Esta es la primera novela escrita por el autor Juan José García Criado, publicada a finales del 2012 y al que debemos agradecer, pues amablemente nos envió un ejemplar de su obra. En esta novela nos encontramos con las reflexiones de un niño de siete años que debe comenzar una nueva vida, en un nuevo país, a raíz de la separación de sus padres. A lo largo de la narración nuestro protagonista, del que en ningún momento sabremos su nombre, nos mostrará el día a día de su nueva vida. A través de sus experiencias conoceremos de primera mano, lo que puede sentir un niño que ve como su mundo se fractura y debe comenzar a levantar los cimientos para poder comprender y adaptarse a esa nueva realidad, que supone estar alejado de su padre.
A pesar de que el tema a priori del relato sería la adaptación de los niños ante la separación de sus padres, especialmente para mí, podemos decir que esta novela habla de amor, y de sus diferentes variedades y será a través de los ojos de nuestro protagonista que descubriremos diversas situaciones en las que el amor está presente y otras en las que se esfuma y es remplazado por la rabia, los celos y la incomprensión y de los resultados nefastos que todo ello ocasiona en la vida de los más indefensos, los niños.Nos encontraremos con ese primer amor que surge, muy bien no se sabe cómo, tal vez con un brillo en los ojos y hormiguitas en el estómago. O incluso en el relato nos hablará, de ese amor que termina con gritos y puertas cerradas a golpes o aquél que si bien también se ha acabado, se ha transformado en respeto y con el tiempo, tal vez en amistad. Pero ante todo es el amor incondicional de un niño hacia su padre y la certeza ciega de que él lo sabe todo y tiene solución a todos sus problemas, aunque en ocasiones, cuando se lo explique, él no llegue del todo a comprenderlo. Él es el hijo que toda madre quisiera, pero no es mero azar, sino la perseverancia de los padres en educarle de la mejor manera posible y tratarle no como a un niño, sino como a una persona que siente, ama y sufre. Los niños también tienen preocupaciones y miedos, ante un mundo que en ocasiones es infinito y demasiado grande para ellos.Nuestro pequeño protagonista intenta encontrar respuestas a diversas cuestiones de la vida, algunas más transcendentales que otras, como descubrir en qué espacio cabrán los números infinitos o si las luces de Navidad se pondrán para enseñarle el camino a Santa Claus. En ocasiones nos encontramos con soluciones de lo más ocurrente y cómicas, eso sin duda, pero (si la verdad que la novela tiene un pero) en ocasiones el escritor pone en boca de este pequeño, determinadas divagaciones e ideas demasiado complicadas para provenir de alguien que tan solo tiene siete años, lo que hace que el relato pierda esa frescura y simplicidad que debe acompañar a los pensamientos de un niño, convirtiéndolo en ciertos momentos, en algo poco creíble.
Por lo tanto, y como resumen, podemos decir que nos encontramos con un relato lleno de un gran sentido del humor, de frases sencillas y cortas, pero que encierran grandes emociones de este pequeño protagonista, que tiene la tarea titánica de adaptarse y aceptar la separación de su padres; todas estos sentimientos vendrán encerrados dentro de la simplicidad de las deducciones de un niño de siete años. Y si decidís aventuraros en este viaje, hacia los sentimientos más tiernos, espero que lo disfrutéis.
A pesar de que el tema a priori del relato sería la adaptación de los niños ante la separación de sus padres, especialmente para mí, podemos decir que esta novela habla de amor, y de sus diferentes variedades y será a través de los ojos de nuestro protagonista que descubriremos diversas situaciones en las que el amor está presente y otras en las que se esfuma y es remplazado por la rabia, los celos y la incomprensión y de los resultados nefastos que todo ello ocasiona en la vida de los más indefensos, los niños.Nos encontraremos con ese primer amor que surge, muy bien no se sabe cómo, tal vez con un brillo en los ojos y hormiguitas en el estómago. O incluso en el relato nos hablará, de ese amor que termina con gritos y puertas cerradas a golpes o aquél que si bien también se ha acabado, se ha transformado en respeto y con el tiempo, tal vez en amistad. Pero ante todo es el amor incondicional de un niño hacia su padre y la certeza ciega de que él lo sabe todo y tiene solución a todos sus problemas, aunque en ocasiones, cuando se lo explique, él no llegue del todo a comprenderlo. Él es el hijo que toda madre quisiera, pero no es mero azar, sino la perseverancia de los padres en educarle de la mejor manera posible y tratarle no como a un niño, sino como a una persona que siente, ama y sufre. Los niños también tienen preocupaciones y miedos, ante un mundo que en ocasiones es infinito y demasiado grande para ellos.Nuestro pequeño protagonista intenta encontrar respuestas a diversas cuestiones de la vida, algunas más transcendentales que otras, como descubrir en qué espacio cabrán los números infinitos o si las luces de Navidad se pondrán para enseñarle el camino a Santa Claus. En ocasiones nos encontramos con soluciones de lo más ocurrente y cómicas, eso sin duda, pero (si la verdad que la novela tiene un pero) en ocasiones el escritor pone en boca de este pequeño, determinadas divagaciones e ideas demasiado complicadas para provenir de alguien que tan solo tiene siete años, lo que hace que el relato pierda esa frescura y simplicidad que debe acompañar a los pensamientos de un niño, convirtiéndolo en ciertos momentos, en algo poco creíble.
Por lo tanto, y como resumen, podemos decir que nos encontramos con un relato lleno de un gran sentido del humor, de frases sencillas y cortas, pero que encierran grandes emociones de este pequeño protagonista, que tiene la tarea titánica de adaptarse y aceptar la separación de su padres; todas estos sentimientos vendrán encerrados dentro de la simplicidad de las deducciones de un niño de siete años. Y si decidís aventuraros en este viaje, hacia los sentimientos más tiernos, espero que lo disfrutéis.