Revista Cultura y Ocio
A veces, cuando parece que ya no se puede afilar más una espada, le damos otra pasada con la piedra de amolar y acaba cortando hasta las palabras por la mi tad. A priori esto es lo que parecía con la saga de Geralt de Rivia: estaba concluida y bien concluida. Cerrada y envuelta en papel maché con un lazo escarlata, y no parecía que cupiera nada más dentro de la misma. Por ello cuando Andrzej Sapkowski anunció que sacaba al mercado una nueva aventura del brujo con una nueva novela, muchos nos preguntamos si quería exprimir un poco más la gallina de los huevos de oro o realmente tenía algo que contar.
Estación de Tormentas, que así se llama, es una precuela de la saga del brujo Geralt. Ubicada incluso antes de los relatos independientes de El último deseo, se trata de una novela autoconclusiva que bien podríamos considerar uno de aquellos cuentos, pero con un mayor desarrollo narrativo y de personajes. Así no será necesaria ninguna lectura previa para lanzarse a esta.
Los legos en este universo intuirán una vasta complejidad en él, mas Sapko no agobia en ningún momento al lector con explicaciones innecesarias respecto al mismo, dejándolo zambullirse desde el principio en una aventura que muy pocos escritores de fantasía hoy día serían capaces de construir con semejante naturalidad. De esta manera, necesitará tan solo 50 páginas para enganchar cuando otros requerirían 250.
Por otro lado, aquellos que ya conozcamos este mundo y personajes picaremos con gusto el anzuelo desde la página 5. Iremos conociendo la historia como los novatos, pero el escritor polaco nos irá lanzando múltiples guiños, ya no solo sobre mundo y personajes, sino sobre su habitual forma de resolver algunas situaciones, sobre el lenguaje, la política o la sociedad, todo ello salpicado de buenas dosis de humor negro, que nos proporcionarán un disfrute extra de la novela. Leer Estación de Tormentas será como volver a casa después de una muy larga temporada fuera: aunque no recordemos todo a la perfección, resultará familiar, agradable y sabremos que cada detalle está donde tiene que estar. Y no podremos evitar una intensa sensación de hogar.
La historia, viene a ser lo de menos. El buen brujo albino Geralt tan solo querrá tomar una buena comida en una pequeña ciudad cuando, de repente se ve metido en bronca, acusado por la justicia, robado con impunidad (nada menos que le arrebatan sus espadas) y mezclado en los peores asuntos posibles: los de hechiceros. A partir de ahí, ritmo trepidante, aventuras, y más desventuras aún. No desvelo nada con esto; aparece en la contraportada.
He de mencionar como de gran importancia, y este es uno de los detalles que más me ha movido a la reflexión en Estación de Tormentas, una subtrama muy secundaria que quizá deje extrañados a los primerizos en la que aparece una extraña moraleja a modo de flashes hacia el futuro. En ella, a modo de epílogo, Geralt le dice a Nimue (personaje de La Dama del Lago), hilando muy fino en una metáfora en la cual Sapkowski nos lo dice a los lectores, que sus aventuras son atemporales, que pase lo que pase, y que haya pasado lo que haya pasado, siempre existirán y siempre podrán existir, dando quizá una razón para la existencia de este libro además de algo en que pensar tras el polémico final de la saga.
Vamos ahora con los personajes. Sapko tiene la increíble capacidad para crear un hombre o una mujer creíble a partir de un diálogo (fantásticos diálogos; impagable traducción), o de la descripción de una breve acción, sin que por ello resulten estereotipos. Cuánto más brillará el personaje, por lo tanto, si profundiza un poco más en él. Así el alma mater de la novela será Geralt el rivio, protagonista indiscutible. Justo, aunque cínico y buen conocedor de la ralea degenerada que puebla su mundo; luchador acrobático y poderoso hasta casi la invencibilidad (casi), pero condenado a ser un eterno perdedor. En definitiva, el antihéroe perfecto. A su diestra, su leal amigo Jaskier: poeta orgulloso y mujeriego, bebedor y con un punto sinvergüenza (o dos). Divertidísimo personaje cuyas excelentes conversaciones con Geralt siempre dejarán con ganas de más. Y a su siniestra la hechicera Lytta Neyd: fuerte y manipuladora, femenina y sensual. El polaco siempre nos presenta hechiceras de las que enamorarse. Pero en este mundo la hechicería siempre conlleva problemas, y más cuando Geralt ha mantenido una relación tan estrecha con una de sus representantes, Yennefer, cuya sombra se vislumbra a veces.
No obstante, no son solo estos personajes los que brillan: aprendices de hechicera o hechicero, bandidos tramposos, cazarrecompensas degenerados, guardias fortachonas, niñas viajeras de otro tiempo, príncipes, funcionarios, mercenarios, trotamundos, piratas, y monstruos de todo tipo tienen cabida en este imaginario, y ninguno es solo un bulto con una espada en la mano o una frase que soltar.
Y es que Sapkowski construye personajes y tramas y agiliza su narración como ninguno. Se trata, en mi opinión, del escritor de fantasía épica de más calidad y equilibrio de nuestros días (sí, por encima del mismísimo gordo barbudo, desde el respeto), amén de un excelente prosista que trasciende al género en que escriba.
Ahora vuelvo a la cuestión que planteaba al principio: ¿esta novela es solo por dinero o además tenía algo que contar? Pues no digo que el polaco no haya vuelto a forrarse con ella, que es razón más que suficiente y en su derecho está. Pero es que además nos ha regalado un estupendo disfrute, así que no voy yo a buscarle tres ni cinco pies al gato, porque Estación de Tormentas es una magnífica novela de fantasía en la que, más allá de necesitar ambiciones innecesarias deberíamos, simple y llanamente, agradecer el que seguro será uno de los mejores libros del año.
Por último, ahí van unas citas del mismo:
“Guardaos de los desencantos, porque engañan las apariencias. Tal como aparentan ser, son las cosas raramente. Y jamás las mujeres.”
“Prefiero que me tengan por una criatura sobrenatural armada con una espada sobrenatural. En calidad de tal me contratan y en calidad de tal me pagan. Lo corriente, por el contrario, se equipara a lo insignificante, y lo insignificante a lo barato.”
“Pues sí, la política, eso sí que me va ahora. Primero pensé en dedicarme al puterío e invertir en mancebías. Me moví entre políticos, conocí a unos cuantos. Y me convencí de que es preferible trabajar con las putas, porque las putas por lo menos tienen su honor y algunos principios. Pero, por otra parte, es más difícil gobernar un burdel que un ayuntamiento.”
“La historia -el brujo se sonrió- es el relato mayormente falso de unos acontecimientos mayormente inexistentes que nos transmiten unos historiadores mayormente idiotas.”
“Cuáles son los tres espectáculos más bellos que hay en el mundo. Un barco a toda vela, un caballo al galope y bueno… una mujer desnuda retozando.”
“Jaskier suspiró. Arreó al castrado. Echó la vista atrás. Y volvió a suspirar. Era poeta, así que tenía derecho a suspirar cuantas veces le viniera en gana.”
Estación de Tormentas, que así se llama, es una precuela de la saga del brujo Geralt. Ubicada incluso antes de los relatos independientes de El último deseo, se trata de una novela autoconclusiva que bien podríamos considerar uno de aquellos cuentos, pero con un mayor desarrollo narrativo y de personajes. Así no será necesaria ninguna lectura previa para lanzarse a esta.
Los legos en este universo intuirán una vasta complejidad en él, mas Sapko no agobia en ningún momento al lector con explicaciones innecesarias respecto al mismo, dejándolo zambullirse desde el principio en una aventura que muy pocos escritores de fantasía hoy día serían capaces de construir con semejante naturalidad. De esta manera, necesitará tan solo 50 páginas para enganchar cuando otros requerirían 250.
Por otro lado, aquellos que ya conozcamos este mundo y personajes picaremos con gusto el anzuelo desde la página 5. Iremos conociendo la historia como los novatos, pero el escritor polaco nos irá lanzando múltiples guiños, ya no solo sobre mundo y personajes, sino sobre su habitual forma de resolver algunas situaciones, sobre el lenguaje, la política o la sociedad, todo ello salpicado de buenas dosis de humor negro, que nos proporcionarán un disfrute extra de la novela. Leer Estación de Tormentas será como volver a casa después de una muy larga temporada fuera: aunque no recordemos todo a la perfección, resultará familiar, agradable y sabremos que cada detalle está donde tiene que estar. Y no podremos evitar una intensa sensación de hogar.
La historia, viene a ser lo de menos. El buen brujo albino Geralt tan solo querrá tomar una buena comida en una pequeña ciudad cuando, de repente se ve metido en bronca, acusado por la justicia, robado con impunidad (nada menos que le arrebatan sus espadas) y mezclado en los peores asuntos posibles: los de hechiceros. A partir de ahí, ritmo trepidante, aventuras, y más desventuras aún. No desvelo nada con esto; aparece en la contraportada.
He de mencionar como de gran importancia, y este es uno de los detalles que más me ha movido a la reflexión en Estación de Tormentas, una subtrama muy secundaria que quizá deje extrañados a los primerizos en la que aparece una extraña moraleja a modo de flashes hacia el futuro. En ella, a modo de epílogo, Geralt le dice a Nimue (personaje de La Dama del Lago), hilando muy fino en una metáfora en la cual Sapkowski nos lo dice a los lectores, que sus aventuras son atemporales, que pase lo que pase, y que haya pasado lo que haya pasado, siempre existirán y siempre podrán existir, dando quizá una razón para la existencia de este libro además de algo en que pensar tras el polémico final de la saga.
Vamos ahora con los personajes. Sapko tiene la increíble capacidad para crear un hombre o una mujer creíble a partir de un diálogo (fantásticos diálogos; impagable traducción), o de la descripción de una breve acción, sin que por ello resulten estereotipos. Cuánto más brillará el personaje, por lo tanto, si profundiza un poco más en él. Así el alma mater de la novela será Geralt el rivio, protagonista indiscutible. Justo, aunque cínico y buen conocedor de la ralea degenerada que puebla su mundo; luchador acrobático y poderoso hasta casi la invencibilidad (casi), pero condenado a ser un eterno perdedor. En definitiva, el antihéroe perfecto. A su diestra, su leal amigo Jaskier: poeta orgulloso y mujeriego, bebedor y con un punto sinvergüenza (o dos). Divertidísimo personaje cuyas excelentes conversaciones con Geralt siempre dejarán con ganas de más. Y a su siniestra la hechicera Lytta Neyd: fuerte y manipuladora, femenina y sensual. El polaco siempre nos presenta hechiceras de las que enamorarse. Pero en este mundo la hechicería siempre conlleva problemas, y más cuando Geralt ha mantenido una relación tan estrecha con una de sus representantes, Yennefer, cuya sombra se vislumbra a veces.
No obstante, no son solo estos personajes los que brillan: aprendices de hechicera o hechicero, bandidos tramposos, cazarrecompensas degenerados, guardias fortachonas, niñas viajeras de otro tiempo, príncipes, funcionarios, mercenarios, trotamundos, piratas, y monstruos de todo tipo tienen cabida en este imaginario, y ninguno es solo un bulto con una espada en la mano o una frase que soltar.
Y es que Sapkowski construye personajes y tramas y agiliza su narración como ninguno. Se trata, en mi opinión, del escritor de fantasía épica de más calidad y equilibrio de nuestros días (sí, por encima del mismísimo gordo barbudo, desde el respeto), amén de un excelente prosista que trasciende al género en que escriba.
Ahora vuelvo a la cuestión que planteaba al principio: ¿esta novela es solo por dinero o además tenía algo que contar? Pues no digo que el polaco no haya vuelto a forrarse con ella, que es razón más que suficiente y en su derecho está. Pero es que además nos ha regalado un estupendo disfrute, así que no voy yo a buscarle tres ni cinco pies al gato, porque Estación de Tormentas es una magnífica novela de fantasía en la que, más allá de necesitar ambiciones innecesarias deberíamos, simple y llanamente, agradecer el que seguro será uno de los mejores libros del año.
Por último, ahí van unas citas del mismo:
“Guardaos de los desencantos, porque engañan las apariencias. Tal como aparentan ser, son las cosas raramente. Y jamás las mujeres.”
“Prefiero que me tengan por una criatura sobrenatural armada con una espada sobrenatural. En calidad de tal me contratan y en calidad de tal me pagan. Lo corriente, por el contrario, se equipara a lo insignificante, y lo insignificante a lo barato.”
“Pues sí, la política, eso sí que me va ahora. Primero pensé en dedicarme al puterío e invertir en mancebías. Me moví entre políticos, conocí a unos cuantos. Y me convencí de que es preferible trabajar con las putas, porque las putas por lo menos tienen su honor y algunos principios. Pero, por otra parte, es más difícil gobernar un burdel que un ayuntamiento.”
“La historia -el brujo se sonrió- es el relato mayormente falso de unos acontecimientos mayormente inexistentes que nos transmiten unos historiadores mayormente idiotas.”
“Cuáles son los tres espectáculos más bellos que hay en el mundo. Un barco a toda vela, un caballo al galope y bueno… una mujer desnuda retozando.”
“Jaskier suspiró. Arreó al castrado. Echó la vista atrás. Y volvió a suspirar. Era poeta, así que tenía derecho a suspirar cuantas veces le viniera en gana.”