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Reseña: Hellenikon

Publicado el 15 enero 2013 por Librohoy @Librohoy

Hoy hablaremos de novela histórica, concretamente de Hellenikon, escrita por Luis Villalón Camacho, de la editorial Evohé. Esta novela fue ganadora del premio Hislibris al mejor autor novel en el año 2009.

Reseña: Hellenikon.

 

Luis Villalón Camacho, nacido en 1969, es licenciado en Filosofía y Educación, y aunque Hellenikon es su primera novela, su amor por la cultura griega le ha llevado a publicar otros relatos cortos y textos sobre el tema.

Antes de entrar en materia, debo hacer mención especial a la editorial que publicó esta novela, Evohé, dedicada casi en exclusividad a la novela histórica y otros textos y ensayos sobre el tema. Salvo excepciones, las obras que salen de esta editorial gozan de gran calidad y rigor, y aunque suelen tratar temas muy específicos, recomiendo a los amantes de la novela histórica (sobre todo de la antigüedad clásica, como es mi caso) que aun no la conozcan que se den un paseo por sus obras. Creo que no se sentirán defraudados.

Hellenikon es la palabra que define el sentimiento de “lo griego”. El autor se hace eco del término acuñado por Heródoto, padre de la historiografía, para dar título a su libro. Este se enmarca entre los años 510-478 a.C., en los que se suceden una serie de hechos  de los cuales el más conocido son las Guerras Médicas. Pero aquellos que esperen un argumento bélico, ya pueden ir saliendo por la puerta. En un tema tan trillado ya como este, Hellenikon se aleja de convencionalismos y se nos muestra como el viaje íntimo, personal y espiritual del protagonista, el desertor espartano Arimnesto, que hastiado del mundo y sin un camino claro frente a él, decide convertirse en un asceta y vivir bajo la sombra de un olivo. La guerra, y otros sucesos históricos relevantes de la época, como la consolidación de la “democracia” ateniense, o la problemática espartanos-ilotas, solo sirven como telón de fondo para presentarnos la biografía del protagonista. Arimnesto se nos antoja como un personaje que ha renunciado a su capacidad de decidir que hacer con su vida, y acepta sin tapujos ser un instrumento en manos de los dioses, a cuyos designios se entrega completamente. La presencia de los dioses es una constante durante todo el libro, y aunque nunca llegan a aparecer manifiestamente, Villalon consigue hacer que nos preguntemos si realmente tienen un papel en la historia, o  por el contrario, si las creencias del protagonista le hacen ver señales divinas donde solo existen casualidades. Esta total entrega a la divinidad, esta humildad ante los poderes superiores, forma parte de ese Hellenikon, ese sentimiento de ”lo griego”, por el cual Arimnesto asume como inevitable e inopinable todas las desgracias y venturas que le trae la vida ( lo “apolíneo” y lo “dionisíaco”, como diría Nietzsche muchos siglos después). Aunque catalogada como histórica, podríamos decir que se trata de una novela vital, casi filosófica.

Mención especial merecen los personajes secundarios (algunos de ellos figuras históricas reconocidas y reconocibles), que durante casi toda la obra brillan más que el protagonista principal. El anciano Cavilides, co-protagonista y amigo-benefactor-figura paterna-consejero-complice-guardían de Arimnesto se hace especialmente querido.

Lo mejor del libro: una visión diferente, más intima y personal, más “a nivel del pueblo” de la antigüedad clásica y un ritmo ágil, sobre todo en los abundante diálogos, en este caso más reveladores que las descripciones.

Lo peor: la extensión; apenas unas 200 páginas, muy bien aprovechadas para una historia que podría haberse extendido casi el doble, hecho que hubiera contado con mi gratitud personal, pues ahí sucesos que al final del libro no quedan del todo bien explicados. Aun así. muy recomendable.


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