el que todos los cuentos estén conectados entre sí y todo ellos, aquí va la novedad, protagonizados por el propio autor. Si lo analizamos desde el punto de vista de la creación literaria no puedo parar de aplaudir, hasta con las orejas, el que Halfon haya tenido la valentía de desnudarse de esa manera ante los lectores de medio mundo. Huelga decir que, obviamente, desconocemos que es real o que no, que le ha sucedido de verdad o es simplemente producto de su imaginación. Los limites de la autoficción, como ya sabéis, son extremadamente endebles. En ellos, Halfon nos desgrana su relación de pareja, viajes varios, encuentros, ponencias, recuerdos, remordimientos, borracheras, caladas, pensamientos, errores y demás episodios autobiográficos formando un anecdotario que escapa al morbo y a lo intrascendente. Si algo podemos destacar de la prosa de Eduardo Halfon es su capacidad de embaucar al lector, hasta el que no acostumbra a leer con mayor frecuencia. Su poder para agarrarte y no soltarte, mantenerte en vilo y dejarte marchar una vez pones punto final a cualquiera de sus escritos es de alabar. Sin duda, Halfon es uno de los pocos escritores capaces de contener la tensión narrativa, y con ella la de todos los lectores. En El boxeador polaco lo consigue, no siempre, pero el regusto de la lectura en su conjunto al final acaba desequilibrando ligeramente la balanza hacia opiniones más favorables. Por destacar algún relato, obviamente el que da título a la antología resulta el más interesante a ojos de una lectora graduada en Historia y experta en Historia Contemporánea. Una breve historia inspirada en el abuelo del propio Halfon - que escapó de un campo de concentración gracias a la ayuda de, como no, un boxeador polaco - y que el autor descubrió en el momento en el que se percató de los números que su abuelo llevaba tatuados en el antebrazo. Eso fue de pequeño, cuando no supo el significado de dichos dígitos hasta que, una vez adulto, pudo compartir un whisky a medias y escuchar la gran historia que escondían. Y mientras, a la espera de la gran revelación, el niño que Halfon fue siempre creyó que era el número de teléfono de su abuelo que, para recordarlo siempre, había decidido tatuárselo sobre la piel. Esta mentira familiar, este relato oculto, este secreto es al rededor del que pivotan el resto de relatos, unidos por el rol protagónico de su autor, así como de otros temas como la culpa, la búsqueda, el desarraigo o la intelectualidad. Para terminar diremos que la antología de Halfón, más allá de los detalles estilísticos o narrativos, lo que suscita es una pertinente reflexión entorno a las posibilidades del género de la autoficción. Un género que nos abruma - no hay más que echar un vistazo a los catálogos online de las librerías para apreciar su ingente cantidad - y demasiado canónico que necesita con urgencia una renovación conceptual y replantear las formas de abordarlo. Algo que Eduardo Halfon ha conseguido a través de la fusión con otro género, más ancestral, muchísimo más tradicional, y en los tiempos que corren, el más versátil y de más éxito entre los lectores del siglo XXI. Hablamos del cuento, hablamos de la tradición oral y por consiguiente, de la esencia de nosotras y nosotros mismos, justo la conclusión que se extrae del presente libro. El poder de la literatura para abordar preocupaciones hereditarias y perennes.
El boxeador polaco: una historia de memoria, descubrimiento, afrontar la realidad, universitarios, divagaciones, escritoras, escritores... Una historia dentro de otra, y de otra, y de otra.
Frases o párrafos favoritos:
"No tardé tanto en comprender su broma telefónica, y la importancia psicológica de esa broma, y eventualmente, aunque nunca nadie lo admitía, el origen histórico de su número."
¡Un saludo, a seguir leyendo y ánimo!
Cortesía de Libros del Asteroide