“Sobre Grace” es la primera novela del escritor americano Anthony Doerr, que logró hacerse con el premio Pulitzer de ficción en el 2015 con su segunda novela “La luz que no puedes ver”, convirtiéndose en un éxito internacional y encandilando a millones de lectores.
Muchos serán, los que habiendo disfrutado de su laureada novela, hayan abierto las pastas de su primera historia con unaaptitud reverencial, deseando encontrar lo que en “La luz que no puedes ver” les dejó con ganas de más. Craso error, por supuesto, porque ambas, por lo que he podido observar, son bien diferentes. Yo parto desde la ignorancia, sin haber leído nada anteriormente de Doerr, sin esperar nada, y convirtiéndome en una lectora no condicionada.
David Winkler tiene cincuenta y nueve años, y se encuentra en un avión de camino a casa, si en realidad se le puede llamar así, después de veinticinco años de haberse ido. Huyó desesperado. Soñaba cosas que luego se cumplían. Siempre había sido así. No tenía por qué dudar de que su nueva visión no se fuera a hacer real. Su hija Grace moría ahogada y él no podía hacer nada por salvarla. Hiciera lo que hiciese, el final siempre sería el mismo. Pero que sucedería si él no entraba en la ecuación, ¿Su pequeña se salvaría? Es de este modo que decide irse para intentar darle una oportunidad a su hija.
Ese viaje en avión será el punto de inflexión del que partirá la historia, uniendo pasado y futuro. Retrotrayéndose al pasado iremos construyendo toda la vida de David, desde su infancia. Él no es para nada perfecto, pero quién lo es; supongo que sus decisiones tampoco serán compartidas por todos, pero quién no se equivoca. El escritor tiene la habilidad de congraciarte con el personaje, sentir sus miedos, su frustración y desolación, marcado por ese don que le ha alejado de quienes le rodean. Conoceremos todo sobre él, incluso sus más oscuros defectos. Convirtiéndolo en alguien real. Él es raro, solitario, introspectivo, se deja llevar por lo que le sucede, lo que nos lleva a sentir rabia por la desidia con la que actúa y en lo que ha convertido su vida. Pero nada podemos hacer.
Huyendo de su destino se aleja de su familia, para tal vez construir otra a cientos de kilómetros. Si alguna cosa había aprendido era que la familia no consistía tanto en lo que te era dado, como en lo que eras capaz de conservar. Una familia era tiempo.Los diversos personajes, sus vidas, irán conformando la historia global. El escritor sin duda tiene una capacidad innata para lograr que el lector llegue a formar parte de cada una de las personas que se unirán a David para construir esta novela.
Cuando se abre este libro, nos encontraremos con un inicio imaginativo, aderezado con cierta intriga que se mantendrá a lo largo de toda la narración, pero que tiene sus más y sus menos; deberemos pasar porciertos momentos pausados, e incluso lentos que ralentizan el ritmo de la trama, dificultándonos el deseo de seguir leyendo, pero esa manera tan deliciosa que tiene el escritor de transformar lo imaginativo en real, nos animarán a seguir pasando las páginas, para que al final nos podamos sorprender y también descubrir, si existen las segundas oportunidades, o por el contrario, al igual que los cristales no podían huir del diseño en el que estaban engastados, tampoco los seres humanos. y si es cierto que, todo está labrado según un patrón rígido, la certidumbre de la muerte.
Tal vez la idea era que si podía enviar tantos sobres a Sandy, con el tiempo se habría enviado a sí mismo, y existiría más allí que donde en realidad se encontraba