Título original: La ciudad de la luna eterna
Autora: Esther Sanz
Editorial: Montena
ISBN: 9788415580515
Nº páginas: 352
Precio: 14,95 €
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Saga El bosque
1. El bosque de los corazones dormidos
2. El jardín de las hadas sin sueño
3. La ciudad de la luna eterna
Sinopsis
Cuando el destino cierra una puerta, el corazón abre otra… Ahora que por fin han desaparecido las amenazas que ponían en peligro el secreto del bosque, Clara ha regresado a Colmenar y trata de acostumbrarse a la tranquilidad de la vida rural, mientras planea trasladarse a la aldea de los inmortales con Bosco. Hace cuatro meses que no se ven, y a Clara la espera se le está haciendo eterna… Pero cuando finalmente llega el momento que tanto ha anhelado, las cosas no suceden precisamente como ella había imaginado. Un descubrimiento inesperado abre un abismo que la separa irremediablemente de Bosco y pone fin a la relación de forma precipitada… Muy pronto, en un intento de poner tierra de por medio cuanto antes, Clara decidirá viajar a la ciudad del Renacimiento, Florencia, desde donde le han llegado noticias algo extrañas de Robin…
Opinión personal
Toda la reseña contiene spoilers.
En primer lugar, tengo que avisaros que aquellos que odiéis los spoilers, esta reseña no es para vosotros. En sí misma es un spoiler gigante porque si tenéis en cuenta cuál de los dos personajes masculinos me tiene enamoradita y a cuál detesto (y si no lo sabéis de momento, os vais a cansar de leerlo aquí), podréis ir deduciendo por dónde van los tiros de la trama. Así que, avisados estáis, luego no podréis decirme que no he sido lo suficientemente clara, ¿eh?
Tengo que reconocer que este cierre de la trilogía de El bosque no ha sido todo lo que deseaba pero ha terminado mejor de lo que me temía. Me ha tenido en vilo a lo largo de toda la historia y me ha hecho sufrir enormemente porque temía que la decisión final de Clara, entre Bosco y Robin, no fuera de mi agrado y ahí sí que hubiera tirado el libro por la ventana.
Bosco me parece un ser totalmente anodino y en absoluto interesante, es un personaje que está porque por lo visto tiene que estar, por eso de ser uno de los eternos y el guardián de la semilla y tal, pero vamos, yo lo hubiera suprimido. ¡Qué desesperante! Y lo peor de todo es que a lo largo de la novela ¡no hace nada! Cada vez que se habla de él es para decir que va o que viene de algún sitio, que sigue respirando o que participa en un juego centenario, pero nada relevante. Y aún peor, las intervenciones de Clara hablando de él son totalmente insufribles: “es tan perfecto, es demasiado perfecto, es maravilloso, no estoy a su altura, lo adoro, es perfecto, eso ya lo he dicho, no importa, es que lo es”. Desesperante. Me ponía de mal humor cada vez que tocaba un pasaje de estos dos juntos o de Clara reflexionando sobre él. Sinceramente, no entiendo qué le ve.
Sin embargo, durante las partes en las que aparecía Robin me cambiaban la cara y el estado de ánimo completamente. Es un protagonista masculino genial: combina a la perfección un misterioso lado oscuro con un corazón dulce y bondadoso. Es fuerte y decidido, es de esos personajes que toma el control ante las dificultades y que tiene recursos, que ha sido entrenado para situaciones complicadas y que tiene unos ideales firmes y claros; por otro lado, en su faceta más personal, es totalmente adorable, sexy y divertido, es un chico “normal” y eso es lo que le hace único.
Por su parte, Clara me ha parecido más madura que en libros anteriores, aunque me ha desesperado en determinados momentos con sus estúpidas dudas de a quién elegir, creo que es más reflexiva, se detiene a pensar los pros y contras de sus decisiones y en cómo influirán en su futuro. Es momento de decidir qué vida quiere llevar y a quién quiere a su lado, y en mi opinión hace reflexiones muy acertadas sobre la vida. Además, entre las páginas descubrimos algún personaje muy peculiar que nos deja profundas reflexiones sobre la importancia de las elecciones, el arrepentimiento y las segundas oportunidades, la eternidad y el amor.
Las descripciones de la autora vuelven a ser una maravilla para los sentidos: nos traslada a las eternas calles de Florencia con la elegancia que le caracteriza y nos envuelve con sus aromas y colores con una intensidad única. La pluma de Esther Sanz es lírica y majestuosa, cercana a los lectores y a los personajes pero con una belleza muy singular. Juega con los sabores, las texturas de las telas, las formas del arte y las situaciones típicas pero que adoro leer (baile de máscaras y desafíos sensuales). Vuelve a incluir leyendas y referencias culturales que envuelven aún más la historia con un aura especial que la hace inolvidable.
Tiene menos acción “necesaria” que los anteriores pero sigue mereciendo la pena solamente por el placer de leerlo. Me explico: he tenido la sensación de que no hay tantos peligros ni tanta acción, hay algunos encontronazos pero el dilema principal de la novela es qué hacer con la semilla y no tanto las amenazas externas que se cernían sobre ella. El desenlace y la elección final me han satisfecho; me parece un cierre adecuado para una trilogía de fantasía que hay que leer si te gusta el género juvenil.
Valoración personal: