En Napoleón en Chamartín, de nuevo es Madrid escenario de las aventuras de Gabriel de Araceli. Su asendereada existencia y su amor por Inés lo llevan a la capital de España, a la que se aproximan los ejércitos franceses. Asiste -y con él los lectores, gracias a la viveza descriptiva del novelista- a la entrada del Emperador en la Villa y Corte. Sin embargo, por encima del hecho histórico predomina en este episodio un escenario de tipos y aspectos de la realidad cotidiana madrileña -artesanos, frailes, hombres públicos-, de cuya pintura es Galdós el gran maestro.
MÁS DEL AUTOR EN EL BLOG:-De esta saga: 1. Trafalgar 2. La corte de Carlos IV 3. El 19 de marzo y el 2 de mayo 4. Bailén
Siguiendo en la línea de los últimos meses, os traigo -esta vez tarde, mis sorrys para los compañeros de lectura y sobre todo para las organizadoras- la reseña del Episodio Nacional que hemos leído esta Semana Santa. En esta novela, nos veremos inmersos en Madrid, poco después de la batalla de Bailén, y avanzaremos más que nunca en la historia de Gabriel de Araceli, tocando bastante de lejos la historia de nuestra augusta nación y sus fieros y patrióticos luchadores (¡!). Lo cierto es que no podría estar más contenta con esta novela: ha sido la mejor hasta el momento para mí, y se posiciona como mi favorita de la serie superando a El 19 de marzo y el 2 de mayo. Me ha sorprendido mucho encontrarme tanto acerca de Gabriel, porque por el nombre me esperaba mucho más un episodio de batallas semejante al que nos tocó leer en Bailén, y que aunque me gustan, me parecen mucho menos amenos. Y a fin de cuentas una de las razones por las que leo los Episodios es porque se trata de una de las maneras más entretenidas que conozco de recordar la historia de España -la augusta nación, para entendernos-, para ver qué opinaban las gentes de a pie y para ver qué tejemanejes se traían los emperadores y los nobles de la época. Que parece mentira, también, que Gabriel se vea inmerso en tantas tramas como lo hace, tiene el don de la oportunidad el muchacho, eso está claro. Y por supuesto, lo que sigue moviendo a nuestro protagonista -simpático, orgulloso y genial, en definitiva- es el amor por la señorita Inés (ay, Inés Inesita Inés... qué dolores de cabeza nos das a todos...), que en ocasiones le obligará a acercarse a ellas pero en otras, las más, parece ser, a alejarse. Es un personaje con una moral muy bien dibujada y muy clara, la verdad es que es tan bueno que da gusto leerlo.
No me entretendré en deciros lo genialmente bien que escribe Galdós y en cómo hace que una historia tan simple y aburrida a simple vista se convierta en un vicio serio -porque lo de ir ya por el quinto episodio... yo que tengo sagas por finalizar desde hace años... oye, muy bien, ¿eh?-, porque para qué, no quiero repetirme más que el ajo. Pero ya sabéis que es una saga que recomiendo muchísimo, os guste o no la novela histórica, más aún si queréis adentraros en los clásicos y no sabéis con qué libro hacerlo; Trafalgar es una excelente opción, y luego
¡Madrid se rendirá, pero Los Pozos no se rinden!