En Un mundo nuevo, Eve ha perdido a Caleb, su primer amor. Se ve forzada a interpretar el papel de la feliz y patriótica princesa, hija del rey de la Nueva América, confinada a Palacio y atrapada en un matrimonio de conveniencia con el consejero de su padre.
Su futuro parece insoportable, pero el recuerdo de Caleb y la revolución en la que él participaba y en la que ella creía firmemente, consiguen hacer su existencia algo más llevadera.
Una única posibilidad de conseguir la libertad se le presenta, una oportunidad de conseguir salvarse y también a las chicas que dejó abandonadas a su suerte en su huida. Pero esa libertad le va a costar tomar una decisión terrible y muy grave.
En sus manos está ejecutar al responsable de toda esta situación: su propio padre.
La trilogía Eve me enamoró desde el momento en que vi el primer libro en el escaparate de una de mis librerías habituales. Primero entró por la vista, debido a su preciosa portada, y después llegó al corazón. Más tarde ocurrió lo mismo con su segunda parte. Es por eso que en cuanto se publicó su tercera y última parte me faltó tiempo para ir a por ella.
Un mundo nuevo es muy distinto de sus dos antecesores. Al principio de la lectura, como siempre narrada en primera persona por nuestra protagonista, nos encontramos con una E ve empalidecida casi irreconocible, como un fantasma que vaga de un lugar a otro abatido. La fuerza con la que la vimos luchar se ha esfumado, y solo queda rabia por su padre y todo su séquito.
Las primeras cien páginas me han parecido insustanciales, muy por debajo del nivel al que nos tiene acostumbrados Anna Carey. Por suerte, una vez que hemos pasado estas páginas, nos adentramos en la verdadera historia, empezamos a sentir la fuerza de Eve que poco a poco se va recobrando, aunque es muy difícil ya que en el transcurso de la historia algunos personajes perderán la vida.
Nuevos personajes se incorporan a la historia, pero su importancia se ve mermada y aunque están bien definidos no llegamos a profundizar demasiado en ellos, ya que apenas se intercambian un par de diálogos.
Cada uno hace frente como puede a lo que le toca vivir [...] Tal vez todo cuanto hace una persona no es suficiente. Quizá yo no hice lo suficiente.
La acción está presente en la segunda parte del libro, y en alguna ocasión se nos saldrá el corazón del pecho, sintiéndonos tan nerviosos como la propia Eve. Las páginas se pasan volando, deseando saber qué ocurre. Sin embargo, la autora no profundiza en las reacciones y sentimientos de Eve, y he notado que con alguna de las pérdidas de algún personaje se dedicaba escaso espacio a describirlo o a contar algo más, cosa que me ha disgustado enormemente.
Un mundo nuevo comparte con su primera parte ese ritmo frenético al que nos mantiene sometidos la autora, en el que cada hecho tiene gran importancia pero no se detiene en pequeñeces. El problema con este libro es que me ha faltado más. No le veo ningún defecto importante a lo que está escrito, pero me gustaría que hubiese algo más escrito.
El final no es precisamente precipitado, pero la autora escatima en explicaciones y los hechos que son trascendentales los trata como si estuviese hablando de algo sin importancia. Parte de lo que ocurre es predecible, y he quedado satisfecha respecto a ello, sin embargo en las últimas páginas ocurre algo que en parte había esperado, pero no tan tarde. El libro se cierra con un diálogo: tres palabras pronunciadas por Eve que me han dejado sorprendida, sobre todo por lo abierto que deja las cosas.