No sabía mucho sobre esta novela y tenía unas ganas tremendas de leerla, de darle vueltas a sus páginas y desmigajar lo que se escondía tras esta sinopsis tan austera y condenada a la decepción. Porque sí, cuando leí esta sinopsis solo pude pensar en que era otra novela romántica situada en un mundo envidiable y desaprovechado; si vas a la sinopsis original se extrae un poco más de información y eso sí que me llamaba la atención. Aún con mis dudas, tras darle mil vueltas, cedía a lo inevitable. Puesto que en el fondo ya había decidido descubrir quienes eran Laia y Elias, ya había decidido encontrarme con ellos, con su historia y con su periplo.
Me encontré primero con Laia, mirando de soslayo como su hermano Darin se cuela a altas horas de la madrugada en casa, a escondidas de sus abuelos. Ella no reúne el valor suficiente para hacer las preguntas adecuadas hasta que el tiempo que creía tener para descubrir más sobre su misteriosa actitud se acaba. Como también se acaba su tiempo para disfrutar del tedio cotidiano con su abuela o de la mano firme y la mirada llena de temple de su abuelo. Como tampoco le dio tiempo a disfrutar de sus padres. Todo porque el Imperio Marcial decidió conquistar su tierra, porque los académicos no tenían conocimientos bélicos suficientes y porque el Imperio posee a Risco Negro, una institución que genera asesinos de élite con los que expandir el Imperio. Todo porque Laia no era valiente, ni fuerte.
Después de perderlo todo, solo le queda una opción, acudir a la Resistencia Académica e intentar salvar a Darin de la prisión donde le tienen sometido. Solo puede aceptar sus condiciones de convertirse en una espía y encarar al ser más peligroso del Imperio Marcial.Y pronto llegó Elias, entre las lagrimas de Laia, los capítulos se intercalaban dejando florecer su frustración, su odio al Imperio Marcial, su negativa a convertirse en un mascara de pleno derecho, su rechazo a su familia, su inconformidad con su sociedad y la sed de sangre que la mueve.Por supuesto, un texto narrado a dos voces me resultó de lo más ameno. La puesta en escena de la historia: el pueblo de los académicos conquistado y reprimido hasta no poder aspirar a la libertad de conocimiento, el Imperio Marcial entrenando asesinos desde niños hasta la edad adulta, la resistencia planeando cómo derrotar al Imperio sin acercarse si quiera a la posibilidad… Todos estos planteamientos como punto de partida me resultaron agradables, me animaron a meterme en las páginas, a sumergirme en la historia y a quedar enganchada.Con dos protagonistas llevando sus respectivas riendas es fácil tomar partido por uno u otro, pero en mi caso no hubo opción, tenía que disfrutar de Elias y su parte de la historia. Los capítulos intercalan a los narradores, son bastante ágiles e intentan retener la atención del lector con denodada frecuencia. Sin embargo hay una clara diferencia entre los dos personajes, aunque ambos están muy bien trabajados y eso se puede intuir solo con los sentimientos que despiertan, me resultó demasiado sencillo tomar partido con Elias y obviar todo lo posible a Laia.La parte del relato que corresponde a Laia está plagada de auto-compasión y de actitudes pusilánimes, su historia está edulcorada, el ritmo es pausado, la trama se tiñe de inconsecuencia y, en general, el relato queda forzado. Todo queda dominado por el romance y la inseguridad, cualquier iniciativa o arrojo es desconcertante en un personaje que apenas evoluciona a lo largo de la novela y cuando finalmente avanza también parece forzado.Elias, sin embargo, maneja la narración con un ritmo frenético, plagado de crueldad expuesta y una ambientación mucho más interesante que la de su compañera narradora. Bajo su tutela queda la acción, el misterio, la tensión y gran parte, si no toda, la carga de desarrollo de la trama en la novela. Las leyendas, los mitos, las extravagancias sociales, las conspiraciones y toda la temeridad y sangre están en su lado de la novela.Cada parte se desarrolla con un ritmo e intensidad propios que convergen hacia el final de la novela, un desarrollo de los acontecimientos que dejan el final envuelto en un aura forzada que no termina de encajar con las expectativas que promueve el propio relato.La novela plantea una trama general bastante ambiciosa que afecta a todo el Imperio Marcial, sin embargo todo hecho determinante acontece en un rincón casi marginado de dicho imperio, como si expandir demasiado los detalles del mundo en que está situada la acción fuera contraproducente. La resistencia nace de una población esclavizada, a la que se le ha prohibido la lectura y la educación, su fundación y convicción son endebles y su papel en la trama puede resultar ficticio.El hecho de que la ambientación esté tan poco detallada hace que el lector quede a ciegas de cara a nuevas entregas, porque apenas se da a conocer el mundo y algunos personajes parecen reutilizados porque mantienen siempre el mismo patrón.Afortunadamente se puede calificar esta novela de adictiva, me mantenía pegada a las páginas a pesar del tedio que me producían ciertos fragmentos. Tiene una acción contundente y planta muchas semillas que deben ser recolectadas. Tiene un planteamiento de lo más embriagador y disfrutable, así que queda esperar a próximas entregas para ver si la autora ha ido corrigiendo esos fallos que rebajan el potencial de la serie. Porque potencial tiene mucho, y espero que lo explore.