Mikel Santiago, un buen referente del suspense
Por: Alberto Berenguer Twitter: @tukoberenguer
Otro aspecto a tener muy en cuenta son los personajes. Mikel Santiago deslumbra a los lectores con la singularidad de sus personajes, logrando congeniar constantemente con ellos. El famoso escritor Bert Amandale y su amigo de la infancia estrella de rock que no pasa por sus mejores momentos Chucks Basil, son la columna vertebral de la novela. Ambos experimentarán en sus propias carnes la intranquilidad personal, la presión profesional, el retorno de miedos y la culpabilidad surgida tanto por errores del pasado como actuales. No ser capaces de controlar su entorno, la incomprensión y el escepticismo, se convierten en el pan del día de ambos personajes que buscaban la tranquilidad vital al mudarse a la población de Saint-Rémy en la Provenza francesa. Sin duda, varios crímenes extraños y coincidencias peculiares resultan marcar negativamente sus vidas, pero sin embargo son dos puntos atractivos para el lector.
Además, otros personajes que aparecen a menudo aportan frescura y cohesión a la trama. Miriam o Britney, esposa e hija del escritor Bert Amandale, y la familia Van Ern, son un claro ejemplo del gran trabajo creativo por parte del escritor vizcaíno. Es más, se agradece encontrarte con diálogos tan dinámicos y enérgicos que finalmente consiguen que el lector se meta en las conversaciones de tú a tú. Eso enriquece de forma exponencial la trama y por ello entiendo que muchos lectores opinen de manera tan positiva esta novela.
La ambientación de la novela también se puede considerar absorbente porque detrás se observa un gran trabajo de documentación por parte del autor y asimismo ha sido muy bien plasmada en las distintas páginas que forman la obra. Mikel Santiago traslada al lector a la espectacular Provenza francesa y describe a la perfección los escenarios en los que transcurre la historia, es decir que el lector conseguirá viajar a través del papel.
Por poner alguna pega a modo personal, el comienzo de la historia me resultó un poco insípido y me costó engancharme a lo que el escritor Bert Amandale quería contarme, pero poco a poco se fue intensificando mi curiosidad y mis ganas de conocer el final.
Como bien dice Mikel Santiago, perdón Bert Amandale narrando siempre en primera persona, «la vida seguirá» y estoy seguro que la trayectoria del escritor de Portugalete también. En definitiva, El mal camino es una buena novela para recomendar si la idea es entretenerse con una historia activa, emocional y repleta de intriga.