ÉRASE OTRA VEZ
CUENTOS DE HADAS CONTEMPORÁNEOS
Título: Érase otra vez. Cuentos de hadas contemporáneos.
Autora: Ana Llurba (Córdoba, Argentina, 1980). Ha publicado Este es el momento exacto en el que el tiempo empieza a correr (I Premio de poesía joven Antonio Colinas, 2015), La puerta del cielo (2018, novela), Constelaciones familiares (2020, cuentos) y Hemoderivadas (2022, novela). Licenciada en Letras Modernas por la UNC, Argentina, ha cursado el máster en la Teoría literaria y otro en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente trabaja en el sector editorial, escribe para varios medios, coordina talleres de lectura y escritura, y vive enfrente de una estación de servicio en un barrio algo desangelado al noreste de Berlín.
Editorial: WunderKammer.
Idioma: español.
Sinopsis: Pocas expresiones tienen el poder performativo de "Érase una vez...". Como una invocación mágica, esta frase inaugural nos invita a adentrarnos a los horizontes narrativos tan arquetípicos y previsibles, de los cuentos de hadas. Huérfanas maltratadas por madrastras y hermanastras. Princesas narcolépticas abusadas por sus príncipes. Seres anfibios que renuncian a sus dones naturales por amor. Hadas celosas que castigan con sus hechizos a reinos enteros. Princesas acosadas sexualmente por sus propios padres. Niñas que mueren de frío, mutiladas o devoradas por elegir el "camino equivocado". Estos son algunos de los temas de las versiones originales de los cuentos clásicos que han sido revisados a lo largo del siglo XX. En este ensayo, Ana Llurba traza un itinerario por las relecturas que se han realizado en la literatura, el arte y el cine, para abrir nuevas expectativas y proyecciones de futuro; algo más que finales alternativos para viejos comienzos.
Su lectura me ha parecido: ameno, sencillo, crítico, con un palpable carácter divulgativo, reflexivo, bibliográficamente sólido - aunque con estos chaiers es inevitable pedir un poquito más - feminista, abierto en cuanto a sus horizontes intelectuales... No sé si lo he contado alguna vez - y si no es así, ojo, estamos ante la mayor primicia de este espacio de debate y opinión - pero el "nick name" o "pseudónimo blogger" que adopté durante una buena parte de mis inicios en este inestable, precario y noble terreno que es la crítica literaria se lo debo única y exclusivamente a Andrés Barba. Autor madrileño nacido en 1975 y que tiene en su haber novelas como Las manos pequeñas - de lo más deliciosamente perturbador que he leído en mucho tiempo - o República luminosa - al que le quiero hincar el ojo más pronto que tarde - ya me cautivó muchísimo antes de la existencia de este espacio. De hecho, se podría decir que sin ese personaje que inventó en aquel maravilloso cuento infantil titulado Historia de nadas, probablemente habría tirado por otros más convencionales, menos llamativos, más recurrentes tal vez. Pero no tan originales y con esa rima como lo es "Jimena de la Almena". Parece mentira pero, en su momento, fue uno de aquellos personajes de cuento con el que no esperabas toparte en un formato así. Una princesa, eso estaba claro, a la que, a pesar de encontrarnos en un rol bastante cuestionable en un primer momento - pasivo y a la espera de ese príncipe azul que la rescatara de la almena en la que vivía recluida - se nos revela como una niña que no quiere ser ni princesa ni llegar a reinar en algún momento. A ella lo que de verdad le pirraba era el futbol, jugar a la pelota, correr, meter un gol y celebrarlo como toca: recorriendo el campo de banda a banda en una nube de jolgorio. Cierto es que, aunque los estereotipos de amor romántico tóxicos se mantenían, no podía parar de pensar en el futbol como elemento disruptivo y a la vez de una interesante modernidad que tan bien acoplaba a la historia. De nuevo, valores y contravalores. Tenemos por un lado la perpetuidad del mito del caballero andante cuya única misión es liberar de las garras - en este caso de las de unos padres excesivamente estrictos - a su amada, al tiempo que aportamos un gesto que hoy podríamos definir como feminista al otorgar a la coprotagonista de unos gustos, hasta ahora, relacionados con un ámbito extraordinariamente masculinizado. Como veis, y aunque no pueda evitar en sonreír cada vez que recuerdo las imágenes y sensaciones que me provocó la lectura de dicho cuento en mi transición a la adolescencia, hasta en los relatos más contemporáneos o cercanos a nuestro tiempo - quiero pensar que más inclusivo, antirracista, antifascista y feminista - contienen trazas que nos obligan como lectores a replantearnos la sociedad en la que vivimos y, sobre todo, qué mensajes se han ido inculcando generación tras generación a través de inocentes niñas que caminan por el bosque, cestita en mano o de mujeres que solo se despiertan con el roce de los labios del hijo pródigo, aka el príncipe azul de turno. Érase otra vez: una nueva, y más terrorífica, vuelta de tuerca a los cuentos que te contaban cuando eras pequeña/o.
A pesar de que, lo he comentado en más de una ocasión, la colección cahiers que con tanto mimo y criterio edita la editorial WunderKammer - si no la conocéis ya estás tardando en googlear y alucinar con su catálogo - busca iniciarnos más que instruirnos. Lo cierto es que con este cahier en particular (al que le siguieron otros igual de sugestivos como el de Esther Peñas y Juan Vico) una servidora ha visto recompensado su fanatismo lector en lo que a las revisitaciones realistas, sugestivas y con ese toque perturbador de los relatos de hadas infantiles se refiere. Ana Llurba - editora, redactora y autora de novelas que coquetean con lo fantástico y que Aristas Martínez ha editado para nuestro goce y disfrute - no ha sido ni la primera ni la única. De hecho, si hay una autora a la que debemos pleitesía y que merece ser nombrada en este preciso instante esa es Angela Carter quien, mucho antes de que Llurba y tantas otras escritoras reflexionaran o adaptaran cuentos clásicos a la más rabiosa de las actualidades, ya estremeció con su volumen de relatos La cámara sangrienta. En él, la autora inglesa revitalizó cuentos como La bella y la bestia, El gato con botas o La reina de las nieves otorgándoles una estética gótica y un mensaje más feministas tomando como inspiración el psicoanálisis y la obra del Marqués de Sade. Aunque tanto Angela Carter como otras diosas del Olimpo de la literatura de terror - la coetánea Shirley Jackson y otras más recientes de la talla de Mariana Enríquez, Giovanna Rivero o Carmen María Machado - aparezcan citadas en el presente ensayo, particularmente me ha interesado más el tema principal al rededor del que Llurba articula el breve ensayo. Y es que, como bien señala: a pesar de que estas historias mágicas y plagadas de fantasía provienen en su origen de fuentes anónimas, la versión que nos ha llegado a nuestros días ha sido la reescrita por una pluma masculina. Si recordamos las palabras de Virginia Woolf en las que opinaba aquello de que "tras un anónimo siempre se escondía el nombre de una mujer" contrasta enormemente con lo que autores como los famosos hermanos Grimm los cuales, en palabras de Angela Carter pretendieron establecer una cultura unitaria para el pueblo alemán a través de una reescritura de aquellos cuentos, muy influenciados por su formación como anticuarios medievalistas y por una misoginia estructural. Llurba rastrea aquellos primeras actualizaciones - en las que por supuesto la mujer sale siempre mal parada - el cambio cultural que se produce al irrumpir el concepto de "infancia" y su deriva literaria y cinematográfica posterior. Prestando enorme atención tanto a aquellas destrucciones interesadas del relato - ejemplificadas en el caso de la factoría Disney y en la consecuente edulcoración de dichos textos que distaban mucho de los entretenimientos versallescos de la época de Perrault - así como a las nuevas perspectivas que, como consecuencia de la cuarta ola feminista, han acabado por inundar nuestro imaginario popular. Desde la moderna bella durmiente de Ottessa Moshfegh en Mi año de descanso y relajación a las sirenas nada angelicales y hartas de ser explotadas sexualmente en un club de alterne de la película The Lure de la cineasta Angineszka Smocynska, pasando por esa caperucita roja sometida por una jauría de lobos - y lobas, no se nos olvide - bajo el paraguas de una distopía llamada Gilead que tan bien contó Margaret Atwood en los años 80 y que ha encontrado su hueco en la cultura pop del siglo XXI. Como ya he esgrimido, aunque los cahiers funcionen como productos literarios para abrir boca, Ana Llurba no solo me ha hecho salivar, sino que además a reafirmado mi interés por lo truculento, lo sórdido, lo desestabilizador. También en el ámbito más intelectual. Abriendo mentes y posibilidades para nuevas interpretaciones y futuras relecturas más allá de las que ahora mismo están teniendo lugar. Así que basta de elitismos absurdos. Que la literatura, hasta ahora, aparentemente más infantilizada - a conciencia - también nos puede enseñar historia, sociología, psicología. Que los cuentos nunca fueron amables. Que hasta hace cuatro días (hasta finales del siglo XIX concretamente) los hijos se tenían para suceder, ascender o trabajar.. Que la "infancia", como la "maternidad", no existía y, por tanto, era un mundo más peligroso, hostil, violento. Y más si eras una niña perdida en medio de un bosque, obligada a desempeñar trabajos adultos (incluso aquellos más sórdidos) o con un matrimonio acordado desde la cuna. Que no, que los padres no eran tan cariñosos, ni las madres tan amorosas. No, Disney no existía en la Edad Media, y la vida era más terrorífica. Aunque visto lo visto, en algunas cosas tampoco hemos cambiado mucho.
Érase otra vez: un ensayo sobre arte, cine, literatura, vampiros, brujas, sirenas, princesas insumisas, barbas azules, terror, perversas moralejas, nuevos horizontes... Un libro que se atreve a mirar al pasado y al presente a través de la reescritura de su cultura literaria.
Frases o párrafos favoritos:
"Érase otra vez, no para volver a contar lo mismo, sino para atisbar nuevos horizontes y nuevas mitologías más inclusivas y, ojalá, más emancipadoras."
Frases o párrafos favoritos:
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de WunderKammer