Edith Eger tenía dieciséis años cuando los nazis invadieron su pueblo de Hungría y se la llevaron con el resto de su familia a Auschwitz.
Nada más pisar el campo, sus padres fueron enviados a la cámara de gas y ella permaneció junto a su hermana, pendiente de una muerte segura. Pero bailar El Danubio azul para Mengele salvó su vida, y a partir de entonces empezó una nueva lucha por la supervivencia.
Primero en los campos de exterminio, luego en la Checoslovaquia tomada por los comunistas y, finalmente, en Estados Unidos, donde acabaría convirtiéndose en discípula de Viktor Frankl. Fue en ese momento, tras décadas ocultando su pasado, cuando se dio cuenta de la necesidad de curar sus heridas, de hablar del horror que había vivido y de perdonar como camino a la sanación.
Descubrí esta novela mientras paseaba entre las novedades de la editorial y como el título captó mi atención (yo y mi obsesión por Auschwitz), decidí leer la sinopsis. Seguramente ya sabréis lo mucho que me gusta la novela histórica, más aún las que se ambientan en la Segunda Guerra Mundial, pero si a todo eso le añadimos que esta está basada en hechos reales tened por seguro que la voy a leer. Et voilà! La editorial me cedió un ejemplar y hoy vengo a contaros mis impresiones, aunque os adelanto que las frases que aparecen en la portada son totalmente ciertas y no están ahí por rellenar hueco ;)
La novela se nos presenta narrada en primera persona desde el punto de vista de Edith, protagonista y autora de esta historia. Historia que arranca con el vivo recuerdo de una fotografía: la propia Edith, su hermana Magda y su madre Ilonka cogidas del brazo, desoladas y haciendo cola en una larga fila sin saber qué les espera y sin saber si esa será la última vez que se vean.
Desde el mismo momento en el que Magda y Edith se enteran de la muerte de sus padres en la cámara de gas junto a otros cientos —y miles— de judíos, entrarán en una continua lucha por la supervivencia. «Si sobrevivo hoy, mañana seré libre», piensan. Y sí, sobreviven, pero siempre quedarán traumas, heridas y cicatrices que nunca se curarán ni desaparecerán. Historias y recuerdos que permanecerán en su memoria y en la de todos los supervivientes hasta el fin de sus días.
Sería prácticamente imposible mencionar a todos los personajes, tanto principales como secundarios, que aparecen en esta historia porque son muchísimos, pero sí me gustaría destacar y recordar a los más importantes: los padres de Edith, sus hermanas Magda y Clara, Béla (el que, tras terminar la guerra y reconstruir un poco su vida, se convertirá en su marido y en su bote salvavidas), Lester e Imre (dos hermanos que también sobreviven a la guerra) y Laci (otro superviviente al que Magda conocerá con el tiempo).
Como el propio título indica, Edith quería ser bailarina profesional, pero poco antes de estallar la guerra fue expulsada del equipo olímpico por el simple hecho de ser judía, así que vio su sueño truncado cuando aún era muy joven aunque nunca dejó a un lado su amor por la danza. Y jamás hubiese pensado que eso mismo sería lo que la salvaría de la muerte, pues llegó a oídos del doctor Josef Mengele —el ángel de la muerte— que era una muy buena bailarina, así que un día la obligó a que bailase para él por mero entretenimiento.
"«Si no puedes entrar por una puerta, entra por una ventana»", solía decir nuestra madre. No hay puerta en la supervivencia. Ni para la recuperación. Todo son ventanas. Pestillos que no puedes alcanzar fácilmente, cristales demasiado pequeños, espacios por los que no pasa un cuerpo. Hay que encontrar la manera".
Y bueno... podría estar horas y horas contándoos cosas sobre Edith, tanto de periodos anteriores a la guerra como posteriores, pero se haría muy larga y aburrida la reseña y esa no es mi intención. Normalmente acostumbro a hablaros un poco de los personajes, pero al ser esta una novela basada en hechos reales, los personajes traspasan el papel y se convierten en personas de carne y hueso, personas que han vivido y sobrevivido a una de las épocas más convulsas de nuestra historia, aunque también se da voz y visibilidad a los que, por desgracia, no lo lograron =/
Es por eso mismo por lo que esta vez no puedo hablar de personajes bien construidos y trabajados o de personajes cercanos y humanos; pero sí puedo hablaros de personas valientes, de personas que dieron su vida y hasta su último aliento luchando por algo que les pertenecía: su dignidad. Y es que se cuentan tantas y tan crueles historias y experiencias que ponen los pelos de punta, entristecen y enfurecen, pero también nos regalan un sinfín de lecciones que ayudan a los personajes a ver un puntito de luz al final del túnel.
La novela no cuenta con una trama propiamente dicha, sino que está dividida en cuatro partes: la prisión, la huida, la libertad y la curación. En cada una de ellas, el lector seguirá los pasos de la mano de la propia Edith y se meterá en su piel de tal manera que sentirá lo mismo que ella.
A pesar de esas cuatro divisiones, yo he sentido que la novela estaba dividida en dos grandes bloques. Por un lado tendríamos la parte personal, donde Edith nos cuenta su experiencia antes, durante y después de la guerra y de Auschwitz. Y por otro lado tendríamos la parte psicológica, donde nos cuenta las experiencias personales que vivió con los pacientes a los que ayudó (que por si no lo sabíais, Edith Eger se licenció en en Psicología Clínica décadas después de terminar la guerra) y la forma en que esas experiencias la ayudaron a ella misma para salir adelante.
"Había perdido mi infancia en la guerra, mi adolescencia en campos de exterminio y mi primera juventud en la obsesión por no mirar nunca atrás. Me había convertido en madre antes de haber pasado el duelo por la muerte de la mía. Había intentado recuperarme demasiado rápido y demasiado pronto".
Esta novela, que se mueve entre la biografía y autoayuda, no pretende ser una mera descripción de hechos y acontecimientos que sucedieron durante la Segunda Guerra Mundial, sino un cúmulo de experiencias personales tanto de gente que sufrió la guerra como de gente que no estuvo relacionada con ella pero aun así necesitaban la ayuda de Edith para guiarles hacia su propia libertad.
Como es obvio, leer esta novela supone enfrentarte a historias muy duras y crueles, pero también supone aprender muchísimas cosas al lado de Edith Eger, así que no puedo sino recomendaros su lectura si os gustan este tipo de novelas, pues como reza en la propia portada: «Este libro es un regalo para la humanidad. Una de esas historias que nunca quieres terminar de leer y que te cambian la vida para siempre». Y sí, no podría describir de otra manera lo que «La bailarina de Auschwitz» ha supuesto para mí.
He sentido rabia e impotencia en muchísimas ocasiones, aunque también pena, mucha pena. A medida que iba descubriendo la historia de Edith y la de todos los que pasaron por lo mismo que ella, me fui dando cuenta de que por culpa de la ambición política de unos pocos entraron en guerra países enteros y fueron muchos los inocentes que sufrieron las consecuencias. Y ya ni hablemos de los prejuicios hacia los judíos sin un motivo aparente y las barbaridades que sufrieron por el simple hecho de ser judíos. Claro que también tuve momentos de alegría y felicidad aunque, por desgracia, no hubo tantos como me hubiese gustado :')
Y si he podido sentir todo eso y más ha sido gracias a la pluma de la autora, pues escribe de una forma tan cercana y directa que es imposible no empatizar con ella y con todas las historias y experiencias que nos regala. Se sirve de frases breves y concisas que de igual modo llegan al lector de forma directa y a mí no ha podido gustarme más su forma de escribir.
A pesar de que muchos de los capítulos no eran precisamente cortos (algunos incluso superaban las veinte páginas), en ningún momento se me hizo pesada ni aburrida, por lo que el ritmo de lectura es bastante ágil y os aseguro que a mí me tenía completamente sumergida y enganchada porque, entre otras cosas, el tema o temas que trata me interesan muchísimo y nunca es suficiente.
El final de la novela vino cargado de emociones y sentimientos, de ilusiones y agradecimientos. Después de lo mucho que cambió la vida de Edith después de la guerra y de grabarse a fuego en mi mente que, tal y como recoge la novela, Auschwitz y cualquier campo de concentración eran fábricas de muerte creadas por el hombre, las palabras de esta gran mujer han logrado calarme hondo y su historia quedará siempre conmigo. Y termino la reseña diciendo que el mundo necesita más personas como Edith Eger :')
/5~ Gracias a la editorial Planeta por el envío del ejemplar ~Y vosotros,¿habéis leído esta novela? ¿Os gustaría leerla? Contadme :)¡Nos leemos en la próxima entrada!