RBA LIBROS
Bajo el seudónimo de Kressmann Taylor, Katherine Kressmann publicó “Paradero desconocido”, eligiendo este nombre porque según su marido y el propio editor, la historia era “demasiado dura para ser firmada por una mujer”.
Este relato fue publicado por primera vez en 1938, pero no fue hasta sesenta años después que no fue conocido en el continente europeo, a pesar del gran éxito obtenido en EEUU e Inglaterra, debido a que la mayor parte de Europa, en ese momento, estaba dominada por Adolf Hitler. Este relato pasó a formar parte de la lista de libros prohibidos en Alemania. Y en 1995 con la conmemoración del cincuenta aniversario de la liberación de los campos de concentración se volvió a reeditar alcanzando gran éxito.
“1932. El alemán Martin Schulse y el judío norteamericano Max Eisenstein se quieren como hermanos, y juntos han abierto una galería de arte en California. Pero Martin decide regresar a casa, así que Max se quedará a ocuparse del negocio. Desde el primer día se escriben cartas, como habían prometido, pero cuando Hitler ascienda al poder en 1933, la tierna complicidad de la primera correspondencia empezará a bascular hacia el horror.”
Todo comienza de una manera idílica, con la mensajería de dos amigos que se quieren y se respetan, pero el viaje de uno de ellos a la Alemania nazi supone una vuelta sin retorno, hacia unos ideales, donde se margina la vida de unas “pocas personas” por el bienestar de la “mayoría”. Pero lo triste es que aunque esté novelado estamos ante una situación que se dio realmente; Hitler tuvo muchos defensores que creían en sus ideas, llegando a convertirse en conciencia social para muchos. Este es un tema que a mí realmente me sorprende; Cómo es posible que buenas personas lleguen a obviar que hay tantos semejantes sufriendo y que defiendan denodadamente esos ideales que permiten el exterminio de una raza.
La propia escritora fue testigo de como unos amigos suyos, buenos, intelectuales, retornaron a EEUU convertidos en nazis acérrimos, no queriendo saludar a antiguos conocidos por ser judíos. Comenzó a estudiar sobre Hitler y lo que descubrió fue aterrador y le preocupaba sobre todo que en América nadie pareciera tener conciencia de lo que sucedía en Alemania, o no les importara. Fue un hecho que le marcó tanto, que tuvo que trasladarlo al papel.
Hay diversas maneras de convertirse en el verdugo de otro ser humano sin la necesidad de apuntarle con una pistola. En este pequeño relato seremos testigos de muchas de ellas, algunas tan simples, pero con finales sumamente desastrosos, como el mirar para otro lado. Sin olvidarnos de las palabras que en ocasiones son las armas más mortíferas.
Muchos son los libros, relatos e historias que tienen como base el Holocaustoy la Alemania Nazi, pero sin duda este espistolario me ha sorprendido por lo peculiar e imaginativo, con un final realmente inesperado dentro del género de la novela negra. Una combinación inusual de intriga, evidentemente reivindicativa, de una época negra para la humanidad, en un formato diferente. Perfecta para pasar un rato entretenido y dejarnos con un gesto de sorpresa en la cara, porque desde luego nadie, puede preverse esa vuelta que la escritora le da a la trama.
“te he querido no por tu raza sino a pesar de ella (…) El problema judío no es más que un incidente. Está ocurriendo algo mucho más importante (…) No comprenderás que deben sufrir unos pocos para que se salven millones.”
“Paradero desconocido” una recopilación de cartas entre dos amigos a los que la realidad les pone en bandos distintos, con un final impactante. Increíble la reflexión sobre el egoísmo de la gente, cuando las cosas van bien, solo piensan en sí mismos y les importa poco el resto del mundo. Esto me recuerda al poema tan nombrado del no tan conocido alemán Friedrich Gustav Emil Martin Niemöller (1892-1984) que dice así:
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistasNo dije nadaYo no era comunista.Cuando vinieron a buscar a los social-demócratasNo dije nadaYo no era social-demócrata.Cuando vinieron a buscar a los sindicalistasNo dije nadaYo no era sindicalista.Cuando vinieron a buscar a los católicosNo dije nadaYo no era católico.Cuando vinieron a buscar a los judíosNo dije nadaYo no era judío.Luego, ellos vinieron a buscarmeY no quedaba nadie para protestar”
Creo que no hay que esperar a que vengan a por nosotros para apoyar a los más débiles, a los amigos o protestar por las injusticias. Hay que intentar ser más valientes y consecuentes con nuestros actos. Un poco más de amabilidad en el mundo y empatía hacia la humanidad estaría muy bien.
“pero que tu corazón no ha cambiado y que no me engañé cuando creí que siempre serías un hombre liberal y de espíritu puro, para quien las perversidades son perversidades, sin que ninguna razón del mundo pueda justificarlas.”