Sufrimiento, horror y desesperación llenan las páginas del Diario de Petter Moen, uno de los libros sobre la Segunda Guerra Mundial que llevaban algún tiempo en mi lista de lecturas pendientes. Repleto de alusiones culturales, este escalofriante testimonio da buena muestra de las injusticias y penurias derivadas del Tercer Reich.
El libroTítulo: DiarioAutor: Petter MoenTraducción: Cristina Gómez BaggethunEditorial: Veintisiete letrasAño de edición: 2009Nº de páginas: 184Edición: Rústica con solapasPVP: 14€
La historia
1944. Las tropas nazis ocupan Noruega desde hace cuatro años con el apoyo de un gobierno colaboracionista y sin ningún respaldo popular. El 3 de febrero, Petter Moen, empleado de seguros convertido por la guerra en responsable de la prensa clandestina de la resistencia, es detenido y recluido en el cuartel general de la Gestapo en Oslo, en el número 19 de la calle Møller. Petter Moen escribió este diario durante los siete meses que permaneció en prisión, primero en una celda de aislamiento y después compartiendo espacio con dos presos. Con inconcebible paciencia y valiéndose de un clavo, fue perforando cada palabra a puntitos en un miserable papel higiénico marrón cortado en pliegos de 16,5 x 19,5 cm. Difícilmente pudo haber sido capaz de leer su propia letra mientras escribía. Trabajaba a ciegas. Puedes continuar leyendo el resumen proporcionado por la editorial Veintisiete Letras aquí.
El autor Petter Moen nació en Drammen en 1901 en el seno de una familia judía muy religiosa. Tras finalizar el bachillerato, se trasladó a Oslo, donde encontró trabajo en una compañía de seguros. Años más tarde, durante el «crack de la prensa» de Oslo, fue detenido por la Gestapo, bajo la acusación de alta traición. Por aquel entonces dirigía el periódico London Nytt, una publicación clandestina en la que se reproducían las noticias de la BBC, tras la prohibición de la tenencia de radios. Durante los siete meses que permaneció en la cárcel, escribió este diario. Cuando era transladado a Alemania, el barco en el que viajaba naufragó y Petter Moen murió en el acto.
El libro se divide en dos partes bien diferenciadas: la primera de ellas corresponde al tiempo que pasó en una celda de aislamiento y la segunda hace alusión a su estancia en una celda compartida. Se trata de un libro muy corto, de aproximadamente 180 páginas, cuya lectura escapa en ocasiones del alcance del lector medio y donde el sufrimiento y las alusiones teológicas son constantes.En medio del libro encontramos un conpleto dossier fotográfico que nos ayuda a visualizar el lugar en que transcurren los hechos de este libro.
Durante todo el libro se exhibe el bagaje cultural del autor por medio de referencias shakespeareianas, pugnas internas, pasatiempos matemáticos y monólogos filosóficos (rayanos a lo teológico). Asimismo, se nos muestra una persona muy preocupada por el qué dirán.
Aunque estamos ante un testimonio de gran valor histórico, filosófico y humano, he de reconocer que la lectura me ha resultado lenta y tediosa en muchas ocasiones. Como es de entender en un libro de estas características, está repleto de anotaciones a pie de página que, junto a las florituras del escritor y el ritmo en exceso pausado favorecen la pérdida del dinamismo. La descripción que hace de uno de sus compañeros puede verse reflejada en ocasiones en su persona: " El idealismo de altos vuelos suele ir acompañado de una intransigencia y cierto engreimiento". Como resultado, el libro me pareció monótono y repetitivo (si bien dicha monotonía podría ser una alegoría de la estancia en prisión) y, contra todo pronóstico, me costó mil y un horrores terminarlo.
He de reconocer que el libro me resultó sustancialmente más atractivo a partir de la mitad, donde es muy ilustrativo el arrepentimiento del escritor en diversos aspectos de su vida: se arrepiente de descuidar a su novia Bella, se arrepiente de su vida superficial, se arrepiente de su soledad. Aunque no llegué a simpatizar con Moen en ningún momento, esta evolución en su pensamiento sí que logró que llegase a empatizar con él. Aun así, no encontré en este libro el entretenimiento y la emoción que me proporcionó la lectura de otros libros que hay que leer sobre el Holocausto, como el clásico Diario de Ana Frank o el Diario de Helen Berr.Posted via Blogaway