En mi pueblo dicen que hasta San Antón, aguinaldos son; así que, aún me da tiempo de publicar la última reseña de mis lecturas navideñas (nada abundantes, por cierto. Bueno, vale, solo dos).
“Problemas es lo último que Albert Herbin necesita. Acaba de salir de la cárcel y la soledad y el recuerdo de su madre recién fallecida hacen que la casa le resulte insoportable la víspera de Navidad.
Por eso, el encuentro en una brasserie parisina con una atractiva mujer en esa desolada noche parece un regalo del destino; por eso, y a pesar de que algo en la señora Dravet le mantiene alerta —¿qué son esas dos pequeñas manchas en su manga?—, cuando ella lo invita a subir a su apartamento, Albert quiere creer que definitivamente la vida empieza a sonreírle. Cuán equivocado estaba lo adivinará enseguida, apenas se abra la puerta del montacargas…”
En la búsqueda de novelas navideñas, no tan edulcoradas, queriendo cambiar de registro, me decidí por este relato. En un principio nos presenta a un personaje ya acabado, con muchos secretos, del que desconocemos el motivo de estar en la cárcel y su pasado, pero con el que empatizamos y deseamos que logre encauzar su vida. Aunque según avanzas en la lectura ya no sabes qué pensar sobre él.
Según se desarrollaba la historia me daba la sensación de que era un poco fantasiosa, pero cuando se va desenredando el misterio te das cuenta de lo inteligentes que son algunas personas y de que todo tenía un porqué.
Sin duda la parte de más intriga es hacia el final cuando descubres todo lo que encierra ese montacargas. O tal vez es lo que creees porque el autor logra darle una vuelta y dejarte con un final impactante y miles de preguntas; con la necesidad de un epílogo que te descubra que va a pasar después. Pero nos lo vamos a tener que imaginar.
El título del relato me tuvo intrigada durante gran parte de la historia porque no le encontraba sentido. Si que es cierto que existe un montacargas, pero no adivinaba la importancia de este aparato para que lo hubiera utilizado como título. Hasta que llegué al final y si, es trascendental. Por cierto, la portada es horrible.
Un pequeño relato que encierra una sorprendente trama. Donde lo que más nos llama la atención no es el asesinato, ni la motivación para llevarla a cabo, que la hay, sino los personajes y todo aquello que llevan a cabo para lograr lo que desean. Me ha parecido un gran descubrimiento. Me tuvo enganchada hasta que la terminé. También es cierto que es cortita y se lee de un tirón. Un clásico de la novela negra al que le deberían dar una oportunidad. Un modo diferente de pasar la Noche Buena.