LA CULPA
Título: La culpa.
Autor: Kate Chopin (1850-1904), comenzó su carrera literaria tras la muerte de su marido. Escribió dos novelas y gran cantidad de relatos, además de cuentos infantiles. Su obra causó controversia por su directo tratamiento de la sexualidad y su abordaje de temas tabú para la época. Actualmente es reconocida como una autora fundamental de la literatura feminista, y su segunda novela, El despertar, se ha convertido en un clásico.
Editorial: Defausta.
Idioma: inglés.
Traductor: Susana Prieto Mori.
Sinopsis: Thérèse Lafirme se ve obligada al enviudar a ocuparse de sola de su plantación en Luisiana. Sus fuertes convicciones morales y religiosas le impiden aceptar la proposición matrimonial de David Hosmer, un hombre se negocios divorciado, pese al profundo amor que tiente por él. Un magnífico retrato de una sociedad sureña económicamente desgarrada por las tensiones raciales y el eterno conflicto entre las necesidades personales, familiares y sociales.
Su lectura me ha parecido: breve, intensa, muy avanzada para su época, clásica, interesante, controvertida...Queridos lectores y lectoras, la literatura norteamericana, a pesar de ser una de las más jóvenes, está plagada de grandes escritores. Caracterizada por la influencia anglosajona en las primeras épocas y por su capacidad de evolucionar hacia un estilo más autóctono en última instancia, ésta ha sabido estar presente entre nuestras lecturas habituales. A todos se nos viene algún nombre a la cabeza. La inolvidable poesía de Walt Whitman, las oportunas reflexiones de Henry David Thoreau, las descripciones psicológicas de Nathaniel Hawthorne, la feroz crítica de Mark Twain o la revolución en el relato que llevó a cabo el grandísimo Edgar Allan Poe. La lista es larguísima ya en el siglo XIX, a la que se añadirían autores como William Faulkner, T.S Eliot, Raymond Chandler, F. Scott Fitzgerald, Henry Miller, Ernest Hemingway, John Steinbeck, Truman Capote, Paul Auster, Philip Roth o Tenesse Williams entre otros. No obstante, es más difícil que nos acordemos de ellas, pues también hubo mujeres escritoras en los Estados Unidos de América. No suelen ser sus nombres los primeros que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en literatura estadounidense, pero lo cierto es que las había. Emily Dikinson, Edith Wharton, Gertrude Stein, Flannery O´Connor, Harper Lee, Maya Angelou o Sylvia Plath pertenecen a ese privilegiado y selecto club de las que consiguieron hacerse un importante hueco en el panorama literario y cultural de su país natal. No obstante, entre los recovecos de la historia, encontramos otros nombres de mujer que injustamente no aparecen tan asiduamente junto al sus coetáneos, como es el caso de la autora cuya novela hoy tengo el placer de reseñar. La culpa: una vuelta de tuerca a las historias de amor tradicionales.
La historia de como La culpa llegó a mis manos fue sencilla, pero es necesario empezar por el verdadero principio. Como bien sabréis, durante estos últimos años, como lectora y como persona, he tomado la decisión de ampliar mis horizontes y no acallar esa maravillosa curiosidad que desde siempre he tenido hacia los libros y la literatura. Esa inquietud, que en ocasiones me ha dado buen resultado, me ha llevado a interesarme por un cierto tipo de libros, esos que parecen nuevos ante nuestros ojos pero que en realidad no lo son, esos que llevan años e incluso siglos publicados, esos que aparecen traducidos por primera vez en mucho tiempo al castellano, esos cuyo título y autor no nos suenan de nada, esos que cuentan historias que en muchos casos son igual de buenas que las de los más insignes, esos que cuya pluma nos transportan a mundos y que nos ofrecen otras perspectivas de un mismo tema... En definitiva, los best sellers están muy bien pero, aunque sea de vez en cuando, uno necesita empaparse de esas pequeñas y desconocidas joyitas. La culpa de Kate Chopin pertenecía a esa clase de libros, lo supe nada mas leer tanto la escueta biografía de la autora como la sinopsis del libro. Además de ser uno de esos tesoros literarios que no se encuentran tan fácilmente, estaba escrito por una mujer, y si duda, fue esto último lo que me hizo desear adentrarme en sus paginas. Lo veía, cada vez que me adentraba en alguna de las librerías que pueblan mi ciudad, ahí, expuesto, humildemente, pero derrochando atractivo literario. Finalmente y gracias a Defausta, pude por fin satisfacer ese hambre lector que llevaba tantos meses dentro de mi. Tardé un tiempo en poder iniciar su lectura como tocaba, aún así, y sólo cuando mis dedos acariciaron la última página, supe que mi instinto seguía más en forma que nunca.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que La culpa presenta una lectura entretenida, ágil y sorprendentemente amena. La verdad es que siempre es un gustazo comprobar como la literatura universal es capaz de atraer incluso al lector menos versado en estas lides. En mi caso, me alegró enormemente toparme con un libro que por un lado viene de una época apasionante de la historia de Estados Unidos y que por otro, no deja de resultar tan actual para los tiempos que corren. Seguidamente, he de confesar que, irremediablemente y espero no estar cometiendo un sacrilegio, La culpa me recordó ligeramente al universo de Lo que el viento se llevó. El mundo rural, la protagonista de fuerte carácter, las diferencias entre el campo y la ciudad, la situación de los esclavos afroamericanos, un amor apasionado, envidias feroces...Todo aquel que me conozca un poco sabrá que soy una auténtica fan de esa famosa película, si, se que es infinitamente larga y que ahora aburriría a más de uno, pero no puedo evitarlo. Me fascinan sus diálogos, la fotografía, el vestuario y la interpretación de Vivien Leigh como la famosísima Escarlata O´Hara siempre será uno de mis referentes. Como era de esperar y aunque La culpa se diferencia un poco de Lo que el viento se llevó, disfruté mucho de esta experiencia lectora, me gustó de alguna manera reencontrarme con ese mundo tan cinematográfico y literario al mismo tiempo que tanto me fascina. Eso si, en La culpa me faltó un poco de descripción del contexto histórico en el que se desarrolla la novela. Cuando me adentro de un libro, sea el que sea, me gusta observar como la acción de los personajes se ven condicionadas por la época y sus hechos históricos. Sin embargo, en La culpa, a penas se ofrecen pinceladas, si bien es cierto que enseguida intuimos que nos encontramos en plena Guerra de Secesión, pero en ningún momento se hace referencia a ella, ni parece que exista un problema racial con los sirvientes de la casa. Esto puede significar dos cosas, o bien que la autora simpatizase con la causa del sur o que, simplemente, quisiese dar más protagonismo al drama de sus personajes principales, lo que parece más probable. En relación con esto último, cabe mencionar que La culpa narra una historia de amor atípica, donde no tiene cabida el sentimentalismo tan típico de este tipo de novelas, lo cual, el lector acaba agradeciendo enormemente. Y en donde además, nos topamos con dilemas morales que para esa época eran trascendentales, como la cuestión del divorcio enfrentado a las fuertes y arraigadas creencias religiosas. No quiero desvelar mucho más en este sentido, pues, creo que lo mejor es que el lector acabe de descubrirlo por su cuenta, pero, os aseguro que la historia, desde ese prisma no tiene desperdicio. Por último, dos breves apuntes. En primer lugar, me ha sorprendido toparme con el acento, si es que se le puede llamar así, de los esclavos afroamericanos. Seguramente no sea el término más correcto, pero, sinceramente, creo que ha sido todo un acierto reflejarlo, pues enriquece fonéticamente la novela. Y en segundo lugar, una pequeña pega, el tamaño de la letra unido a la falta de espacio en el interlineado disuaden un poco su lectura. En mi caso no ha sido así, pero, quien no esté acostumbrado, puede jugar en contra del libro y de la historia que en él se narra.
En este último párrafo, y hoy más que nunca, quiero dejar constancia de mi opinión. Antes meditaba sobre el tema a abordar en la reflexión final. Mi cabeza giraba entorno a cuestiones como el mundo del campo, la atemporalidad de esta novela o las representaciones femeninas y masculinas que Kate Chopin realiza en esta novela. Sin embargo, un artículo en prensa lo cambió todo. Hace unos días, la polémica saltaba del papel a las redes sociales, Javier Marías, conocido escritor y habitual columnista, cargó contra el feminismo moderno y criticó las alabanzas hacia la poetisa Gloria Fuertes, pues, según su opinión, no es tan buena como nos quieren hacer creer. Dejando a un lado la cuestión de Gloria Fuertes, una escritora como la copa de un pino por cierto, me gustaría a propósito de esta reseña comentar algo. Todos conocemos a autoras ilustres que han pasado a la historia: Jane Austen, Charlotte Brontë, Edith Wharton, Carmen Laforet, Rosa Chacel, Emilia Pardo Bazán...Eso está claro, pero, ¿sabemos quién fue Marian Engel? ¿Angela Carter? ¿Luisa Carnés? ¿Frances Burney? ¿Torbor Nedreaas? ¿Sofía Fédorchenko? ¿Margaret Cavendish? ¿O la propia Kate Chopin? ¿No verdad? ¿Por qué será? Javier Marías diría que porque no fueron buenas en su tiempo y se burlaría del feminismo por tratar de ponerlas en valor, yo digo que ha sido el machismo más repugnante el que ha permitido que caigan en el olvido. Pues queridos lectores y lectoras, éstas autoras, han sido algunas de las que han irrumpido en mi vida por sorpresa gracias a esa impresionante labor que están realizando algunas de las editoriales más humildes pero enormemente comprometidas con el lector. Unas me han gustado más que otras, eso está claro, pero, no por ello, desprecio su trabajo, su labor en el campo de la literatura, sus estilos y sus temas tan oportunos para los tiempos que corren. Es más, y parece que a Marías se le ha olvidado, que muchas de las autoras que nombra, sufrieron en carne propia el machismo de su época, las dificultades para poder llegar a publicar, y como no, las barreras que les impedía estar intelectualmente a la altura de los hombres. Sin ir más lejos, en el caso de dos autoras españolas que el artículo se nombran, la una fue rechazada una tras otra sus candidaturas a ingresar en la RAE y la otra vio como su carrera literaria se truncaba por envidias de sus compañeros escritores y por un contexto de postguerra que retenía a las mujeres en el hogar. Es cierto que ahora, todas ellas reciben el respeto y la admiración de los lectores del siglo XXI, pero también hay que ser conscientes de lo mucho que ellas pelearon y el esfuerzo que editorialmente se ha hecho para situarlas en el lugar que les corresponde. Con esa perspectiva histórica y esa concienciación uno aprende a ser más abierto de mente, más analítico, más crítico y ver más allá de esos argumentos que sólo hacen que menospreciar el trabajo de las editoriales y de las autoras también. Libros como La culpa, tan bien escritos y tan modernos para su tiempo, nos deben hacer reflexionar sobre la importancia de ese rescate literario, de ese amor por los lectores, de ese compromiso con la sociedad, de ese intento por ofrecer a las futuras generaciones de mujeres modelos en los que poder reflejarse o imitar. No todo es maravilloso ni estupendo en los libros escritos por mujeres, pero, hay literatura más allá del corpus clásico, más historias, más mujeres increíbles que están deseando ser leídas, aunque en muchos casos éstas lo hagan desgraciadamente desde la tumba. La culpa: una historia de amor, ambición, campos de algodón, envidias, religión...Una novela recuperada para el gran público, un libro que llega desde el pasado para reflexionar sobre el presente.
Frases o párrafos favoritos:
"Seguía preguntándose "¿Hice lo correcto?", y debía acatar la respuesta a aquella pregunta, ya fuera con la fría satisfacción de haber cumplido esa virtud o con el imperecedero remordimiento que apuntaba a una meta en cuyas laberínticas posibilidades su alma se perdía y desvanecía."
Película/Canción: aunque todavía no existan noticias de una posible adaptación cinematográfica o televisiva, aquí os dejo la pieza de BSO que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña, evocadora y delicada.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Defausta Editorial