Creo que no es ningún secreto para aquello de vosotros que me seguís desde hace tiempo que un porcentaje muy alto de mis lecturas pertenecen al género romántico. Me da igual el tipo de subgénero: histórico, contemporáneo, paranormal, de suspense, erótico, e incluso, en pequeñas dosis, sentimental. Ahora bien, hay uno en concreto que se me resiste... o yo me resisto a él, depende de cómo se mire. Me refiero al chick-lit. Y no lo digo tras haber leído un par de libros nada más, sino después de incontables intentos de hacer las paces con él. El problema es que, de alguna forma, las historias siempre me parece que acaban cojeando en algún punto, y aunque haya escenas con las que paso un rato divertido, en general, el conjunto del libro, me suele dejar indiferente. Ahora bien, siempre hay excepciones ¿no? La mía tiene un nombre: Sophie Kinsella. Si en su momento me atrapó con No te lo vas creer, novela que recomiendo a todo el mundo, en esta ocasión lo ha vuelto a conseguir con Tengo tu número, una pequeña gran joya de la que os hablaré a continuación.
Faltan pocos días para que Poppy Wyatt se case con el hombre perfecto... El problema llega cuando, estando de celebración con sus amigas en un hotel, pierde el anillo de compromiso; una reliquia familiar de incalculable valor. Es entonces cuando nuestra protagonista, en pleno estado de pánico, saca el Poirot que lleva dentro -o lo intenta-, y trata de reconstruir la escena del crimen mientras facilita su número de teléfono a todo aquel que se cruza en su camino.
No. No te pongas a hiperventilar ahora, Poppy. Piensa en positivo. Solo necesitas plantearlo desde un ángulo distinto. Como... ¿qué haría Poirot en mi lugar? Conservaría la calma, ejercitaría sus pequeñas células grises y recordaría algún detalle insignificante y crucial que sería la clave de todo. [...] El caso es que no estoy segura de que Poirot se se hubiese pinplado tres copas de champán rosado y un mojito antes de resolver el asesinato en el Orient Express.
No hay que perder la cabeza. No. Seguro que alguien lo encuentra y le llama a... ¡el móvil que le acaban de robar! Una buena solución sería llamar al ladrón e intentar que se lo devuelva... Pero es poco probable. La otra es quedarse con el teléfono que acaba de encontrar en la basura... ¿Eso no es robar, verdad? No, claro que no. Si está en la papelera es por algo, así que ya sólo queda repartir el nuevo número a todos los empleados del hotel. Espera. No. ¡Está llamando su dueño!
Desde ese momento las vidas de Poppy y Sam quedarán entrelazadas por un móvil. Ella lo necesita urgentemente si quiere recuperar su anillo antes de que su prometido y sus suegros -los cuales la odian, todo sea dicho-, se enteren. Por su parte, él quiere de vuelta el teléfono de su ex-secretaria, en el que se encuentra toda su vida laboral... y personal. Pero llegarán a un acuerdo: Poppy se lo quedará durante unos días y mientras tanto le reenviará a Sam todo los correos y mensajes que lleguen para él. ¿El problema? Poppy.
Sólo hay que leer la sinopsis para saber que nos encontramos ante un libro que nos hará pasar un rato más que divertido. Con una trama entretenida y fresca, y con una protagonista graciosa y quizá un poco loca, las carcajadas están aseguradas. Es imposible quedarse impasible ante sus meteduras de pata, sus disparatadas ocurrencias y su sentido del humor. No pierde esa chispa incluso en los momentos más tiernos y serios. Su insaciable curiosidad la llevará a fisgonear todo el correo de Sam, así como entrometerse sistemáticamente en su vida... siempre por su bien, claro. No le vendría mal de vez en cuando ser un poco más simpático con la gente... y a ella de eso le sobra. Así que, por supuesto, lo hace por el bien de su compañero de móvil.
Como es normal en el chick-lit, la historia está contada desde el punto de vista de la protagonista femenina, centrándonos más en su vida privada que en la relación de amor, a diferencia de la romántica común. Sin embargo, en este libro no he tenido la sensación de que a la historia entre Sam y Poppy le faltase ese algo. Es más, no he echado en falta ni si quieras las escenas de sexo, las cuales considero indispensables para la profundidad del romance. Me quito el sombrero ante Sophie Kinsella. Incluso Sam, el cual, como digo, tiene un papel más secundario, llega a conquistar por completo al lector. Puede que sea ella la que cotillee su correo privado, pero él a su vez irá conociéndola cada vez mejor, por lo que llegarán a ayudarse mutuamente e incluso cambiar las vidas el uno del otro.
Tengo que destacar, por supuesto, los mensajes que intercambiarán entre ellos, los cuales aportarán momentos divertidos y dulces al libro. También las notas a pie de página de Poppy que podremos encontrar durante toda la novela, absolutamente hilarantes.
Lo recomiendo para todo el mundo, y más en esta época del año... Una lectura perfecta para pasarlo bien sin pensar demasiado. Una historia ágil y fácil de leer. Sin embargo, sin intención de contradecirme, creo que desmerece un poco al libro que lo encasille de esa manera... Puede que sea ideal para el verano, el calor, la playa..., pero tiene la suficiente calidad como para fascinar a cualquier persona sea la época que sea.
Hay libro que están hechos para hacer feliz a la gente. Éste es uno de ellos.