LAS SILLITAS ROJAS
Título: Las sillitas rojas.
Autor: Edna O´Brien (Tuamgraney, Irlanda, 1930) es una de las voces más prestigiosas de la narrativa en lengua inglesa de nuestro tiempo, aclamada tanto por la crítica como por sus más relevantes autores contemporáneos. O´Brien siempre sintió la necesidad de escribir; sin embargo, en 1950 terminó sus estudios de Farmacia, que había comenzado obligada por su familia. Su carrera literaria arrancó con Las chicas del campo (1960), que le proporcionó fama mundial tanto por su calidad literaria como por reivindicar la independencia de las mujeres en un ambiente hostil. La chica de los ojos verdes y Chicas felizmente casadas, que pueden leerse sin conocer el libro anterior, amplían las aventuras de las dos protagonistas de aquella primera novela. Considerada la grande dame de las letras irlandesas, desde la publicación de esta obra, Edna O´Brien ha creado un corpus literario único: con novelas como A Pagan Place, el libro de relatos Saints and Sinners, una obra de teatro sobre Virginia Woolf y dos importantes biografías sobre James Joyce y Lord Byron respectivamente.
Editorial: Errata Naturae.
Idioma: inglés.
Traductor: Regina López Muñoz.
Sinopsis: una noche, en pleno invierno, un misterioso extranjero llega al pintoresco y monótono pueblo irlandés Cloonoila. Maduro, atractivo y carismático, el doctor Vladimir Dragan es tanto poeta como sanador; un "curandero" seductor y muy singular. Su presencia será recibida como una excitante novedad en el pueblo, y con su encanto, hechizará la vida de sus habitantes, sobretodo la de las mujeres. Desde su Irlanda natal, O´Brien recorre Europa para mostrarnos un portentoso viaje sobre el mal, la mentira, el dolor, y en última instancia, el poder redentor de los afectos, dibujado ante nosotros el retrato de un buen puñado de personajes fascinantes.
Su lectura me ha parecido: intensa, delicada, sutil, triste, reflexiva, audaz, compleja, impactante, necesaria...Como ya comenté en la reseña de Manual para mujeres de la limpieza, el 2016 fue un año en el que los acontecimientos se siguieron de una forma más vertiginosa si cabe, uno tras otro, como si no hubiese un mañana. De entre todos ellos, como cabía de esperar, hubo uno que logró quedarse en mi, forjando con el paso de los meses, una personalidad y una forma de pensar que hasta ese momento no había manifestado tan públicamente. Sabía que estaba ahí, y que tenía que salir, algo que finalmente sucedió gracias a la lectura de algunos libros, a unas clases en el máster y a un autodidáctico interés por seguir aprendiendo por mi cuenta sobre un tema que nos concierne a todos. A raíz de ese acercamiento a las teorías, las feministas por supuesto, yo misma me empujé a leer más libros escritos por mujeres. Novelas que, en su mayoría, abordan, con mayor o menor maestría, la condición de la mujer desde la mirada de un tiempo concreto del pasado. Me alegra observar como han habido cambios, mejoras, que la situación de la mujer es bastante distinta a como la pintan las escritoras del XVIII, XIX o principios del XX por ejemplo. Sin embargo, siento un escalofrío cuando percibo como ciertos comportamientos, estereotipos, tradiciones, vocabulario, frases o roles se siguen reproduciendo incluso en pleno siglo XXI. Por ello, además de concienciar y servir de altavoz de estas injusticias, es necesario leer a mujeres, leer sus novelas, atesorar su literatura, como también su crítica a la sociedad que les tocó vivir. El libro que hoy tengo el placer de reseñar, está escrito por una irlandesa nacida en los años 30 del pasado siglo XX, que estudió en contra de su voluntad una carrera a la que tradicionalmente se asocia con el género femenino y que en los años 60 derramó su crítica e imaginación sobre una serie de novelas que evidenciaban la complicada situación de la mujer en el mundo agrario. Hoy, tras ese éxito editorial, Edna O´Brien nos regala un nuevo libro, en clave femenina, en calve crítica, titulado Las sillitas rojas: tragedia, refugio y redención en un mismo texto.
La historia de como Las sillitas rojas llegó a mis manos tiene su origen en una mirada, en un simple movimiento, en un chispazo de desbordada curiosidad. Hace un tiempo que comencé a colaborar con la editorial Errata Naturae, cuyos libros habían logrado cautivarme enormemente, y tras la última reseña me dispuse a ojear las últimas novedades en su correspondiente página web. Acto seguido, se produjo una especie de revelación, un destello de alegría y curiosidad de apoderó de mi. Edna O´Brien, la gran dama de la narrativa irlandesa, había publicado nueva novela, cuya historia no podía ser más prometedora. Lo cierto es que, y esto tengo que decirlo, sinceramente no había escuchado hablar de O´Brien hasta que comencé a colaborar con Errata Naturae. No se si es porque Irlanda, ese país tan verde al norte de Europa, nos pilla demasiado lejos o porque sus novelas en su momento no tuvieron gran impacto en España. Pero la verdad es que desconocía por completo la producción literaria de esta escritora. Una vez ves el libro por primera vez, Las sillitas rojas en concreto, poblar durante algunas semanas las estanterías de las librerías más importantes de tu ciudad, te das cuenta de que no te encuentras ante una novelista de tres al cuarto, sino de una profesional dentro de este arte. La publicación de esta novela se celebró con gran entusiasmo, algo que, en cierto modo, me empujó a saber más sobre O´Brien y a buscar la sinopsis de sus otras novelas publicadas en la década de los 60. Después de esa pequeña búsqueda de información y una vez satisfecha mi curiosidad intelectual, sentí que Las sillitas rojas era el libro que tenía que leer. Al cabo de unas semanas el libro apareció en el buzón, perfectamente presentado y acompañado de una breve relación de críticas y biografía de la autora, la cual, ya conocía de antemano. Tardé un tiempo en leerlo, lo reconozco, pero cuando por fin abrí el libro por la primera página, supe que aquello se iba a convertir en una especie de iniciación, de principio, de comienzo. Ahora, pasado un tiempo, estoy deseando leer el resto de su interesante producción literaria.
Continuando con la crítica a la novela, comenzaremos diciendo que Las sillitas rojas presenta una lectura ligeramente densa, muy bien estructurada y realmente compleja. Edna O´Brien, y eso lo saben los que se han atrevido con alguna de sus novelas, tiene un estilo muy particular. Rico en matices y en técnicas narrativas, pero del que a la vez, subyace una crítica a la sociedad y ciertos temas de rabiosa actualidad que unas veces te los esperas y otras no. Con esto no quiero decir que Las sillitas rojas sea una novela predecible, sólo que se nota enseguida, nada más comenzar su lectura, cuáles van a ser en un principio los temas a criticar, aunque, como ya he apuntado, Edna O´Brien demuestra ser toda una caja de sorpresas. En cuanto a la historia, nos topamos con una narración dividida, cual obra de teatro, en tres actos perfectamente diferenciados entre si. Iniciando con un tono concreto y evolucionando a algo más íntimo y con cierto carácter redentor. Esto sin duda, facilita al lector a seguir una historia de gran complejidad y a mantenerlo hasta la última página, aunque, eso si, Las sillitas rojas no se define como trepidante, ni mucho menos. Por otro lado, y esto es tal vez lo más llamativo dentro de la novela, el factor sorpresa juega un papel fundamental. Esto se aprecia por un lado en la propia trama, cuyo inicio podría recordarnos un poco a aquellas novelas del siglo XIX muy críticas con la situación de la mujer en esas sociedades tan tradicionales, de hecho, la propia protagonista, Fidelma McBride, nos remite ligeramente a la inmortal Madame Bovary en ciertos momentos de la historia. Con esta premisa, es lógico que el lector piense que se encuentra ante una novela nostálgica del género, pero, sin embargo, esto cambia a medida que uno va avanzando en la lectura, descubriendo que lo que se mostraba al principio y esa idea preconcebida cambia de forma fulminante en el segundo y tercer acto. Por supuesto no voy a revelar los detalles, pero os anticipo que O´Brien logra quitarnos de la cabeza esos convencionalismos literarios a los que estamos tan acostumbrados. Seguidamente, la sorpresa narrativa también se percibe en los temas que la autora aborda, y de nuevo, esa primera impresión de que en Las sillitas rojas sólo hablará sobre los problemas de la mujer en el mundo rural queda completamente relegada, no a un segundo plano, pero casi. Que comiences siendo testigo de esa denuncia ya mencionada y que, de pronto, entren en juego temas como los horrores de la guerra o los traumas de ésta, no hace sino engrosar el mérito de esta novela, pero también, de esta autora. Finalmente, sólo me cabe reconocer el acierto en narrar esta historia en tercera persona, algo que, además de lo ya mencionado, le imprime un punto de misterio que el lector puede resolver a medida que avanza la trama.
En lo que respecta a la reflexión personal, es inevitable que, y más tratándose de esta novela, acabemos hablando de un tema fundamental, de esos incomodos, de los que actualmente parece que nadie quiere hablar ni ver. Hablamos, como no, de la guerra. Esa palabra cargada de connotaciones y significados que sobrevuela sobre este libro como un elemento punzante y que nunca desaparece, aunque muchos se empeñen en lo contrario. La guerra está muy presente en Las sillitas rojas, tanto que ya desde el comienzo mismo de la novela, la autora decide trasladarnos a un momento de conmemoración, de recuerdo, de memoria. El 6 de abril del año 2012, en una de las calles principales de Sarajevo, se colocaron 11.541 sillas rojas con el fin de conmemorar el vigésimo aniversario del inicio del famoso asedio a la ciudad por parte de las fuerzas serbobosnias, una por cada habitante asesinado durante los días que duró dicho acontecimiento. Esto quedó retratado para la posterioridad en los periódicos de todo el mundo, y que en el blog, he creído conveniente incluir en esta reseña. Ese inicio, esa instantánea simbólica, sirve a la autora como pretexto para ahondar en temas clásicamente relacionados con la guerra con una mirada tremendamente universal. Las guerras, queridos lectores, son atemporales. Da igual en el siglo en el que acontezcan o las armas que se empleen, lo que une a todas ellas son los motivos, los cuales, parecen repetirse, una y otra vez, a lo largo de la historia. Ya sea por intereses económicos, ya sea por un sentimiento imperialista, ya sea por cuestiones raciales, ya sea por la razón que sea, siempre desembocan en lo mismo y en las mismas consecuencias para quienes tienen la desgracia de ser testigos de ella. Quien ha vivido la guerra, vivirá con ella siempre, eso es cierto y nunca logra superarse del todo. En Las sillitas rojas nos topamos con un coro de supervivientes, que han tenido que empezar de cero en otro país, lejos de su verdadero hogar, algunos de ellos con dificultades añadidas. Y nos topamos, para más complejidad, en un contexto de globalización, donde gente de diferentes culturas se encuentra en un mismo lugar y en donde comparten sus dolorosas experiencias, dejando brotar la nostalgia o la solidaridad. Las sillitas rojas hace una clara referencia a la Guerra de Bosnia, pero también, en ese intento por universalizar las dimensiones de las palabras y lo que conllevan, nos habla del presente, de la Guerra de Siria, de los refugiados que cruzan el mar para huir del horror, dejando atrás su vida, desprendiéndose de sus raíces. Es necesario leer sobre estos temas, y más aún, desde la perspectiva que sólo una autora como Edna O´Brien podía narrar. Las sillitas rojas: una historia de amor, lucha, traumas, recuerdos, compañerismo, luz, solidaridad, redención...Una novela rabiosamente actual que reflexiona, pero también, conciencia.
Frases o párrafos favoritos:
"- ¿Por qué tanta hostilidad?
- Pues...así son las cosas por aquí...mentiras...hipocresía...amargura...no nos fiamos de los demás...nos deprimimos...le echamos la culpa al clima...reservamos paquetes turísticos o a destinos con buen tiempo...volvemos a casa...no es el clima...somos nosotros."
Película/Canción: todavía no hay noticias de una posible adaptación cinematográfica o televisiva, y aunque en el libro haya hueco para la esperanza, os adjunto la pieza que ha ido acompañándome a lo largo de la redacción de esta reseña.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Errata Naturae