IMPOSIBLE SALIR DE LA TIERRA
Título: Imposible salir de la tierra.
Autora: Alejandra Costamagna (Santiago de Chile, 1970). Hija de argentinos que llegaron a Chile tras el golpe militar, su primer vinculo con la literatura surge de una imagen nocturna de doble dimensión: su madre, sentada cada noche en la orilla de la cama, en los primeros años de la década de los setenta, leyéndole historias de Sherezade. Y la de la hija del visir, sentada en la orilla de la cama del sultán despechado (que se ha propuesto matar a una mujer cada noche), atreviéndose a contarle historias con un final abierto y dejando que el suspenso pactado cada noche la salve de la muerte. Tras haber desarrollado su talento literario en el instituto y de haber estudiado periodismo participó en talleres y realizó una Maestría y un Doctorado en Literatura. Ha escrito para diversas revistas como Rocinante, Gatopardo, Rolling Stone, El Malpaseante y Anfibia. Su primer libro, la novela En voz baja, publicada en 1996, fue su despegue en el mundo literario donde ha cosechado muchos éxitos. Por destacar algunos: finalista del Premio Planeta de Casamérica en 2007 por Dile que no estoy, el Premio Altazor 2006 por Últimos fuegos o el Premio Anna Seghers en 2008 al mejor autor latinoamericano del año. Recientemente, en 2018, ha quedado finalista del Premio Herralde de novela con El sistema del tacto. Imposible salir de la tierra es su volumen de relatos escritos entre 2005 y 2015, publicados en diversos periódicos, libros y revistas o completamente inéditos hasta la fecha.
Editorial: Editorial Barrett.
Idioma: castellano.
Sinopsis: Imposible salir de la Tierra es una colección de los mejores relatos de Alejandra Costamagna, una figura sin la cual no podría entenderse la literatura actual chilena y latinoamericana. En sus historias, apasionantes y sorprendentes, tienen cabida las relaciones prohibidas, los amores perdidos y unos personajes brutales y conmovedores con todas sus contradicciones, obsesiones y delirios. Con una prosa brillante y precisa, Alejandra Costamagna crea un mundo del que no podrás y no querrás escapar.Su lectura me ha parecido: diáfana, sincera, aparentemente pesimista, fría desde la perspectiva de la cotidianeidad, alejada de los grandes relatos, más centrada en las pequeñas luchas, desigual al tratarse de una antología de relatos, plagada de personajes unidos por un sólo objetivo... Hay semanas en las que deseas salir de la tierra. Metafóricamente. Pero también literalmente. Días en los que sientes que te pesan los hombros, en los que sientes que estás perdiendo el tiempo, en los que deseas viajar en el tiempo para recomenzar o cambiar aspectos de tu pasado. Jornadas maratonianas, de no tener un hueco en tu cabeza para tus verdaderas pasiones, de médicos, de inconscientes comeduras de tarro que lo único que consiguen es ralentizar tu trabajo, no cumplir con los objetivos marcados. Mañanas que te las pasas mirando el techo de la habitación, buscando algo, eso que tanto ansías y que no aparece por ninguna parte, ni siquiera entre las manchas del gotelé. Tardes de automotivación que se tornan en desesperación porque algo ha fallado. Llamémoslo "imprevisto de última hora" o "distracción fortuita" que consigue poner patas arriba el horario que previamente te habías marcado. Ante esta situación sales a la calle, con la excusa de despejar tus neuronas de la tormenta eléctrica. A veces corres, otras aprietas el paso, aunque lo que en realidad haces es pasear lentamente, como si acompañases a una corte de hormigas. Observas a tu alrededor, deseas encontrar algo novedoso, algo que haga de tu existencia más atractiva, pero lo único que encuentras son descampados, edificios a medio construir y polvo, mucho polvo. Cierras los ojos, piensas en algo bonito, te recreas en ello hasta que te duelen los párpados. Al abrirlos, todo se ha esfumado y vuelta a empezar, asumiendo con resignación que lo imaginado será simplemente eso, algo maravilloso pero producto de tu subconsciente. Hay semanas en las que deseas salir de la tierra, dejarlo todo atrás, desaparecer. El problema viene cuando hay mil y un motivos por los que es, voluntaria e involuntariamente, imposible partir. Mientras leía a Alejandra Costamagna - magnífico descubrimiento - pensaba en todo eso y en como su envoltorio puede tornarse perverso e irreal. Imposible salir de la tierra: once cuentos que te mantienen los pies en el suelo y la cabeza en otros lares.
Sara Gallardo, Samantha Schweblin, Ana María Shua, Laura Restrepo o Ariana Harwicz. Quizás a alguna de vosotras/os no os suenen para nada estos nombres. Y no me extraña, ya que las autoras latinoamericanas han permanecido siempre a la sombra de sus colegas escritores, y no digamos cuando a mediados de siglo XX el mundo asistió al despertar - también llamado "boom" - de la literatura procedente de países como Mexico, Colombia, Perú o Argentina. Un movimiento imparable que se extendería a lo largo de las siguientes décadas. Por supuesto, sus nombres nos los han tatuado a fuego en nuestra cabeza: Octavio Paz, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Adolfo Bioy Casares, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier y por supuesto Gabriel García Márquez como punta de lanza del movimiento. Sin embargo, y sin desmerecer su enorme talento literario, poco se habla, por ejemplo, de Elena Garro, o de Gabriela Mistral, o de Rosario Ferré o de Silvina Ocampo o de María Luisa Bombal entre otras. Si hacemos una búsqueda rápida, observamos como solamente estas dos últimas aparecen mencionadas y reconocidas como escritoras precursoras de terrenos literarios como el realismo mágico o los cuentos de carácter metafísicos tan característico de esta oleada creativa. Si indagamos un poco más, descubrimos - en la misma página de Wikipedia dedicada al boom latinoamericano - un nombre de mujer más, el de Elena Garro, relegada a la categoría de "Otras figuras" junto con Clarice Lispector (que aunque Brasileña, importante es la influencia de esta corriente literaria en sus novelas y ensayos) cuando, y está demostrado que su novela Los recuerdos del porvenir - publicada varios años antes que Cien años de soledad - asienta los pilares del realismo mágico del que acabarían asociándose con el nombre de Gabriel García Márquez. Con estas palabras no busco desmerecer el talento del escritor colombiano, faltaría más, simplemente aspiro a que los que lean estas líneas entiendan que en este mundo existen hombres y mujeres, y que como tales, merecemos conocer la historia de ambos y estudiar sus aportaciones a la humanidad en igualdad y sin discriminación o silencio alguno. Actualmente, algunas editoriales parece que han escuchado la llamada del feminismo, por lo que en sus catálogos, de la noche a la mañana, autoras latinoamericanas de primer orden - tanto las que protagonizan en panorama literario actual como las que ya no están y podemos considerar verdaderas maestras - copan las listas de ventas y de premios internacionales. A mi estantería, el año pasado, vinieron para quedarse las nombradas en el primer párrafo. Escritoras que, además de trasladarnos a universos e historias increíbles, llevan con orgullo el sentirse pertenecientes a un nuevo movimiento cultural que en los últimos años no ha hecho más que dar alegrías al calor de los numerosos despertares sociales que están teniendo lugar en países como Chile, Argentina o Puerto Rico. De todas ellas, Sara Gallardo es la que, a pesar de pertenecer a la generación pionera, sus textos han cobrado protagonismo gracias a una impresionante labor de recuperación. Samantha Schweblin (capaz de trasladar el concepto de Black Mirror a la Argentina del siglo XXI) Ana María Shua (una bestia del microrelato), Laura Restrepo (la más internacional) o Ariana Harwicz (cuya última novela me heló la sangre) dan la bienvenida a otras autoras de reciente incorporación a mi estantería como Mónica Ojeda, Valeria Luiselli, Rosario Ferré o Alejandra Costamagna. Esta última, la autora del libro que a continuación reseñaremos.
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando vi por primera vez la portada y el título del presente volumen de relatos fue que estaba en mi terreno, que en su interior me toparía con cuentos de ciencia ficción o al menos próximos a ella. Comprendedme, la poca concección de la sinopsis y esa nave - la cual parece más pequeña de lo que en realidad sería - a punto de despegar o de aterrizar ¿quién sabe? me hicieron pensar que me pasaría aquellos días de septiembre pegada a historias que me hiciesen viajar a inexplorados planetas. No obstante, y a pesar de mis expectativas, me encontré con algo muy distinto y a la vez cercano a lo que una servidora se imaginó. Haciendo honor a su título - Imposible salir de la tierra - Costamagna escribe una serie de relatos cortos plagados de personajes que desean con todas sus fuerzas escapar. Pero no hablamos de una huida geográfica, sino de ellos mismos, de su propia existencia. En otras palabras, a estos protagonistas les duele el simple hecho de respirar, porque de donde quieren marcharse es de su propia identidad, de su propio cuerpo, de su razón de ser en este mundo que no hace más que oprimirles, estrujarles, asfixiarles. De ahí que aparezcan ligeras pinceladas de ciencia ficción, ya que su máxima aspiración, en todos los casos, se consigue a través de la muerte, pero a pesar de ello, los personajes sostienen la búsqueda de otra solución, aunque ésta sea a todas luces imposible. No es de extrañar que, con este hilo conductor, la prosa de Costamagna sea fría, algo distante y ausente de cualquier atisbo de sentimentalismo o dramatismo. Son historias tan tremendas y realistas que incluso sus finales felices - o medio felices - resultan imposibles de encontrar en la vida real, de ahí que hablemos de ficción realista con toques de irrealidad que parecen cercanos a la ciencia ficción. Pero la diferencia es que el género que tanto cultivaron Asimov o Lem se sustenta sobre bases científicas bastante verosímiles, Costamagna no busca verosimilitud en los deseos de sus personajes, de hecho, algunos resultan enormemente incomprensibles, sin embargo, consigue que el lector acabe comprendiéndolos y al menos sopesando sus argumentos. Cada uno de los cuentos que componen esta antología contienen rarezas, obsesiones, peculiares relaciones humanas que nos hacen ver la fragilidad sobre la que se sustenta la vida y las relaciones sociales. Una realidad que, aunque incómoda, debemos aprender a observar, y sobre todo, a entender.
Por citar algunos de los relatos más representativos de la pluma de Costamagna destacaría, por supuesto, el que da nombre al libro - Imposible salir de la tierra - en donde Julieta (una joven de 19 años que se debate entre terminar como "planta" o como "perro" a causa de un tumor y cuya capacidad de toma de decisiones le ha sido arrebatada) busca en la muerte su única vía de escape para trascender más allá de la vida. El problema viene cuando Raquel, hermana de Julieta, se aferra a las pocas esperanzas que quedan, como si aún existiese solución. Pero Julieta no quiere ser una "planta" - entiéndase como estado vegetativo - a ella hace tiempo que todo le da igual y lo único que quiere es terminar con todo antes de que su hermana cometa una locura en pos del amor fraternal y las "buenas intenciones". Seguidamente, otro texto que me causó una honda reflexión fue Are you ready donde, desde la ironía mas mordaz, se aborda el tema de la muerte. Desde lo que conlleva dicho acontecimiento - confusión, llanto, palabras en muchas ocasiones vacías y eufemismos para referirse al hecho de fallecer - hasta lo que significa desde la perspectiva del muerto - silencio sepulcral, frialdad, piel vacía y la sensación de lo que pudo ser y nunca fue - así como lo concerniente a la propia liturgia - la cual acaba, irremediablemente, convirtiéndose en un acto social más allá del motivo que ha unido a todas/os al rededor de un ataúd -. La hipocresía sobrevuela sobre el féretro y al protagonista todo eso, como bien leemos, le produce una repugnancia difícil de digerir. Por último, "Naturalezas muertas" aborda la dependencia afectivo-amorosa entre Martín Canossa - un hombre acabado y sostenido por el revulsivo de los antidepresivos - y Alia Votti - una mujer en la que Canossa acaba volcando todas sus esperanzas -. Alia Votti se convierte en la nueva droga de Canossa, la persona que conseguirá sacarlo del abismo cuando, en realidad, la solución a sus problemas pasa con hacer las paces consigo mismo. La relación parece ir viento en popa hasta el momento en el que Votti comienza a mostrar indiferencia hacia sus palabras o actos. Es entonces cuando Canossa comienza a sufrir las consecuencias de haberse olvidado de él mismo y de una mente perpetuamente obsesiva y despierta.
En este último párrafo concluiremos destacando el talento de Costamagna, en primer lugar, para crear personajes totalmente normales en su contexto social pero con fantasías - las de experimentar su propia inexistencia - que escapan de la lógica o de las convenciones de una cultura asentada en los valores de la religión católica. Y en segundo lugar, para concienciarnos de que, en cualquier momento de nuestra vida, podemos ser Julieta o Martín Canossa. En otras palabras, que podemos ansiar nuestra desaparición en el momento más inesperado, estando cuerdos y hasta en un momento en el que las circunstancias de cualquier signo nos sonrían de oreja a oreja. Pero como bien reza Costamagna. es imposible, al menos por el momento - y si la ciencia no lo democratiza - salir de este mundo y observarlo tras un cristal a salvo de cualquier peligro procedente de la raza humana. Imposible salir de la tierra: once historias de irrealidad, de terrenidad, de pequeñas desgracias personales, de deseos inmorales a ojos de la sociedad, de adicciones, de muerte, de un halo de esperanza... Un libro, y sobre todo una autora, procedente de un país (Chile) en el que Isabel Allende va a tener que acabar compartiendo protagonismo literario.
Frases o párrafos favoritos:
“Ahora, esta noche húmeda en la capital, el hombre está de pie en la boletería de un cine, a punto de conocer a la persona que extirpará, milagrosamente o no, los aguijones de su cabeza.”
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Barret Editorial