Título: El priorato del naranjo
Autora: Samantha Shannon
Editorial: Roca editorial
Número de páginas: 900
ISBN: 9788417541538
Precio: 22 €
Puntuación: 5
La Casa de Berethnet ha gobernado Inys durante mil años. Aún sin casar, la reina Sabran IX debe concebir una hija para proteger a su reino de la destrucción. Pero los asesinos cada vez están más cerca.
Ead Duryan es una intrusa en la corte. A pesar de que se ha posicionado como dama de compañía, es leal a una sociedad oculta de magos. Ead vigila a Sabran, protegiéndola en secreto con magia prohibida.
Al otro lado del mar oscuro, Tané ha entrenado toda su vida para ser una jinete de dragón, pero se ve obligada a tomar una decisión que podría romper su vida en añicos.
Mientras tanto, el Este y el Oeste siguen divididos. Cada región tiene una religión diferente basada en los sucesos acaecidos mucho tiempo atrás. Los que adoran a los dragones, los que los detestan y quienes adoran al Sin Nombre aparentemente nunca se pondrán de acuerdo. Y las fuerzas del caos se despiertan de su letargo y parecen estar a punto de llegar.¿Fantasía épica autoconclusiva? Me tienes ganada. Tenía muchas ganas de leer El priorato del naranjo debido a las buenas críticas que había cosechado, y porque por la sinopsis, parecía el libro perfecto para mí. Aunque tiene un inicio potente y prometedor, conforme he ido avanzando la historia se ha ido desinflando y al final ha terminado siendo una decepción para mí.
Empecemos por lo bueno. El priorato del naranjo se ambienta en un mundo fantástico bastante complejo, dividido en reinos con sociedades, políticas y religiones muy diferentes entre sí, y que a menudo chocan unas con otras. Las diferentes creencias, las relaciones y las intrigas entre los reinos resulta de lo más interesante de leer. Este conjunto está aderezado con algo de magia y con dragones de agua que son capaces de hablar. Es una mezcla explosiva, que promete muchísimo. Aunque el inicio es algo confuso, debido a la cantidad de nombres y de referencias, a mí fue lo que más me gustó. Me encantó ir poniéndome poco a poco en situación, ir enterándome de cómo funciona este mundo, de los objetivos y las ambiciones de los personajes, de los mitos y leyendas de cada reino.
Otro punto a favor es la inclusión LGTB+ de este libro, así como el feminismo. No sólo es algo que ya se iba necesitando en el género de la fantasía épica, sino que además la autora lo integra con naturalidad en la historia, sin ningún tipo de drama. Tenemos matriarcados, reinas y grandes leyendas de heroínas, y eso le da un punto bastante original y fresco a la historia, algo que se agradece y que hace la sociedad todavía más interesante.
Lo que pasa es que llegando a la mitad del libro, empecé a perder algo de interés por la historia. La razón principal fueron los personajes: aunque empezaron bien, con una base interesante y con una evolución potencial, llega un punto en el que se estancan. Realmente no llegan a tener la profundidad ni el mundo interior suficiente, y tampoco tienen un gran desarrollo. Dejé de preocuparme de ellos, y cuanto más avanzaba la historia, menos me interesaban. Tané y Niclays tal vez son los que más evolución tienen, pero en ningún caso resulta suficiente.
Además, la trama también parece estancarse a medida que pasan las páginas. Se deja un poco de lado las intrigas políticas, las tensiones entre los diferentes reinos y los problemas debido a las diferentes religiones para centrarnos en un argumento mucho más típico y repetitivo dentro de la fantasía épica: un gran villano (en este caso el dragón Sin Nombre) que está a punto de resurgir de sus cenizas para aterrorizar al mundo. Nuestros personajes deberán de encontrar unos objetos mágicos con los que derrotarlo y enfrentarse a él en una épica batalla final (que resulta no ser tan épica). Este argumento al más puro estilo de El señor de los anillos no me hubiera importado si se hubiera combinado con algo más de política, si se hubiera seguido desarrollando la magia y sobre todo el papel que tienen los dragones en este mundo, pero realmente no fue así. Al final, tuve la sensación de que la historia se reducía a algo bastante simplón, y que se volvía muy predecible.
Por último, decir que encuentro demasiadas casualidades en El priorato del naranjo. Personajes que se encuentran en el mismo lugar en el momento exacto, los protagonistas al borde de la muerte siempre se salvan en el último momento, algunas conveniencias para la trama, y así. En las escenas de acción me resultaba imposible sentir un mínimo de tensión o de emoción, ya no porque no me importaran los personajes, sino porque no se sentía el peligro ni el riesgo: está claro que al final todo saldrá bien y que los protagonistas se salvarán, aunque parezca que les espera una muerte casi segura. En este aspecto, el libro no me pareció lo suficientemente crudo ni maduro. Parecía que, con la cantidad de problemas que tienen que enfrentar los personajes, siempre se iban de rositas. Y bueno, la batalla final más de lo mismo: carente de emoción totalmente, algo rápida, precipitada y lo más predecible que he leído en mucho tiempo.
El priorato del naranjo empezó con buen pie, prometía ser una historia original, madura y diferente dentro de la fantasía épica, pero debido a la falta de desarrollo de personajes y que al final la trama se reduce a la típica lucha del Bien contra el Mal, me ha terminado decepcionando bastante, hasta el punto de que me ha costado terminarlo.