Una novela en la que tanto la parte histórica como la de los personajes están muy bien documentadas y ambas son igual de interesantes. Llegas a conocer al protagonista y a simpatizar con él, sintiendo su soledad, sus miedos, sus esfuerzos por mejorar y su deseo de vivir en paz.También tiene su parte de aventuras por lo que en todo momento estás inmerso en la historia y deseando saber que va a suceder a continuación.Al principio me pareció un poco flojo pero va ganando con el paso de las páginas y el escritor ha sabido equilibrar la parte histórica y la parte más personal, para sorprender al lector y mantenerlo enganchado a la novela. Además de incluir un final que te permitirá conocer un poco más de la historia.Noah Gordon ha sabido crear, con Yonah, un personaje creíble, buena persona cuyo recuerdo del pasado no le frena en el presente ni se centra en el odio sino que busca superarse e intentar encontrar su sitio en cada momento que le ha tocado vivir y siendo fiel a sus principios.Al escritor le gusta crear misterios, dejarlos que se asienten y resolverlos con el paso de las páginas, en algunas ocasiones de la manera más insólita, pero que te convence y sientes que era lo mejor que podía suceder. Es algo que me ha gustado, ya me sucedió lo mismo cuando leí otra de sus novelas: “El médico” y en esta novela también lo ha logrado.Me pareció una novela muy intensa e instructiva y un ejemplo más de cómo el dinero, el poder y la ambición cambian a la gente y terminan creando conflictos, injusticias y luchas que se podrían evitar.
“El último judío” una historia de vidas cruzadas donde la existencia de un joven se ve truncada y gracias a su afán de superación y su fuerza interior logrará cambiar su destino.
“En la primavera del año 1486, se enteró de la existencia de una nueva modalidad de contienda: unas justas literarias en las cuales los participantes luchaban con poemas en lugar de hacerlo con lanzas y espadas.”
“Los hombres de todas las religiones creen que Dios sólo les escucha a ellos. ¡Qué desconcertado debe estar el Señor!”
“Por consiguiente, a pesar de nuestros conocimientos, habilidad y entusiasmo, algunos de los pacientes se nos mueren; no tenemos que afligirnos en exceso ni sentirnos culpables por el hecho de no ser dioses y no poder regalar la eternidad.”