Después de lo contrariada que inicié esta trilogía, por fin llegamos al final con una novela que me deja varios temas sobre los que reflexionar acercar la literatura juvenil. Si bien es cierto que La quinta ola tuvo un marcado componente comercial que hacía de la historia, y de todos los elementos que rodean a la novela, un conjunto de poco realismo nacido solo para conseguir el desasosiego de las jóvenes incautas y muy alejadas de la ciencia ficción postapocalíptica que prometía. También es cierto que aquel libro lleno de frases épicas que inflaban el ego del lector a medida que consumía las páginas de una pequeña porción de esa primera entrega, y fueron aquellas arengas las que hicieron que me quedara a contemplar cómo discurriría la historia de Cassie, el pequeño Sam y el señor Oso.
Después de una primera entrega frustrante y una segunda entrega anodina, llega La última estrella preparada para componer la sinfonía de un fin del mundo que se acerca inminente. Esperaba que se tratase de una melodía lúgubre cargada de rabia, alcanzada por el pavor de saberse los únicos seres humanos en la tierra en los que aún pueden confiar, sin embargo en esta estrella vamos a encontrarnos con una letanía dramática en una coreografía poco sorprendente y principalmente caracterizada por su talante efectista.
Supongo que podría remontarme los momentos en los que leí por primera vez algo sobre esta trilogía, tenía muchas expectativas puestas en una novela de ciencia ficción que resultó ser una absurda historia de amor en un mundo en el que los extraterrestres han descendido de las estrellas para exterminar a la raza humana y aún así uno de ellos se ve capaz de enamorarse de un ejemplar de hembra humana que ha resultado ser el ejemplar más odioso quejica y poco productivo que ha dado de sí la especie. Pero no quiero entrar a valorar de nuevo temas como el realismo, la ambientación o la filosofía que no dan la talla. En un despliegue de singular maestría este autor ha conseguido que en esta tercera entrega sea equiparable a la primera sin despedazar los contados logros que hizo en ella. No me ha sorprendido en ninguno de los campos principales de la novela ya sean personajes, ambientación, trama o prosa. No me ha parecido los personajes evolucionen, ni me encaprichado en ningún aspecto en concreto de la novela más allá de esas reminiscencias a La quinta ola que consiguieron enardecerme como lectora y que se han reflejado más a lo largo de esta tercera entrega.Como novela juvenil romántica postapocalíptica el resultado de toda la trilogía es entretenido con un punto curioso y dramático sin profundizar en nada concreto, con un dilema romántico ampliamente explotado sin mucho contexto pero efectivo, y esta tercera parte cierra de forma definitiva la historia con los pertinentes giros esperados sin explotar muchos de los aspectos que había desarrollado mientras sobre-explota unos pocos. En definitiva, si habéis leído a los antecesores en la saga os recomiendo que paséis el rato con La última estrella que os recordará un poco a La quinta ola y cerrará el ciclo de esta historia. Afortunadamente leer esta saga me ha aportado mucha perspectiva para otras lecturas así que me alegra haber seguido el impulso de leerla.