Reseña: «La muy catastrófica visita al zoo», de Joël Dicker

Diversión con propósito: así da gusto leer

A veces, cuando un escritor se sienta frente al papel, descubre que los personajes que lo acompañan nacen antes que la historia misma. Es como si ya hubieran estado esperando, impacientes, a que alguien les prestara la voz. Eso me ha ocurrido con este libro. Desde la primera página tuve la sensación de estar ante un grupo de personajes que no solo son extraordinarios, sino también extraordinariamente reales. Vivos. Humanos. Imperfectos. Y, sobre todo, muy divertidos. De esos que te hacen sonreír incluso cuando hablan de las cosas importantes.

Con este libro estreno mi Kindle. Lo que más me ha sorprendido y conquistado es la diversidad que atraviesa la novela. Cada personaje es la caña, único a su manera, y todos juntos forman ese pequeño universo que solo algunos autores logran construir cuando observan la vida con verdadera empatía. Aquí hay niños que piensan distinto, adultos que se equivocan, y profesores que hacen lo que pueden en un entorno que, muchas veces, les exige más de lo que reconoce. Pero también hay una defensa clara, luminosa, de la educación y del valor incalculable que tienen quienes enseñan. El autor acierta de pleno al poner el foco en algo que solemos olvidar: la labor docente no debería estar permanentemente cuestionada por el ruido de las familias, por sus temores o por sus expectativas desmedidas. Este libro recuerda, con delicadeza y sentido del humor, que el aula es un territorio donde los niños aprenden… siempre que los adultos permitan que así sea.

La historia se lee con la velocidad de una tarde que se escapa entre risas: ágil, rápida, tremendamente entretenida. Casi un juego literario, de esos que, cuando crees que solo están ahí para divertirte, te deslizan sin que te des cuenta una idea más profunda, una pregunta incómoda, una observación sobre cómo nos comportamos los adultos frente a los más pequeños.

Así que se puede decir que me ha encantado. Lo recomiendo sin ninguna duda, no solo a los lectores que disfrutan de una novela ligera y divertida, sino también a los adolescentes. De hecho, pienso llevarlo al aula, porque estoy convencido de que puede abrir conversaciones preciosas sobre diversidad, convivencia, emociones… incluso sobre ciencia. En algunos momentos aparecen enfermedades, conceptos biológicos o nutrientes presentes en ciertos alimentos, y pienso utilizarlos como punto de partida para mis clases de Biología y Geología. La literatura, cuando se lo propone, es una herramienta pedagógica tan poderosa como cualquier manual académico.

Este libro tiene exactamente aquello que buscan los lectores cuando se acercan a una gran historia. Humor, ternura, un misterio que avanza con suavidad y una mirada honesta al mundo tal y como lo viven los niños. Puede que no sea una obra magistral, ninguna obra para todas las edades pretende serlo, pero sí es una historia que se queda contigo. Y eso, en literatura, vale oro.

Una lectura que recuerda algo esencial, que a veces el mejor misterio está en aprender a mirar el mundo con la misma claridad y la misma risa que una niña o un niño.