Revista Cultura y Ocio

RESEÑA: Sanguínea.

Publicado el 01 junio 2021 por Jimenada

 SANGUÍNEA

RESEÑA: Sanguínea.
Título: Sanguínea. 
Autora: Gabriela Ponce (Quito, 1977) es escritora, directora de teatro y profesora de artes escénicas en la Universidad San Francisco de Quito. Ha publicado el libro de cuentos Antropofagias (2015, Premio del Ministerio de Cultura de Ecuador), el monólogo Cama, entro de una antología teatral Penumbra (2016) y la obra de teatro Lugar (2017, Premio Gallegos Lara). Sus cuentos han aparecido en varias antologías nacionales e internacionales. Forma parte del consejo editorial de la revista digital Sycorax, dedicada a la reflexión y a la crítica cultural. Es parte del colectivo Mitómana/Artes Escénicas y cofundadora de Casa Mitómana, invernadero cultural. Como escritora, directora y productora, ha llevado a escena las siguientes obras teatrales: Tazas Rosas de Té (2016, Premio Dramaturgia Inédita de la Fundación Teatro Nacional Sucre y Premio Francisco Tobar García del Municipio de Quito); Esas Putas Asesinas, adaptación para la escena del cuento de Roberto Bolaño (2015); Caída, Hemisferio Cero (2014). Su obra de teatro Entrada en la Pérdida (2013) ganó el premio internacional Escritura de las Diferencias y fue escenificada en Cuba y publicada en Francia. En el año 2020 publicó Sanguínea, su primera novela que ha sido recientemente adaptada al teatro en el año 2021. 
RESEÑA: Sanguínea.
Editorial: Candaya. 
Idioma: español. 
Sinopsis: en un entorno de naturaleza agreste y en relaciones salvajes, la protagonista de Sanguínea entre y sale de cavernas y cuerpos, de espacios fantasmales habitados o deshabitados, de vínculos atravesados por la pérdida, la negación del futuro y la esperanza. Sanguínea es el registro del flujo de conciencia y de una crisis íntima: la historia de una mujer que se desliza sobre unos patines por caminos abruptos y trata de enfrentar una deriva amorosa, una inesperada e imposible maternidad y el más doloroso de los desprendimientos. Pero Sanguínea también es una novela sobre la resistencia. De resistencia del cuerpo contra el cuerpo. Una novela de revelaciones turbadoras. Una novela que grita. 
Su lectura me ha parecido: sugestiva, poética, con toques eróticos, íntima, salvaje en lo que al entorno se refiere, corporal, extrema, como un incesante torrente... Nos horroriza la sangre. O al menos a la menstrual. Aquella que mancha bragas y compresas durante unos días al mes. Esa que, cuando llega por primera vez, es sinónimo de acceso a la adultez cuando tan solo eres un niña que no entiende lo que está pasando. La misma que hace que te den calambres en las piernas y sientas miles de bombas estallar en la parte baja del vientre. La que te afanas por ocultar, desde bien temprano, en el colegio, para que nadie sepa que te ha bajado por miedo a posibles burlas. Mismo modus operandi que no dudas en reproducir más allá de la mayoría de edad, en la universidad, en el trabajo, mientras tomas unas cervezas con tus amigos en el bar de siempre. Está tan interiorizado el esconder, como si de un anillo robado se tratara, el tampón en el bolsillo de tu vaquero que parece que hayamos nacido con eso, con una sensación de vergüenza azotándonos sin piedad cada vez que el rojo tiñe la sábana de la cama. Así, a modo de cuadro abstracto sobre lienzo blanco recién estrenado. Hay algo poético en la menstruación, de hecho, no será ni la primera ni la última pieza lírica que lea dedicada al tema, sobre todo de un tiempo a esta parte. Sin embargo, hay quien también ve algo asqueroso, horrible, indigno de ser fotografiado, mencionado o simplemente mostrado en televisión. De ahí que la regla sea azul clarito, y no escarlata, en los incontables anuncios que nos tragamos entre película de sobremesa y programa de actualidad. Publicidad que hemos engullido sin nosotras quererlo, donde las modelos saltan a la comba o hacen el pino, donde la sangre cían se vierte sobre la compresa a cuenta gotas para luego evaporarse - como si nunca hubiese existido - y por supuesto, donde la palabra "tabú" sobrevuela en su patriarcal retórica. Sí, sabemos que son coloridas historias que venden productos destinados a la higiene personal de las mujeres durante el periodo, pero, a pesar de ello, todavía seguimos evitando el tema y tratándolo como si fuera algo innombrable, como el malo de Harry Potter, aquello que está ahí, desde que el mundo es mundo, y a la vez nos afanamos por ocultar - incluso nosotras mismas - bajo términos carentes de profundidad y desprovistos de su crudo realismo. Definir a la novela que hoy tengo el placer de reseñar como un libro sobre la regla  sería completamente injusto. Es cierto que ésta tiene su particular y necesario protagonismo, pero Gabriela Ponce ha compuesto un retablo de temas mucho más amplio, sinuoso, delicado y brutal. Sanguínea: el cuerpo de la mujer como reflexión y campo de batalla. 
RESEÑA: Sanguínea.
Gabriela Ponce, autora de la presente novela, es directora de teatro y profesora de artes escénicas. Un detalle biográfico y profesional que, aunque llamativo, puede pasar desapercibido para el lector menos experimentado y que poco o nada le importe las posibles influencias en la obra de cualquier escritora escritor. Sin embargo, en el caso de Ponce, este aspecto se convierte en algo significativo dado que en Sanguínea la presencia de lo escénico y, sobre todo, de lo físico, es notoria y palpable. Si hay algo que sorprende de la novela es precisamente su concepción teatral dentro de lo estrictamente narrativo. Aquí no hay acotaciones, ni descripciones de las acciones que ejecuta cada personaje, ni una estructura típica que nos haga pensar que estamos ante un texto para ser representado. No obstante, Ponce coloca al cuerpo - de la protagonista y por extensión el de todas las mujeres - en el centro de la obra, del montaje, de lo literario. Como punto cardinal a partir del que salen, como si de disparos se tratasen, reflexiones entorno a lo que éste es capaz de albergar, expulsar, supurar, mostrar. Al igual que una pieza de danza contemporánea - de hecho, no paraban de venirme imágenes de alguno de los muchos montajes escénicos a los que he asistido en calidad de espectadora - Sanguínea discurre, se tambalea, se encabrita, como un caballo desbocado en medio de un prado, en soledad. Su grito es sonoro, resuena sobre el escenario, al igual que los golpes de los brincos y movimientos que la actriz efectúa para goce y disfrute. Su cuerpo, como ya hemos dicho, epicentro del todo, rebosa de emociones imprimidas por la pluma, o dicho de otra forma, por una clara intención de rendir tributo a lo que se puede tocar, acariciar, besar, chupar. Hallando, entre tanto dolor - porque, como bien describe Ponce, el cuerpo sufre - una suerte de belleza sumamente intensa, que no idealizada. Y es tan real que muchas mujeres podemos identificarnos en ello, hasta el punto de debatir entorno a los deseos femeninos en la era del consentimiento, en los marcos feministas que, a pesar de reaccionarias proclamas, resultan enormemente liberadores. A pesar de estar leyendo párrafos de prosa fina y cuasi sensual, no es descabellado imaginarse, por unos instantes, a una intérprete llevar sobre las tablas lo que en ella se narra. Tanto en una declamación a viva voz como a partir de un lenguaje corporal igual de impactante. 
RESEÑA: Sanguínea.
Sanguínea narra la historia de una mujer, una narradora omnipresente que, tras romper con su marido, intenta salir adelante en una huida desesperada hacia adelante siendo ella misma. Lo hace como quiere, como puede, como le nace de dentro. Y en ese tránsito se entrega al cuerpo, al lado salvaje de este, sin cortarse un pelo a la hora de experimentar, fundiéndose con un paraje de naturaleza indómita, entregándose a otros cuerpos - desde el plano sexual y social - en un intento por conocerse, autodescubrirse para, en última instancia, salvarse de lo que no quiere llegar a ser. En un monólogo tan fluido como incesante - como la sangre que recorre nuestro cuerpo - la protagonista nos parapeta frente a una especie de diario íntimo, frente a una confesión torrencial, como la incapacidad de controlar los pensamientos propios, tan vertiginosa como hermosa. A partir de aquí, Ponce da rienda suelta a su creatividad y a su faceta más escénica para mostrarnos escenas impactantes, icónicas, más allá de lo que a la protagonista se le pasa por la cabeza en su abrumador discurso. Dando la sensación de que éstas, por muy narrativas que sean, son capaces de traspasar el papel. En cuanto al contenido, Ponce huye de cualquier conservadurismo al hablarnos de temas altamente sensibles para una mente más cerrada, compacta, intolerante en la mayoría de los casos. Aquí el embarazo tiene una faz azabache que poco tiene que ver con lo que siempre nos han inculcado, incluso de niñas, sobre lo que significa tener a una personita habitando en tu vientre. En la novela la menstruación se ve, se toca, se huele. Un acto de tangibilidad revolucionario que busca una clara visibilización, así como de una concienciación social al respecto. Por fin la sangre es roja y se vierte sobre los muslos blanquecinos, formando ríos, venas a la vista, a plena luz del día, gritando, ordenando ser observadas, sobre todo por los ojos más puritanos. Aquí también hay abandono deseado, renuncia consciente de la maternidad, proponiendo otros modelos igual de válidos, además de una necesidad del derecho a abortar. Tema de intermitente actualidad en los medios de comunicación que, sin embargo, está presente en nuestra palpable realidad. Todo en Sanguínea es sensorial: la casa-cueva, la adopción (otro de los grandes temas del libro), el aprendizaje, los afectos, los duelos íntimos. También el cuerpo: fluidos, sangre, vómitos, semen, lágrimas, leche materna. Y por supuesto lo que provocan: dolor, ardor, deseo, insatisfacción, gula, frío... Todo ello, sin caer en lo ordinario, en comunión y ausencia de cualquier tabú. Como veis, Ponce no se guarda nada en este lírico ejercicio literario ejecutado con mano maestra. Valiente y necesario que busca, al fin y al cabo, que todas y cada una de nosotras dejemos de actuar como si la reprobación fuese nuestra madre y la vergüenza nuestro padre. 
Sanguínea: una historia de liberación, búsqueda, dolor, placer, erotismo, bravío, aprendizaje... De un cuerpo que sufre, llora y sangra; pero que también se eriza y se corre de placer. 
Frases o párrafos favoritos: 
"Y así va cubriendo nuestros cuerpos la noche de un halo de intimidad en medio del cual ambos nos quedamos dormidos: él, ebrio, yo, con una náusea que me despierta cada tanto y me hace correr por trozos de hielo para meterme en la boca."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Editorial Candaya

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