
Maris era la única hija de Mary y Wolf Mackenzie, y se vio implicada como sospechosa en un fraude. Para resolver el caso, apareció el atractivo agente Alex McNeil.
En esta ocasión, quién lleva buena parte del protagonismo vuelve a ser una mujer, en este caso, la hija de Mary y Wolf; Maris.
Maris se despierta en una habitación de motel, en ropa interior y junto al hombre que ha estado deseando durante las últimas semanas, lo malo es que ¡no recuerda como ha llegado a esta situación! Resulta que Alex no es quién creía que es, pasó de ser un trabajador a sus órdenes a un agente infiltrado, un motivo común les une y eso no hará más que aumentar el fuego que sienten el uno por el otro...
La parte negativa es que no es una novela, es un relato.Su principio es atrayente, el deseo es palpable entre los dos y te deja con ganas de saber que va a ocurrir a continuación. No obstante, a medida que avanza, me ha dado la sensación de que su historia romántica parece haber sido escrita con prisas, no se detiene a ese juego de seducción que sí hay en las otras novelas, ni en las escenas clave.
Sin embargo, la parte positiva, en mi más humilde opinión, es que nos muestra una visión de la familia, algo que estaba deseando desde el segundo libro y que apenas se menciona (un poco en el prólogo y el epílogo en la tercera novela, pero no suficiente para saciar mi curiosidad). Y el momento en que el pobre hombre tiene que enfrentarse a un padre y cuatro hermanos protectores...¡muy divertido!Además, otro aspecto que me ha gustado mucho es el personaje de Nick, la hija de Zane y Barrie, la niña es todo un espectáculo y da la sensación de que la autora quiere que gane protagonismo para una próxima novela, aunque por el momento todavía no hay noticias al respecto.
Pero todos estos aspectos se sitúan fuera de la pareja principal...
Igualmente, la recomiendo.Disfrutas de la lectura aunque (vuelvo a repetir pero no puedo evitarlo) si la autora hubiera profundizado más en la historia, sería sin duda uno de mis favoritos.