Revista Cultura y Ocio

RESEÑA: Thérèse e Isabelle.

Publicado el 13 julio 2018 por Jimenada
THÉRÈSE E ISABELLERESEÑA: Thérèse e Isabelle.
Título: Thérèse e Isabelle.
Autora: Violette Leduc (Arras 1907-Faucon 1972), escritora francesa conocida por su amistad con Simone de Beauvoir. Sus escritos suscitaron una gran controversia porque se enfrentaban a lo socialmente establecido. Desde pequeña sintió el desplante de los suyos por ser hija ilegítima, hecho que plasmó en La Bâtarde (1964). Sus obras muestran sin tapujos su vida. L´Asphixie (1946) recuerda sus años de infancia y la querencia por su madre. Leduc recibió la estima y aprecio de sus colegas Albert Camus, Jean Paul-Sartre, Jean Genet y de la propia Beauvoir, pero, quizá Francia no estaba preparada para comprender "un desierto de monologa", como ella misma se definía ante su amiga.
RESEÑA: Thérèse e Isabelle.
Editorial: Mármara.
Idioma: francés.
Traductor: Delfín G. Marcos.
Sinopsis: el internado ha sido escenario en el cual autores tan relevantes como Robert Musil, Fleur Jaeggy o Robert Walser han ambientado sus obras y dado a conocer sus experiencias de juventud. Con Thérèse e Isabelle, Violet Leduc viene a incrementar ese elenco de autores; entre las cuatro paredes de un internado descubrió por primera vez la amistad, el amor, el sexo y los prejuicios sociales. Originariamente, este episodio autobiográfico formaba parte de Revages (1955), pero fue censurado por el alto contenido erótico. Tuvieron que pasar varios años para que Leduc viese publicado el texto íntegro.
Su lectura me ha parecido: sensual, intensa, erótica, con una latente y poderosa crítica social, adictiva, elegante, veloz, inolvidable...Queridas lectoras y lectores, a todos nos ha pasado lo siguiente. Y quien no lo haya vivido, es que o bien no sabe apreciar el valor de los libros o bien que directamente no lea. Esa sensación de estar en un momento de crisis, ya sea personal, laboral, familiar o de cualquier tipo. Esa impotencia que de pronto nos invade, consiguiendo corromper nuestro optimismo y sensatez. Esa angustia que te asalta y te devora por dentro, sin dejarse ni una miga en el plato. Esas ganas de llorar que parecen no cesar nunca, ni siquiera ante cualquier muestra de afecto de ánimo por parte de quien te quiere. Ese pesimismo que provoca que no desees levantarte de la cama por las mañanas. Esa desazón que acaba resultando desesperadamente cotidiana. Ese desgarro interno. Esas noches de no pegar ojo pensando que estas perdiendo el tiempo. Esa confusión. Esa dolorosa desorientación. Esos días en los que tienes la impresión de que has fracasado, y de que por tanto, no vas a ser incapaz de levantar cabeza...Seguro que os suenan estos síntomas, al fin y al cabo, todos los hemos pasado. En mi caso, y aquí me voy a poner un poco seria, vino dado por una serie de circunstancias que se juntaron todas a la vez. Pero a grandes rasgos tuvieron que ver con una mala noticia relacionada con una oferta de empleo (confiaba en que esta vez fuera un sí en lugar de un no) y con una crisis creativa (a nivel de escritura) que llevaba arrastrando desde hacía tiempo. Tuve unos días muy malos, no lo voy a negar, pero afortunadamente la tormenta se despejó ligeramente, y todo se lo debo al libro que hoy tengo el placer de reseñar. No es una de mis lecturas más recientes pero si la que me ha dado la pieza que faltaba en el puzzle de una historia que llevaba algunos meses en mi cabeza. Gracias a ella he podido, por fin, plasmar todas esas ideas sobre el papel. Lo de la falta de curro todavía persiste, pero lo que es optimismo y ganas de cumplir un sueño han regresado, y espero que para quedarse. Los libros tienen el poder de iluminar los días negros, y esta novela en concreto, parece no ser de este mundo. Thérèse e Isabelle: una pasión lésbica en el entorno más opresor.  
RESEÑA: Thérèse e Isabelle.
La historia de como esta breve novela de Violette Leduc llegó a mis manos es bien sencilla, y en parte os la he contado en el primer párrafo de esta reseña. Sin embargo, como en toda novela que se preste, en este caso existe una primera parte. No fue en los estantes de una librería, ni en el escaparate de unos grandes almacenes, ni siquiera se lo he visto leer a nadie en el transporte público, como tampoco en manos de algún conocido o amigo. La primera vez que vi Thérèse e Isabelle fue en una biblioteca pública. Una circunstancia que puede ser muy lógica, pero que para mi en ese momento me resultó fascinante. Normalmente, cuando visito algunas bibliotecas de confianza de mi ciudad, en particular la de mi barrio y algunas situadas en el centro, mis ojos suelen ir, no se por qué, a las novedades. Y es que algunas de ellas se lo montan muy bien para que el lector acuda al estante donde reposan, como recién salidos del horno, deseosos de tú seas la primera persona en catar su lectura. Sin embargo, por desgracia, estas estrategias (totalmente legítimas y normales) consiguen que pases del resto de libros que hay en la biblioteca de turno, libros que en su día fueron destacados pero que ahora pasan los días, meses y años recogiendo polvo en los estantes menos atractivos. Por eso, es bueno que de vez en cuando, los librófobos pasemos de vez en cuando de las jugosas novedades y nos adentremos en el laberinto de libros que, en apariencia, nadie quiere leer. No vaya a ser que, como me sucedió a mi, os topéis con la lectura de vuestra vida. Thérèsse e Isabelle se presentó ante mis ojos de esa forma, como un tesoro descubierto entre filas y filas de novelas que rara vez salen de sus estantes para ser degustados. Todo era perfecto: la sinopsis una maravilla, la portada un misterio  y justo la extensión que en aquellos momentos necesitaba (lo más breve posible). Sin embargo, como en todo guión cinematográfico, el giro dramático de los acontecimientos se produjo cuando acudí emocionada al mostrador y me dijeron que no podían prestármelo porque todavía estaba sancionada. Se me llevaron los demonios aquel momento, ¿cómo pude tener tan mala suerte? Afortunadamente, y a pesar de que la presencia de Thérèse e Isabelle en las librerías me recordó durante un tiempo aquel anecdótico pero decisivo episodio, la vida te recompensa, y en mi caso fue gracias a Mármara, editorial a la que pude pedir un ejemplar de esta novela de Leduc para poder leerlo con total tranquilidad. El resultado: una experiencia lectora única.
RESEÑA: Thérèse e Isabelle.
En lo que respecta a la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Thérèse e Isabelle presenta una de las lecturas más ágiles y bellas que he leído. Su extensión, 122 hojas, es perfecta. Hay quien seguramente piense que no le habría venido bien a la novela unas cuantas hojas de más, pero sinceramente, ¿de verdad hace falta? ¿Es necesario añadir páginas cuando su contenido es perfecto? Me cuesta decir que un libro es totalmente redondo, ya que siempre se le puede sacar algún punto de mejora, pero creerme cuando os digo que esta novela de Violette Leduc (una escritora injustamente olvidada) me ha llevado por terrenos insospechados. Me ha hecho volar, pensar, temblar, estremecerme, excitarme, y por primera vez en mucho tiempo, mantenerme al borde del llanto...En pocas palabras, que esta novela ha hecho conmigo lo que ha querido. Leduc es capaz de llevarse al lector al terreno que le interesa para luego, una vez captada toda su atención, sacudirlo y atravesar su alma con un afilado cuchillo, para luego dejarlo tirado, desolado, triste, con la sensación de no haber leído un libro, sino de haber sufrido un terremoto en sus propias carnes. Por no hablar de su exquisito erotismo, muy alejado de lo chabacano y simple que tanto se prodigó hace unos años, cuando la literatura erótica vivió un renacimiento impulsado por el marketing tras el éxito de Cincuenta sombras de Grey. Todos aquellos textos carecían de interés, de un trasfondo bien definido, de una historia que fuese más allá de las escenas de sexo (aunque estas constituyan los momentos centrales de la novela, por algo se le llama novela erótica y no romántica por ejemplo) y de un poso de reflexión (de hecho, muchas de ellas caen en el machismo más peligroso, sin crítica alguna). Una vez escuché a una escritora decir, en relación a la literatura erótica, que la línea que separa lo elegante de lo vulgar es muy fina, por lo que toda o todo escritor que pretendiese escribir una novela de estas características debía medir bien los pasos a seguir y presentar un estilo lo más depurado posible. Lo de Violet Leduc en Thérèse e Isabelle directamente es belleza, más allá de todo estilo literario (por muy depurado que esté). Sutileza, embriagadez, pasión...Todo eso junto y perfectamente revuelto en perfecta harmonía con lo que se esta narrando. La historia parte de una base muy sencilla: la tórrida relación amorosa y sexual entre dos alumnas de un internado de señoritas en la Francia de o bien a principios de siglo XX o bien a mediados de éste (pues no queda del todo claro) y en la que encontramos el patrón clásico dentro de la novela erótica de maestra y pupila. Thérèse (la propia Leduc) aprende de Isabelle. Sin embargo, toda incoherencia que podamos encontrar queda difuminada y olvidada, pues aquí, a parte de lo que se cuenta (que es vital e importante para entender la envergadura de esta novela), lo que de verdad importa es el envoltorio, o lo que es lo mismo, el como Violet Leduc lo cuenta. Aún así debemos ser conscientes como lectores que Thérèse e Isabelle representa un hito en la historia de la literatura francesa por varios motivos. En primer, lugar por la propia trama. Que en los años 50 del pasado siglo una autora se atreviese a escribir una historia sobre una relación lésbica es realmente fascinante. Esto refleja lo que ya sabíamos, que Violette Leduc fue una mujer adelantada años luz a su tiempo, a esa Francia de mediados de siglo que parecía despertar de un largo letargo puritano. En segundo lugar, por el carácter autobiográfico de ésta. Si lo de plantear una historia de amor entre dos mujeres ya era un atrevimiento, el exponerse de esa forma ante una sociedad cerrada y moralizante podía suponer un suicidio mediático. De hecho, no debemos olvidar que este libro fue censurado y que Leduc no pudo ver su obra publicada hasta unos años después. Aún así, Violette Leduc fue una autora aclamada por los intelectuales de su tiempo, en especial por su íntima amiga Simone de Beauvoir y su compañero Jan Paul Sartre (¡Casi nada!).  Y en tercer lugar, lo obvio, esa feroz crítica a la moralidad de la época, la cual se materializa en la atmosfera de la novela. Empezando por el propio edificio del internado y finalizando por las maestras. Un entorno represor que no hace sino acentuar la asfixia y el miedo en los dos personajes principales. Nadie duda a estas alturas de que Thérèse e Isabelle me ha gustado, hasta el punto de servirme como inspiración para un proyecto que estoy elaborando, por eso, me gustaría que lo leáis. Ya no sólo por una cuestión personal, también porque esto sí es literatura erótica de calidad. De la que profundiza, de la que te provoca, de la que logra excitarte de verdad.
RESEÑA: Thérèse e Isabelle.
Todos sabemos que la semana pasada tuvieron lugar en Madrid la impresionante, reivindicativa y siempre colorida fiesta del Orgullo LGBTIQ+. La más importante a nivel nacional y la que congrega cada año a miles de miembros del colectivo en la plaza Pedro Zerolo, situada en el icónico barrio madrileño de Chueca. Hasta ahí todo correcto. El problema viene cuando se extrae beneficio a costa de una reivindicación social tan importante como la del colectivo LGBTIQ+. Coincidiendo con los actos de esa semana, muchos fueron los políticos que se apuntaron al carro de reivindicar los derechos LGBTIQ+, algunos incluso procedentes de partidos contrarios a éstos. No podemos pasar por alto el famoso tweet de María Dolores de Cospedal en el que deseaba a sus seguidores un feliz Orgullo. Como tampoco la participación de Ciudadanos en la multitudinaria manifestación del sábado, en la que su líder, Albert Rivera, aprovechó para ensalzar las ventajas de la gestación subrogada para el colectivo LGBTIQ+. Dos formas de manifestar su apoyo a la causa totalmente oportunistas. Por un lado el PP, que siempre ha votado en contra de la mejora de los derechos del colectivo, pretendía lo que parece ser una especie de lavado de cara del propio partido político más que un apoyo sincero. Y por otro Ciudadanos que, como en otras ocasiones, sus líderes más visibles no pierden la oportunidad de buscar rédito político a costa del valor de las peticiones del colectivo. Al igual que los partidos políticos pretenden obtener votos apoyando al movimiento, las empresas no dudan en subirse al carro y teñir sus principales logos con la bandera del arcoíris. Apple, la prensa escrita, Netflix, HBO, el Banco Santander...Hay muchos ejemplos, y la mayoría de ellos aprovechan las fechas para lanzar ofertas o poner a la venta productos relacionados con la temática (camisetas, pins, calcetines, banderas, pulseras, discos recopilatorios). Aunque lo más surrealista que he visto últimamente por ahí ha sido un anuncio en un portal de empleo y emprendimiento de mi ciudad, en el que en apoyo al colectivo, iban a apoyar durante esa semana a los emprendedores que quisiesen montar empresas gay-friendly. A todo eso, amigas y amigos, se le conoce con el nombre anglosajón de Pinkwashing, que significa literalmente "blanqueamiento rosa". En otras palabras, las estrategias políticas y de márquetin dirigidas a la promoción de instituciones, países, personas, productos o empresas apelando a su condición de simpatizante del colectivo LGBTIQ+ con el objetivo de ser percibidos como abiertos, progresistas, modernos y tolerantes. Aquí en España, el Pinkwashing se da solamente durante los actos de la semana del Orgullo en Madrid, en donde todos los interesados sacan la artillería pesada para poder conseguir su propósito. Esto también ocurre en muchos países de nuestro al rededor y del otro lado del charco, aunque sin duda, en donde esta estrategia esta tomando tintes más terribles es en Israel. País que, por un lado esta impulsando una espectacular campaña publicitaria para atraer al colectivo LGBTIQ+ a su territorio, al mismo tiempo que comete crímenes de lesa humanidad contra el pueblo palestino. Turismo y conversión de Tel-Aviv en capital gay friendly mundial para ocultar la violación de los derechos humanos perpetrados. ¿Por qué digo todo esto? ¿A qué viene esto del Pinkwashing? Pues al hecho de que no debemos caer en las redes de éste (o al menos a intentarlo), a que todos los días se tiene que reivindicar la diversidad y la tolerancia (y no sólo una semana al año) y a que una buena forma de escapar del Pinkwashing es leyendo libros como el que hoy he reseñado en cualquier momento del año. Primavera, verano, invierno u otoño. Cualquier ocasión es buena para adentrarse en esta literatura tan intensa como reivindicativa. Thérèse e Isabelle: una historia de amor, sexo, pasión, deseo, represión, dudas, noches sin dormir, desafío a las convenciones sociales...La novela que todas y todos deberíamos leer, recomendar y tener a nuestro lado.
Frases o párrafos favoritos:
"Isabelle llegó del país de los meteoros. de las conmociones de las catástrofes, de los estragos. Me lanzó una palabra liberada, un programa, en su hálito el frescor de los mares del norte. Tuve la fuerza para guardar silencio y hacerme de rogar."
"El escalofrío es la caricia lo que el relámpago a la noche."
Película/Canción: existe una adaptación de 1968 realizada por el director estadounidense Radley Metzger. Sin embargo, y a falta de un tráiler disponible en internet, he querido hacer un pequeño homenaje a este libro adjuntando el videoclip de una de las canciones más famosas y trasgresoras de Mecano. Cada vez que la escucho se me ponen los pelos de punta.



¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Mármara Ediciones

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