Ficha Técnica:Título: Ritos funerariosAutora: Hannah KentEditorial: AlbaEncuadernación: Rústica con solapasNº Páginas: 384Precio:19,50€ISBN:97884-84289715 Libro en Goodreads
Sinopsis de la editorial:
Basada en la historia real de la última mujer decapitada en Islandia, acusada del brutal asesinato de dos hombres, Ritos funerarios es una novela de suspense y de pasiones íntimas con el trasfondo del paisaje helado de la Islandia del siglo XIX. Agnes, mientras espera la hora de su ejecución, es confinada en la granja de un matrimonio y de sus dos hijas. Horrorizada, la familia ni siquiera quiere hablar con ella. Tan solo el joven ayudante de un pastor intenta comprenderla y salvar su alma. A medida que sus conversaciones progresan y el invierno deja su huella, el dilema se afianza: ¿fue Agnes culpable o no de los terribles hechos de que la acusan?
Opinión Personal (sin spoilers):
No tengo palabras para describir todo lo que me ha hecho sentir este libro. Estamos ante una novela biográfica. Hannah Kent llevó a cabo una gran labor de documentación para narrarnos la historia de Agnes Magnusdottir, la última mujer decapitada en Islandia. Ella y dos personas más fueron condenadas por el brutal asesinato de dos hombres. De antemano, sabes que lo que nos cuenta este libro va a ser duro, pero no te haces una idea de cuánto. Y pensaréis: ¿qué tiene de especial leer una historia sabiendo cuál es el desenlace? Yo pensé lo mismo. Sin embargo, fue empezar a leer Ritos funerarios y no soltarlo hasta llegar a la última página. Y es que si algo tiene Hannah Kent es la capacidad de atraparte entre sus páginas, de obligarte a avanzar con el corazón en un puño y unas ansias enormes por saber qué fue lo que sucedió realmente. Sabes cómo va a terminar, sí, pero no tienes ni idea de qué fue lo que llevó a Agnes hasta la situación en la que se encuentra, con la sombra de la muerte derramándose sobre ella.
La historia transcurre en Kornsá, en la Islandia de 1829, lugar donde Agnes se crio y donde es enviada a pasar sus últimos meses de vida mientras espera su ejecución, un lugar azotado por las inclemencias del tiempo y la pobreza. Dado que en Islandia no había cárceles, las autoridades deciden que deberá vivir en la casa del aguacil de la comarca, una granja habitada por una familia compuesta por un matrimonio con sus dos hijas. Evidentemente, a la familia no le hace ninguna gracia tener a una asesina compartiendo su techo. Odian su presencia y también le temen.
A pesar de su animadversión, Márgret (la madre), una mujer de carácter fuerte y mano dura, no tarda en tomar el mando de la situación y en encargarse de poner a trabajar a Agnes como una más de sus criadas. Al principio Agnes se mantiene fiel a ese voto de silencio que se juró a sí misma tras el juicio; obedece y espera como la condenada que es, haciendo que nosotros esperemos con ella. A que hable. A que nos cuente la verdad, sea cual sea esta. Y mientras tanto, el resto de granjeros la miran como si fuera un monstruo, cuchichean a sus espaldas y se inventan historias crueles sobre los asesinatos. Historias que siempre acaban por llegar a Agnes.
Dicen que debo morir. Dicen que le robé el aliento a unos hombres y que ahora ellos deben robarme el mío. Supongo, entonces, que todos somos llamas de vela, brillantes de grasa, parpadeando en la oscuridad y en el aullido del viento, y en la quietud de la habitación escucho pisadas, pisadas espantosas que se acercan, que vienen a apagarme y a sacarme la vida del cuerpo en forma de corona de humo gris. Me fundiré con el aire y con la noche. Nos apagarán a todos, uno a uno, hasta que quede únicamente su luz, bajo la que se ven ellos. ¿Dónde estaré yo entonces?
A lo largo de la lectura, la autora va alternando la voz de Agnes en primera persona con la tercera para narrar lo que piensan el resto de personajes y terminar de reconstruir los hechos. Y es precisamente la voz de Agnes la que te araña la piel, penetra tu carne y te muerde hasta los huesos. Su fortaleza a pesar de estar en ruinas, la desesperación de sentirse enjaulada, acorralada, obligada a vivir en la incertidumbre, a la espera de que decidan cuándo será su último aliento. Agnes está muerta en vida, y es su humanidad, su evolución en esos meses de libertad fingida, lo que realmente crea una atmósfera opresiva y llena de dolor.
La historia es lenta, pausada, pero no da pie al aburrimiento. Desde la primera página, donde Agnes es poco más que un despojo humano, te clava el anzuelo irremediablemente. Pero es su llegada a la granja, la relación que se va estableciendo con la familia, especialmente con Márgret, lo que te conmueve. Y también con el joven reverendo Tóti, a quien Agnes va relatándole su desgraciada vida desde los primeros años de su niñez. Gracias a su ingenuidad e infinita paciencia, Tóti no solo conseguirá ganarse la confianza y el cariño de Agnes, sino también el nuestro.
La pluma de Hannah Kent es maravillosa. Sabe contar una historia, transmitir, hacer que te duela, que sientas rabia e impotencia, que llores por una Agnes a quien pocos lloraron cuando el hacha separó su cabeza del cuerpo. Aparte de asesina, Agnes fue acusada de muchas cosas. Gracias al contraste de voces la autora se encarga de hacerte ver lo que es estar en la piel de Agnes, el miedo a morir a pesar de que solo la muerte podrá proporcionarle el alivio que necesita para alcanzar la paz, acallar todos esos rumores que circulan a su alrededor, el odio que inspiró en personas que ni siquiera llegaron a conocerla. Y también te hace ver lo que es estar al otro lado. La importancia de ver, escuchar, conocer, y lo fácil que es juzgar y condenar, lavarte las manos y darle la espalda a aquello que temes.
La autora, además, va dejando diversos fragmentos a principios de cada capítulo con cartas y documentos reales que fue recopilando mientras se documentaba. Según he leído, el libro —y primera obra de la autora— nació de una tesis y se convirtió en un éxito rotundo, algo que no me extraña en absoluto. He visto que piensan hacer una adaptación cinematográfica, con Jennifer Lawrence como protagonista. Estoy deseando verla y cruzo los dedos para que transmita al menos la mitad de lo que transmite este libro.
Los que no están siendo arrastrados a la muerte no pueden comprender que el corazón se te endurece y afila hasta convertirse en un nido de rocas con un huevo huero y solitario en el interior. Estoy yerma; nada crecerá ya nunca de mí. Soy el pez muerto a secar en el aire frío. Soy el pájaro muerto en la orilla. Estoy seca, no sé si sangraré cuando me arrastren al encuentro del hacha.
Ritos funerarios es una novela absorbente, maravillosa y perfectamente ambientada. La autora ha querido darle humanidad a una mujer a la que muchos consideraban un monstruo sin sentimientos. Se ha documentado, se ha metido en su cabeza y en su corazón y ha logrado traspasar el papel para meterse también en el nuestro. Un último abrazo a Agnes Magnusdottir. Puede que haya muerto como una asesina, destinada al olvido, pero Hannah Kent la ha inmortalizado con este libro.
¿Lo habéis leído? ¿Os ha maravillado tanto como mí?
¡Un besote a todos!