La Carrera
Nina Allan (Trad. de Carmen Torres y Laura Naranjo)
Ediciones Nevsky
Rústica | 432 páginas | 24€
Dopplegangers. Mundos paralelos. Vidas semejantes. Tres lugares diferentes. Tres mujeres que comparten el hilo de la historia a lo largo del tiempo, desde el presente hasta un incierto futuro. Nina Allan juega con nosotros, se dedica a llevarnos por tres escenarios con tres protagonistas diferentes, tejiendo una realidad que se superpone y se confunde entre si, conservando pequeños ápices de conexión como si de un juego de espejos se tratase. En Sapphire reside Jenna, una diseñadora de guantes para Controladores de perros biónicos, los cuales son el deporte y pasatiempo que predomina, que ve su vida marcada por la ausencia de su madre. En Hastings vive Christy, una joven solitaria refugiada en la biblioteca que se dedica a escribir sobre todo lo que la rodea con un pasado de lo más duro. Por último, Maree por fin va abandonar La Granja, un centro de adiestramiento para niños con un alto nivel de empatía, surcará el peligroso océano Atlántico donde residen las descomunales ballenas hasta llegar a su destino.
Ilustración de la portada en la edición de NewCon Press
La Carrera se divide en cinco capítulos que pueden verse como novellas independientes, que contienen tres voces narrativas diferentes en primera persona, y otras dos que llegan en tercera persona. Las del primer grupo; Jenna, Christy y Maree se sienten como más cercanas pesé a que narran de forma un tanto fría, nos aportan mucho más y su interés en general, es mucho mayor. La narrativa se resiente en las otras dos historias, que chocan bastante, y más que aportar al relato se dedican a romper con lo establecido hasta el momento, desembocando en un final que no está a la altura de las expectativas. Reconozco la maravilla de la estructura, me encanta que jueguen conmigo mediante espejos como bien hace mi querido David Mitchell, pero necesito que ese misterio me lleve a algo más para que termine de enamorarme y no me deje colgado. Eso sí, la prosa de Nina Allan es muy interesante, ágil, con una facilidad pasmosa para llevarte de un sitio a otro, como si realmente alguien te estuviera contando su historia en una conversación.
Pese a que temáticamente podríamos englobarla como ciencia ficción, en realidad su mayor virtud es el realismo que rezuman sus letras. Olvidaos de una acción trepidante. Aunque la narración es fluida, lo que la autora busca es profundizar en la mente de nuestras protagonistas, en describir los lugares que habitan y en transmitir sus recuerdos pasados, sus sensaciones. Todo forma una gran excusa para abordar diferentes temáticas que se asientan en nuestro propio mundo. Nina Allan crea un multiverso que ronda por dos versiones especulativas de Reino Unido, uno más asentado en el presente que conocemos y otro sumido en una decadencia medioambiental potenciada tras una gran guerra con toques de ciencia ficción. Cada página obliga a replantearnos lo que es real o que detalle debes tener en cuenta a la hora de abordar la siguiente historia. Este detalle, que puede ser desasosegante para algunos lectores, es particularmente lo que más he disfrutado, aunque no haya obtenido un gran premio al final.
Ilustración de la portada en Ediciones Nevsky
Nina Allan busca algo más que contar una simple historia. Para ello utiliza la vida de sus protagonistas. Aparte de temas que apuntan más hacia a la ciencia ficción como el colapso ecológico del mundo, jugar con la existencia de universos paralelos, los poderes telepáticos o la manipulación genética, creo que el interés de la autora por problemas sociales es mucho mayor. El sexismo se verá reflejado en las dos primeras historias con dos duras relaciones familiares y escenas de verdadera crudeza, o cuestiones de índole racial aparecen durante toda la tercera historia. Lo que más me ha gustado ha sido la naturalidad con la que sexualidad se ha tratado y normalizado en todos los relatos, sin estar metida con calzador como diríamos en otras novelas, así como las reflexiones sobre la búsqueda de la identidad propia o el mensaje ante la necesidad que tenemos continuamente de relacionarnos como seres humanos que somos.
Es cada vez más de agradecer el mimo que algunas editoriales ponen en sus nuevas publicaciones. Ediciones Nevsky es una de esas que cuidan todos los detalles. La ilustración de cubierta de Julia Lloyd adaptada por Zuri Negrín me parece fascinante, es más, es lo que hizo que la novela me entrará por los ojos en un primer momento con esas letras amarillas que llaman la atención. La traducción de Carmen Torres y Laura Naranjo me ha parecido perfecta, sabiendo jugar con cada voz que Nina plantea, y a las que se le nota la calidad y el trabajo detrás. La Carrera es una lectura que supone un pequeño desafío al lector, un salto al vacío en el que puede entrar y dejarse llevar, o por el que puede sufrir durante las cuatrocientas páginas. Si algo tenemos que agradecer a La Carrera es su raíz especulativa, la cual hará que todos los lectores se sumerjan en interesantes debates durante largas conversaciones.
El juego de espejos, de búsqueda de detallesLa primera historia me cautivoSus mensajes sociales tan necesarios hoy en díaLa edición de Nevsky es maravillosa
Ese desequilibrio en la tercera y quinta historiaNo existe un premio final que cierre la historia
Nina Allan plantea un rompecabezas interesante, que te tiene pegado a la lectura unas cuantas horas, pero del que no obtienes un gran premio, una gran explicación, un gran final. Cinco historias para indagar en problemas de índole social y cuestiones trascendentes para la sociedad, todo con esa premisa de ciencia ficción rezumando por el fondo. Adentrarte en La Carrera y esperar lo inesperado es lo mejor que puedes hacer, sobre todo para poder disfrutarla en todo su esplendor y dejarse llevar por las vidas de Jenna, Christy y Maree para sacar tus propias conclusiones al final.
¡Muchas gracias a Ediciones Nevsky por el ejemplar!
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