Hacía mucho tiempo que quería leer a la autora, y es que me habían hablado muy bien de ella, así que en cuanto se supo que la novedad de Enero de la editorial sería Elena, estaba segura de que Tiempo de promesas iba a caer en mis manos. Y una vez acabada su lectura, que me ha durado un suspiro, estoy segura de que volveré a leer a la autora... y más si escribe sobre cierto Lobo Gris...
La pluma de Elena ha sido fascinante como poco, l a manera de describirnos lugares hacía que pudieras verlo ante tus ojos, el modo de hacernos parte de la historia, esa tensión entre los protagonistas, esa incertidumbre del pasado, esas teorías que se te pasan por la cabeza mientras vas leyendo, Elena ha conseguido mantenerme enganchada y con ganas de más en cada final de capítulo. Pero si hay una cosa que me ha gustado por encima de todo en su modo de narrarnos la historia, eran las conversaciones entre Jimena y Martín, estaba siempre deseando más.
Tiempo de promesas nos traslada al año 917, justo al acabar la Batalla de Castromoros donde el rey Ordoño se hacía con el feudo de Castromoros y el momento en el que otorgaba el título de gobernador a Martín Ruiz de la Vega como recompensa. Ya sólo en ese prólogo mi odio tenía nombre y mi amor tenía dueño.
Pero donde realmente empieza la acción fuerte es en el segundo capítulo, donde tenemos el primer encuentro entre Martín y Jimena, y madre mía, en ese encuentro no sólo saltan chispas... ¡se podría encender una hoguera!
Desde el principio sabíamos que algo había pasado en el momento de la muerte del padre de Jimena, aunque no sabíamos exactamente el que ni quien era el culpable, aunque yo ya tenía alguna que otra intuición... y me han encantado los pequeños flashbacks que tiene Jimena... nos va dando alguna que otra pista de como era ella antes de ese vacío que tiene y también la vamos viendo madurar a medida que ella misma va descubriendo cosas que permanecían escondidas.
Durante la lectura conjunta, una de las chicas decía que si tuviera un palo cerca le atizaba en la cabeza al pobre Martín, yo ya no sé si es porque es una costumbre nuestra no coincidir, pero a mi me entraban ganas de atizar a veces a Jimena... Reconozcamos que los dos son MUY cabezotas y eso hace que muchas de las situaciones se compliquen por no dar su brazo a torcer... pero a veces ella me sacaba un poco de quicio, aunque eso daba pie a los mejores momentos.
Jimena es uno de los personajes que más ha evolucionado. La teníamos como la inocente doncella, pero realmente se ve que es una mujer de armas tomar, inocente en según que temas, pero con un carácter fuerte y decidida. En más de una situación su personaje me ha sorprendido mucho.
¡ay Martín! ese caballero que va robando suspiros por allá donde pasa... me ha enamorado, es honesto, leal y que sabe lo que quiere. Me encanta cuando le toma el pelo a Jimena y se muestra un poco descarado. Y sus reflexiones, esas que te dejan con las rodillas temblando y con una cara que si lo tuviera delante... ¡me lo como! Y sobre los personajes secundarios y por no desmerecer a nadie porque Sabina, Ansur, Félix, Rosaura... todos han sido adorables y han aportado su granito de arena. Incluso los de peor calaña... leer su punto de vista ha sido duro y espeluznante.
Pero hay que hacer una mención especial para cierto Lobo Gris que me tiene suspirando... y que espero, deseo y ¡lo necesito! que tenga su historia. De un hombre así, necesitamos más, mucho más.
- Poca cosa. Solo que reconozcas que mis manos y mis labios son capaces de llevarte al delirio - afirmó Martín, encogiéndose de hombros-. Que aceptes que soy tan importante para ti como el aire que respiras, como el sol de la mañana o como el agua del río. [...]"