Revista Cultura y Ocio

RESEÑA: La librería.

Publicado el 20 noviembre 2017 por Jimenada
LA LIBRERÍARESEÑA: La librería.
Título: La librería.
Autor: Penelope Fitzgrald (1916-2000) de soltera Knox, era hija del editor de Punch, Edmund Knox y sobrina del teólogo y novelista Ronald Knox, el criptógrafo Willy Knox y del estudioso de la Biblia Wildfred Knox. Fue educada en caros colegios de Oxford. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó para la BBC. En 1941 se casó con Desmond Fitzgerald, un soldado irlandés, con el que tuvo tres hijos. Durante algunos años vivió en una casa flotante en el Támesis. Autora tardía, Penelope Fitzgerald publicó su primer libro en 1975, a los cincuenta y ocho años, una biografía del pintor prerrafaelista Edward Brune-Jones. En 1977 publicó su primera novela, The Golden Child, una historia cómica de misterio ambientada en el mundo de los museos. A lo largo de los siguientes cinco años publicó cuatro novelas vagamente autobiográficas, que la consagraron como una de las figuras más importantes dentro de la nueva narrativa inglesa. Con La librería, publicada en 1978, fue finalista del Booker Prize, premio que finalmente consiguió con su siguiente novela, A la deriva. Siguieron Human Voices y At Freddie´s. En este punto, Fitzgerald declaró que ya estaba cansada de escribir sobre su propia vida, y se decantó por la novela que desvelaba hechos y acontecimientos del pasado, desde un punto de vista histórico. La primera de ellas sería Inocencia, desarrollada en la Italia de los años 50 y que narra la historia de amor entre la hija de un aristócrata arruinado y un médico comunista. En 1988 publicó El inicio de la primavera, que tiene lugar en el Moscú de 1913. Siguieron La puerta de los ángeles y La flor azul, esta última centrada en la vida del poeta alemán Novalis.
RESEÑA: La librería.
Editorial: Impedimenta.
Idioma: inglés.
Traductor: Ana Bustelo.
Sinopsis: Florence Green vive en un pueblo costero de Suffolk que en 1959 se caracteriza justamente por "lo que no tiene". Florence decide abrir una pequeña librería, que será la primera del pueblo. Adquiere así un edificio que lleva años abandonado, comido por la humedad y que incluso tiene su propio poltergeist. Pero pronto se topará con la resistencia muda de las fuerzas vivas del pueblo que, de un modo cortés pero implacable, empezarán a acorralarla. Florence se verá obligada entonces a contratar como ayudante a una niña de diez años, la única que no sueña con sabotear su negocio. Cuando alguien le sugiere que ponga a la venta la polémica edición de Olympia Press de Lolita, de Nabokov, se desencadena en el pueblo un terremoto sutil pero devastador.

Su lectura me ha parecido: intensa, pequeña, bella, rebosante de pertinentes reflexiones, fuertemente autobiográfica, optimista y pesimista a partes iguales...Seguramente acierto cuando digo que todos los que nos dedicamos directa o indirectamente al mundo de los libros hemos soñado con tener nuestra propia librería. Un espacio único que reflejara nuestra personalidad como lectores y en el que, además de la venta de libros, pudiésemos destinarlo a otras actividades igual de interesantes como presentaciones, talleres, conferencias, clubs de lectura o semanas temáticas. Y es que el poder que tienen las librerías, ya sean grandes empresas o pequeñas librerías de barrio, radica en que en ellas, al igual que las bibliotecas, actúan como una puerta de acceso a la cultura. En las librerías podemos toparnos tanto con las últimas novedades editoriales como con aquellos libros que por derecho propio se han convertido en grandes clásicos de la literatura. Incluso las hay que en sus escaparates exponen libros raros o de cuya existencia creíamos extinguida. En definitiva, constituyen lugares de confluencia de ideas, debates y demás conversaciones surgidas al calor de un buen libro. Sin embargo, a veces se nos olvida que tras los mostradores, los infatigables trabajadores o dueños en el caso de las más humildes hacen lo posible para mantener dichos espacios, resistiendo con ejemplaridad y tesón, incluso ante las peores adversidades. Pues bien, el libro que hoy tengo el placer de reseñar va precisamente de eso, de como a veces hay que luchar contra viento y marea para poder llevar a cabo un sueño, y más si éste se compone de estantes rebosantes de saber. Todo un homenaje a los libreros/as y a ese microcosmos que los libros son capaces de crear. La librería: una bella reflexión sobre el amor hacia los libros, un vil retrato de la miseria del ser humano. 
RESEÑA: La librería.
La historia de como La librería llegó a mis manos viene de lejos, es más, esta novela de Penelope Fitzgerald tiene el privilegio de haber sido uno de los pocos libros que me he leído dos veces. Lo confieso, no soy de las que suele releer novelas enteras. Si bien alguna vez me sorprendido leyendo determinados párrafos o capítulos de esos textos que a mi juicio me parecen memorables, lo que es leer de cabo a rabo de nuevo un libro sólo esta a la altura de muy pocos. La primera vez que vi un ejemplar de La librería fue hace mucho tiempo, ni siquiera me acuerdo cuanto hace de aquello, pero de lo que estoy segura es que aquella edición más modesta de Impedimenta había logrado cautivarme. Sin embargo, cosas que pasan, a pesar de que su sinopsis me pareció de lo más atrayente, lo dejé pasar sin más. Menos mal que años más tarde, antes de iniciar unas memorables y calurosas vacaciones de verano, volví a toparme con él. Esta vez fue en una biblioteca céntrica de mi ciudad, tan abarrotada de libros como de personas aquella tarde de julio. Al contemplar de nuevo su portada, decidí que no podía perder la oportunidad de leer un libro por el que había sentido una conexión especial. Mi intuición me decía que aquella iba a ser una lectura memorable, de las que andaba buscando con gran urgencia y que, si lo desechaba, me iba a arrepentir muchísimo. Siguiendo ese impulso, decidí convertir a La librería en una de mis lecturas de aquel verano que para mi se presentaba diferente anímicamente. Durante aquellos días de descanso y excursiones al campo, La librería acompañó cada uno de mis movimientos, consiguiendo que me evadiese de todo y de todos por unos minutos. Sinceramente, necesitaba desconectar, y una lectura como la de Fitzgerald lo logró. Cuando llegó septiembre, un ligero sentimiento de pena me corroía, no quería separarme de un libro que se había convertido casi sin preverlo en uno de mis favoritos. Supongo que esto sucede muy a menudo, sobre todo si el lector sabe apreciar el valor de un buen libro. A regañadientes acudí a la biblioteca a devolver aquel viejo ejemplar, y aunque sabía que era algo que debía hacer, confiaba en volver a tenerlo entre mis manos más pronto que tarde. Fue entonces cuando, tan sólo un año después de haberme empapado de la lectura de La librería, supe que la directora española Isabel Coixet preparaba una película basada en dicho libro, y meses más tarde, justo cuando los fans comenzábamos a conocer más noticias de la adaptación, Impedimenta lanza una nueva edición. Misma portada, mismo texto, pero con un interesante postfacio y en tapa dura. Evidentemente no pude resistirme y al poco tiempo conseguí hacerme con un ejemplar que no dudé en releer. El resultado: el reencontrarme con personajes inolvidables y darme cuenta que se me habían pasado muchas cosas por alto durante aquella primera lectura.
RESEÑA: La librería.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha comenzaremos diciendo que La librería presenta una lectura sosegada, íntima, muy alejada de las características del típico best seller pero que, inexplicablemente, se tiende a leerse como tal. No obstante, quienes estéis interesados en leer este libro, que sepáis que cuanto menos lo devoréis mejor. Lecturas como esta merecen disfrutarse en calma con una templanza adecuadas, si no, corréis el riesgo de que se pierda la magia y esa conexión tan especial que se establece entre el libro y el lector. En relación con esto, es cierto que durante su lectura hay momentos en los que parece que el libro decae en cuanto a intensidad, pero creerme que éstos se pueden contar con los dedos de la mano y que quedan finalmente difuminados cuando el lector se percata de la complejidad argumental de la novela. Por otro lado, La librería narra una historia inventada pero con un claro componente autobiográfico. Si leemos con detenimiento el postfacio de esta nueva edición, ilustrado por cierto,  descubrimos que Penelope Fitzgerald tiene muchos puntos de conexión con Florence Green, la protagonista del libro. Ambas son amantes de la lectura y de los libros, ambas son recientemente viudas y las dos comparten ese deseo de lograr un objetivo concreto que, en el fondo, no es otro que tratar de superar esa perdida tan grande. En ese sentido, la presencia de la librería y de sus habitantes dormitando sobre las numerosas estanterías juega un papel crucial en la vida de la protagonista, pues, son sus verdaderos compañeros de viaje y vida, los que la sostienen en los buenos momentos y la consuelan cuando se tuercen los planes. Hablar de La librería también es hablar de una novela cuya estructura e historia embauca desde la primera página. Florence Green, viuda y recién llegada a un pueblo llamado Hardborough, decide adquirir una vivienda y montar en ella una librería, la primera que se inaugura en el lugar. Hecho que suscita interés y suspicacia a partes iguales. Unos lo verán como una forma para satisfacer intereses culturales e intelectuales y otros como una provocación y una soberana perdida de tiempo. Tal es así que Florence se ve como su sueño puede irse a pique por culpa de la opinión de las personas más influyentes del pueblo. Encontrará aliados, si, pero no los suficientes. Y cuando, a pesar de todo, decide apostar fuerte por uno de los lanzamientos más polémicos de la historia de la literatura, vendiendo y exponiendo en su escaparate la Lolita de Nabokov, entonces el pueblo entero se le echa encima. Modernidad frente a tradición, emprendimiento ante inmovilismo. Esta misma historia, aunque con diferentes personajes y tema, es muy parecida a la que se narra en la popular Chocolat de Joanne Harris. Pero hay que decir que La librería se escribió mucho antes que Chocolat, así que es muy probable que esta última beba en gran medida de la novela de Fitzgerald. Además de que ambos estilos no se asemejan en nada, siendo el de Chocolat más surrealista y el de La librería más realista. Finalmente, debemos comentar lo evidente. Además de haber pasado a la historia como un homenaje a las librerías y a quienes las regentan, en ella también se rinde tributo a sus clientes, ya sean niños o adultos, pues en sus manos está el futuro de esos lugares y de mantener viva su magia.
RESEÑA: La librería.
Tratándose de La librería, un libro más complejo de lo que aparenta, no podía dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre uno de esos temas tan espinosos como interesantes a nivel psicológico y social. Los cambios, todo el mundo lo sabe, pueden ser para bien o para mal. Un cambio a tiempo puede librarnos de más de un quebradero de cabeza o servirnos para dejar atrás una serie de circunstancias que nos resultaban tremendamente insoportables. Pero un cambio también, en ocasiones y no siempre, puede llevarnos a nosotros como persona a caer en abismos, algunos insalvables, otros menos perjudiciales, pero igualmente traumáticos. Este antagonismo entre cambio y permanencia se ha trasladado a muchos aspectos de la vida cotidiana, dando incluso el salto a lo mediático e institucional. Uno de los más clásicos y repetidos a lo largo de la historia es el que enfrenta a tradición con modernidad. Desde pequeños actos cotidianos hasta jugar un papel clave en el devenir histórico de algunos países, como el ejemplo del mito de las "Dos Españas" tan abordado por intelectuales como el filosofo Ortega y Gasset y el poeta Antonio Machado entre otros. Evidentemente, no se puede comparar este largo debate con lo que se narra en La librería, sin embargo, en su génesis, si que se pueden encontrar puntos de conexión, pues, al fin y al cabo, la historia que se narra es una historia de contrapesos, de lucha por unos valores morales anclados en la tradición frente a una amenaza que persigue desestabilizar socialmente. En este sentido, la librería simbolizaría ese intento por ampliar los horizontes de la gente del lugar, una forma de progreso al fin y al cabo, y el pueblo, dominado por una serie de personalidades con dinero e influencia, lo que pone trabas al cambio de la forma más sutil pero vil posible. No obstante, para más frivolidad, lo que esta en peligro no es el bienestar de la gente del pueblo, sino esos invisibles asientos desde los que la oligarquía más rancia se sienta a contemplar sus dominios. Sus largos tentáculos de poder están en peligro por culpa de un cambio que trae saber y menos ignorancia a los habitantes de Hardborough, por lo que su trono sustentado por la ignorancia de la gente más humilde, puede desmoronarse en cuestión de días. Por eso, y esto sucede en cualquier ámbito social, cuando los garantes de la tradición ven su poder peligrar, no dudan en atacar de la forma más despiadada posible, llegando incluso a usar métodos que entrarían en contradicción con los valores que supuestamente defienden. Ese y no es otro es el motivo por el que se desprecia a quienes pretenden aportar un poco de luz entre tanta oscuridad, como Florence Green, cuyo crimen es montar una librería en un pueblo que la rechaza de pleno. No todos los cambios son buenos, pero los que pretenden como objetivo llenar un lugar de sabiduría y cultura jamás pueden ser malos. La librería: una historia de superación, lucha personal, influencia, poder, libertad, acoso, solidaridad...Una hermosa carta de amor a los libros y a lo que representan.
Párrafos o frases favoritas:
"En Hardborough, en 1959, uno no podía tomarse una ración de Fish and Chips, ni había tintorería. ni siquiera cine, excepto un sábado por la noche cada dos. En cierto modo, se sentía la necesidad de todas esas cosas, pero a nadie se le había ocurrido - y desde luego, nadie pensó que la señora Florence Green se le hubiera ocurrido tampoco - abrir una librería en el pueblo.
Película/Canción: hace unas semanas se estrenó la primera adaptación de esta novela al cine. Dirigida por Isabel Coixet y con las interpretaciones de Emily Mortimer, Patricia Clarkson y Bill Nighy. Aunque con un final más optimista que el del libro, las primeras criticas han sido bastante positivas en lo referente a la película. Aquí os dejo el precioso tráiler:

¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Impedimenta

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