Reseña: Para morir siempre hay tiempo, de Carmen Conde

          Escritora frustrada, obsesiva y adicta a los medicamentos, Julia Irazu es una auténtica experta en complicarse la vida, pero esta vez los problemas vienen de fuera. De manera accidental se ve envuelta en una red de tráfico de arte, entre intereses millonarios y delincuentes sin escrúpulos, y conoce a Viktor Sokolov, un supuesto espía ruso junto al cual vivirá una aventura llena de peligros entre Bilbao, Palermo y San Petersburgo.
          Paradójicamente, será entonces cuando Julia descubra un principio básico que desconocía. Y es que, para morir, siempre hay tiempo.
          Dueña de una prosa adictiva y dotada de un fino sentido del humor, Carmen Conde irrumpe con fuerza en el actual panorama literario, dispuesta a robar muchas horas de sueño a los lectores con esta novela de espías que no se parece a ninguna otra.

          Partía con muchas expectativas con este libro porque su sinopsis me había llamado poderosamente la atención pero a veces las esas ganas se quedan ahí y es que Para morir siempre hay tiempo se convirtió en una lectura bastante anodina que fue de más a menos, un globo que poco a poco se iba deshinchando.
          Julia Irazu es una novelista frustrada metida a periodista de fascículos, sí, estos coleccionables que suelen haber en nuestros quioscos de toda la vida. Además de eso, tiene un grave problema de adicción con las pastillas y por si fuera poco, para rematar el panorama es hipocondríaca en el sentido amplio de la palabra. Un día su vida cambia por completo, Victor Sokolov, un espía ruso la meterá de lleno en una espiral de peligros que la llevará a viajar por Italia o Rusia para poder conseguir salvar su vida.
          Pensaba que me encontraría con una novela de espías y de mucho misterio pero lo que acabé por descubrir me dejó con cierto regusto amargo. Más que novela negra o thriller, esto es una parodia de estas mismas, ya sea por la protagonista con sus cualidades así como por toda la trama que sinceramente no me convenció del todo.
          Es una historia que empieza fuerte pero que a lo largo de sus páginas se va deshinchando poco a poco para quedar en algo bastante anodino. La trama principal se divide en dos pequeñas ramas que van separadas y que no discurren por una buena vía, no tiene una confluencia clara que no se ha sabido aprovechar. El tema del contrabando de arte se separa de la vida de Julia y aunque sea el motivo principal de la novela, vemos que la que sería su protagonista pierde el peso en esa trama para darle mayor peso en otra que no me ha terminado de convencer.
          Victor Sokolov es el que coge el mayor peso de la historia en el contrabando de arte y al final todo se reduce a su persona, dejando de lado a Julia hasta el final de la novela. No me ha gustado como se ha trasladado el peso de la trama de un personaje a otro y como Julia vivía otro tipo de historia. Muchos de los misterios que se nos iban apareciendo eran bastante previsibles y con alguna que otra sorpresa pero que no suponen un gran giro o cambio en la historia.
          Lo que sí me ha gustado es el ritmo de la novela, que fluye bastante bien y que aunque no te llega atrapar del todo no es de estas narraciones densas y pesadas que te hacen ir muy lento por la historia. Eso se agradece muchísimo.
          En cuanto a los personajes tengo que decir que no me ha gustado Julia, me pareció un personaje odioso, auto compadeciéndose todo el rato y aunque hay cierta evolución a lo largo de la novela, no me termina de convencer todo lo que le ha pasado. Por otro lado tenemos a Victor Sokolov, que ha sido el favorito de toda la novela ya sea por su forma de actuar como por su carácter, con un final decente a su plano como personaje.
          En definitiva, Para morir siempre hay tiempo me pareció una novela que me ha dejado un cierto regusto amargo, con una historia bastante desaprovechada y predecible, una protagonista insoportable que no he llegado a congeniar en ningún momento pero que se compensa con un ritmo bastante fluido.

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Gracias a Ediciones B por el ejemplar.
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