Autora: Pepa Horno Goicoechea
Ilustradora: Martina Vanda
Editorial: Fineo
ISBN: 9788416470006
Páginas: 28
SINOPSIS:
La autora nos cuenta la relación de un niño y su abuelo, de cómo este le enseña a escuchar con los oídos del corazón y, cuando el pequeño se da cuenta de lo que el abuelo le quería decir, éste ya no está para poder tocarle, verle y sentirle físicamente, pero sí a través de los susurros de la naturaleza. Al final del libro, Pepa Horno regala unas “Palabras para el alma de los mayores”, con las que nos invita a reflexionar para perder ese “miedo inculcado” a la muerte, a vivir asimilando las emociones en lugar de reprimirlas y ocultarlas.
OPINIÓN:Leer El lenguaje de los árboles ha sido muy bonito. Es un cuento precioso para chicos y grandes que nos muestra que callando todo lo malo es posible escuchar por medio de los árboles a aquellas personas que ya no están con nosotros, que es importante que los más pequeños sepan lidiar con la muerte ya que es algo natural, y que todos podemos tener nuestra manera de manejar las despedidas permanentes, por más tristes y fuertes que sean. Es un cuento para chicos y grandes porque todos perdemos seres queridos, todos tenemos el mismo destino, antes o después, y porque es importante saber que aunque ya no estén presencialmente con nosotros, en nuestro corazón siempre estarán.
Debo confesar que las ilustraciones no son de mi agrado, pero es algo más específico de mi persona, de mi gusto y de que suelo guiarme mucho por ciertos tipos específicos de ilustraciones que me agradan, y muy seguramente no siempre sé apreciar otros tipos ajenos a lo que suele gustarme. Pero aún así, este libro vale muchísimo la pena para tenerlo en la biblioteca personal. La manera en la que la autora narra la historia es muy bonita y dulce, excelente para el mensaje que maneja y el momento de pérdida en el que puede llegar a alguien. Este tipo de libros, cortos pero certeros, son una delicia para todos.
Uno de los mensajes que la historia transmite es que es importante saber manejar la muerte y lidiar con los sentimientos que esta deja en uno. En este caso, la esposa del abuelo del protagonista murió hace tiempo, pero él supo encontrarla y escucharla en los mensajes que los árboles traen del cielo y quieren transmitir a quienes desean escucharlos, aunque muchos se quedan sin destino. No todos tenemos la capacidad de guardar silencio, dejar a un lado las cosas malas y escuchar con el corazón, saber que aunque ya no están con nosotros físicamente, en el corazón y nuestro pensamiento siempre lo estarán, y es importante conservar esos pensamientos buenos y callar las cosas malas, alejarlas.
Por otra parte, invita a que el tema de la muerte se hable con los más pequeños de la casa, porque aunque estén chicos no significa que no puedan manejar el tema o no deban, al contrario, ya que es algo natural que tarde o temprano le pasa a alguien cercano, y saber del tema permite que los niños lo procesen de una mejor manera, tal como lo hace el protagonista cuando en cierto momento comprende lo que su abuelo quería decir cuando le platicaba del bosque, de los mensajes que este contiene y de lo importante que es saberlos escuchar. La perdida de un ser querido no se puede evitar por siempre, pero sí se puede enseñar a los niños maneras de comprenderla, cada uno con su única y especial manera de hacerlo.
Al final del libro hay una página titulada Palabras para el alma de los adultos, en la que explican el mensaje del libro y la importancia de hablarle a los niños y a las niñas de la muerte, y cómo debe hacerse. Esto me pareció muy bueno e importante ya que es una manera más clara de ayudar a los padres o familiares a hablar del tema con los niños y niñas, y a saber qué se debe hacer para que les sea más sencillo despedirse. Hay una frase que me pareció muy importante, y cito: "Su mayor miedo provendrá de aquello que los mayores callamos: nuestro propio dolor". En verdad, es una excelente adquisición.
Por medio de la naturaleza, la autora nos da un ejemplo de cómo se extraña a las personas cuando mueren, pero cómo siguen estando ahí para nosotros, reconfortándonos; solo es cuestión de saber callar y escuchar con el corazón.