“La cocinera de Himmler”es el primer libro publicado en castellano del escritor y periodista francés,Franz Olivier-Giesberty ha resultado un gran éxito en toda Europa.
Esta novela cayó en mis manos gracias a un sorteo organizado por Laky del blog libros que hay que leer, así como en algún otro blog, en el que pedían una descripción de Rose, la protagonista de esta novela, y las mejores descripciones se la llevarían, así que una tarde en compañía de mi hermana y después de muchísimas risas logramos hacer una definición, más o menos coherente, con la que gané el libro: “Rose es una mujer que conoce 50 maneras de asesinar con un espagueti, y cuando la ves venir con un cuchillo en la mano es mejor echarse a temblar, porque no se sabe si quiere trinchar el pavo o convertirte en picadillo. Una mujer que a pesar de tener más de un siglo de vida, debajo de su uniforme de cocinera, siempre lleva lencería fina, porque una nunca sabe…. Y teniendo en cuenta el Mistral de Marsella, la imagino también un poco loca”.
“No soporto a la gente que se queja. El problema es que el mundo está lleno.” Es así como comienza esta historia, y Rose mejor que nadie sabe que esto es cierto; comienza sus memorias con el propósito de prevenir a la humanidad de los peligros que corre y que no tengan que vivir todo lo que ella ha vivido; y por supuesto también, volverse interesante, algo difícil a su edad. Rose ha vivido demasiado, pero siempre intensamente, sin quejarse nunca, a pesar de que ha vivido algunos de los periodos de la historia más terribles como el genocidio armenio, la segunda guerra mundial o el maoísmo. Su vida ha sido difícil y lo peor es que todos a los que ella ha amado se han ido dejándola sola con sus recuerdos y su pistola, de la que nunca se separa.Rose es sin duda el punto fuerte de esta novela, una mujer carismática, que no se amedrenta ante nada y una vez que alguien entra a formar parte de su lista de odios, tarde o temprano, su venganza recaerá sobre él, porque ella nunca olvida. Es una mujer que ha sufrido muchísimo pero que tiene una gran capacidad para levantarse con cada golpe del destino.Rose nos va narrando su vida en función de determinados momentos históricos, entreteniéndose con demasiados datos de personas y fechas, como si nos estuvieran dando un curso de historia, lo que en ocasiones me ha parecido pesado y que entorpecía la narración.Nuestra protagonista también nos hablará de varias novelas que la han ido marcando a lo largo de la vida, que la formaron como cocinera o que le enseñaron determinados valores en la vida, como pueden ser las obras de Goethe o Epicuro; los escritores también forman parte de la historia, ya que conoceremos algunos que pasarán en algún momento por el restaurante de Rose, como son Simone de Beauvoir o Jean Paul Sartre, al que no deja precisamente en buen lugar. Esta parte me ha parecido interesante ya que ha sido como acercarme a estos personajes de una manera más personal aunque sea ficticio.Al final, Rose nos dejará las recetas que la hicieron tan famosa, así como una relación de libros, entre los que se encontraba “El abuelo que saltó por la ventana y se largó”, obra con la cual yo la comparé en diversas ocasiones mientras la leía.
Giesbert realiza un repaso irónico de algunos de los peores momentos históricos de la estupidez humana, todo ello de la mano de Rose y de sus vivencias; ella es una mujer que ha sufrido pero que también ha amado, una mujer que nunca olvida y la venganza es su credo, sin dejar en ella un atisbo de remordimiento. El humor es el ingrediente principal de estas memorias, todo ello aderezado con unas pizcas de tristeza y amargura, muchos gramos de amor, cubiertas de una capa de fatalidad, que hacen de esta novela una opción diferente y hasta cierto punto interesante.