Revista Cultura y Ocio
SI MI AMOR FUERA COMETA (Bizarro Ediciones, 2014):
Ambientada en un periodo histórico fascinante, los años 70 de la dictadura del general Velasco en el Perú, la novela, gracias a la técnica narrativa de la focalización cero, consigue que el lector penetre hacia el fondo del alma de unos tipos humanos que bien tuvieron que existir en esa época. El protagonista, Emilio, representa a todos esos jóvenes estudiantes del movimiento de Vanguardia que protestaron contra el poder dictatorial del velascato. Si Alonso Quijano, mejor conocido como Don Quijote, por la lectura de tantos libros de caballería, decide hacerse caballero, Emilio a causa de las numerosas lecturas de Marx y Engels, decide abrazar los ideales izquierdistas a toda costa, poniendo en peligro su libertad y la felicidad de su familia. De nada le sirven las recomendaciones de su mejor amigo, El Barbas que, como Sancho Panza, trata de hacerle entender que debe dejar de ser tan idealista y soñador y volver a la realidad. Sin embargo, aunque El Barbas prefiere los ideales de la Derecha, nunca abandonará a su amigo y respetará y apoyará siempre sus decisiones, dando prueba de una amistad incondicional.
Aurora, la mujer de la cual se enamora Emilio, es una muchacha que también se ha dejado formar por sus lecturas, y en especial manera, por las obras de la feminista francesa Simone de Beauvoir. Gracias a la escritora, la chica toma consciencia de que las mujeres siempre han sido sujetadas al hombre y que ha llegado el momento de rebelarse. La rebelión de Aurora empieza por un corte de cabello y termina con la desobediencia hacia su padre, el pequeño dictador don Aníbal, que obstaculiza su libertad sentimental. Sin embargo, mientras Aurora sólo se rebela contra el padre, y no trata de hacer proselitismo con las demás mujeres, Emilio se rebela no solamente en el nivel personal contra don Aníbal, sino que también lucha contra el sistema político para los derechos de todos los jóvenes universitarios como él.
Las convicciones de Emilio lo llevarán hacia situaciones peligrosas y desagradables y, sin embargo, al final, el protagonista entenderá que la lectura no es una actividad “inocente”, que hay lecturas que nos forman y hasta nos pueden cambiar la vida, y hay que leer porque la lectura nos proporciona a los seres humanos esos momentos de reflexión y conocimiento del ser. Sin embargo, al lado de los ideales más exquisitos y trascendentales, afuera de la lectura existe el mundo de nuestros seres queridos cuya felicidad depende también de nuestros actos. La libertad es, pues, un camino difícil y largo que empieza por la toma de consciencia de unos ideales y termina en una gran responsabilidad personal.
Eleonora Lo Giudice