Revista Cultura y Ocio

RESEÑA: Pirómides, de Terry Pratchett

Publicado el 09 marzo 2015 por Creeloquequieras
Dentro del monumental proyecto fantástico del Mundodisco, Terry Pratchett hinca su diente satírico a todo lo que se le pasa por la cabeza, vivo o muerto, mágico o terrenal, simple o milenario, humano o divino. En el caso de Pirómides (1989), séptima novela del ciclo, la diana sobre la que lanzar la andanada de dardos es el Antiguo Egipto.
RESEÑA: Pirómides, de Terry Pratchett
En Pirómides se parodia la sociedad egipcia desde el más alto escalafón de la misma, el faraón, su entorno y el sumo sacerdote, divinidades vivientes, infalibles y adoradas por el pueblo llano, así como su extenso panteón politeísta y las costumbres de quienes alrededor de un río aguantaron en pie 40 siglos. Ah, sí, y por supuesto también están las pirámides.
La novela se puede leer independientemente, como todas las del Disco, mas no se ubica dentro de ninguno de los arcos del mismo (Rincewind, Muerte, brujas, guardias…), resultando por ello en especial autónoma. Además, fue la primera en tener esta peculiaridad.
El protagonista será Pteppic, estudiante del gremio de asesinos de Ankh-Morpork y heredero del reino de Djelibeibi (un Egipto venido a menos), que de repente deberá regresar a su patria para asumir el trono. Allí, su voluntad de cambiar las cosas a mejor chocará contra la de su sumo sacerdote, Dios, uno de esos personajes que al segundo párrafo ya se sabe que oculta peligrosas intenciones. Como contrapartida, el camino de Pteppic se cruzará con el de la bella y con ínfulas feministas Ptraci, a la que querrá salvar, y con el del camello Maldito Bastardo, mejor matemático del Mundodisco y, de largo, personaje más divertido de la novela. Mientras tanto, la construcción de la nueva pirámide amenaza cuánticamente con aislar el reino.
Siendo francos, Pirómides no es la mejor novela de la saga, aunque su arranque es potente (el examen de graduación del gremio de asesinos) y contiene, cómo no, grandes ideas y algunos segmentos extraordinariamente divertidos y originales, como el de las momias o el de la materialización del panteón divino, quizá lo más brillante del libro junto al personaje jorobado.
Sin embargo, el protagonista no será tan carismático como habitualmente; tampoco contiene una historial en especial deslumbrante como Mort o una proliferación de momentos tan divertidos como pueda hacerlo en Dioses Menores, que además explotará mejor alguno de los conceptos aquí presentados. No obstante, no se puede obviar que Pratchett posee una escritura de gran calidad, su narración tiene gancho, y además Pirómides fue anterior a Dioses Menores, por lo que aunque no sea mi novela favorita del Mundodisco es tan recomendable como cualquier otra de la saga y no supone una decepción.
Y para recordar la excelente pluma del sir, ahí van unos fragmentos seleccionados:
“Nadie sabe cuál es la razón de que A’tuin exista, pero lo más probable es que sea cuántica.”
“Qué pensarían nuestros antepasados si estuvieran vivos hoy. La gente suele especular sobre ese tema. ¿Aprobarían la sociedad actual, se maravillarían ante los logros de nuestros tiempos? Pero, naturalmente, todas esas especulaciones pasan por alto un punto fundamental. Si vivieran nuestros antepasados no pensarían en ninguna de esas cosas. Estarían demasiado ocupados haciéndose una única pregunta: ‹‹¿Por qué está todo tan oscuro?››.”
“Pensó que los campesinos sin tierras que vivían en el delta tenían más libertad que él, aunque el lado sedicioso y no monárquico de su personalidad replicó diciendo que su libertad se limitaba a atrapar cualquier enfermedad que les apeteciera, pasar todo el hambre que les diera la gana y morir con la variedad de agonía espantosa que les hiciera más gracia.”
“Rasgos útiles para la supervivencia son la coordinación entre la mano y el ojo en los seres humanos, el camuflaje de los camaleones y la famosa habilidad para salvar marineros a punto de ahogarse de que dan muestra los delfines cuando existe el más mínimo riesgo de que otros seres humanos se encuentren lo bastante cerca para ver lo que realmente les gustaría hacer –normalmente partirlos en dos de un mordisco–, con los comentarios desfavorables y la lógica hostilidad posterior que provocaría ese tipo de comportamiento.”
“Saber que los dioses estaban allí te ayudaba a soportar los pequeños problemas cotidianos. Lo terrible era darse cuenta de que ahora estaban allí.”
“La fe es una fuerza. Comparada con la gravedad es una fuerza débil, por supuesto, y cuando se trata de mover montañas la gravedad siempre acaba ganando; pero aun así existe.”
“Una voz límpida y segura de sí misma puede hacer que las personas obedezcan incluso las órdenes más increíbles.”

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