Con la lectura de Una rosa sola de Muriel Barbery he vivido y sentido la gran aventura que entraña salir de nosotros mismos aprendiendo a vivir con nuestros muertos, admitiendo que todos están y estarán en nuestra vida, pero sin pena ni dolor.
La ficha técnica del libro la podéis consultar en la página web de Planetadelibros.
Argumento
Rose, una botánica de 40 años, viaja por primera vez en su vida a Japón para conocer el testamento de su padre, un hombre al que nunca conoció. Solitaria y distante, con el paso de los años se ha cerrado a la vida.En Kioto es recibida en la casa tradicional de su padre y conoce a Paul, un belga de su edad que trabajó con él durante años. Rose está en tensión por toda la situación y su comportamiento es exasperante, pero pronto Paul y Rose comenzarán a reconocer sus fragilidades. Mientras Rose comprende poco a poco quién era su padre, cuánto la amaba y que se limitó a respetar el deseo de la madre de Rose de no intervenir nunca en sus vidas, descubrirá también la belleza de la cultura japonesa y se abrirá de nuevo a la alegría del amor.Sabemos que existen soledades forzosas y soledades deseadas, y sabemos que es difícil salir de ambas soledades, el esfuerzo que se requiere para salir de uno mismo y aprender a contactar con los demás es enorme, pero Rose lo realiza en su caminar por Kioto compartiendo y enriqueciéndonos de relaciones inesperadas (algunas buscadas y otras casuales). Si reflexionamos un poquito sobre esto creo que todos recordaremos lo difícil que nos ha resultado abandonar en ciertos momentos de nuestras vidas a nuestras amadas u odiadas soledades para vivir grandes momentos de encuentros con personas, encuentros que hoy pueden ser presenciales o a través de redes sociales. Encuentros todos que nos recompensan en la vida.
Amor, dinero, paz... serán algunas de las recompensas que logra Rose por su apertura a los demás, por su transformación personal.Amor, Rose vive una historia de amor al más puro estilo tradicional sin grandes sorpresas emotivas, un amor romántico. Y yo intuyo que con esta historia de amor lo que pretende la autora es hacernos ver que por muy cambiante que sea el mundo, antes, ahora y siempre lo que nos queda dentro es nuestra esencia y nuestra humanidad: la soledad, la amistad, el encuentro, el arte, la comida, el amor... y no nos engañemos, estos temas son universales.He disfrutado mucho de la cultura japonesa y Muriel Barbery sabe deslumbrar al lector con la belleza de esta pequeña parte del país sin hacernos olvidar que no todo es armonía, luz, color, tranquilidad... Rose observa que hay otro Japón que no le gusta y con el que también hay que vivir. Nos hace ver la belleza japonesa como una auténtica manifestación de arte, tan singular que al descubrirla podría cambiar nuestra mirada hacia el mundo y hacia nosotros mismos.«Había dejado de llover. Rose tomó conciencia del silencio que reinaba, un silencio horizontal, puro e incompresible; no tiene sentido, pensó. Sin embargo, ese silencio planeaba sobre los caminos, sentía que sus caderas lo hendían al andar, que formaba un manto de ondas invisibles entre la piedra y el aire. A un lado y otro de camino había muros, tejados grises y jardines que se entreveían por los pórticos de madera. Trató de recordar que era más que una marioneta movida por la voluntad de un muerto, pero el silencio del lugar goteaba sobre ella, la extraviaba en pensamientos inéditos. Se detuvieron en la entrada de un templo. a la derecha, sobre un cartel de madera, leyó: KOTO-IN. Enfrente, bordeando un corto camino adoquinado, había unas barandillas de bambú y unos pinos delante de unos muros color ocre; al fondo a la izquierda se arqueaba un gran pórtico coronado por tejas grises: de lo que a todas luces parecía una antecámara nacía una sensación de frontera, una fragancia de otro mundo».La narración de Muriel Barbery está impregnada de Japón y el resultado es una delicada y bella escritura que intercala en la construcción del relato pequeñas parábolas que forman parte de la sabiduría del país, y con esto y con la abundancia de flores la autora exhibe la transformación de Rose.Recomiendo leer Una rosa sola de Muriel Barbery para pasear por Kioto y conocer un íntimo camino por la ciudad, un pasear espiritual para abandonar la soledad y recibir al amor.Muriel Barbery nació en Casablanca en 1969. Estudió en la Escuela Normal Superior de Fontenay-Saint-Cloud y obtuvo su agrégation en Filosofía en 1993. Fue profesora de Filosofía en la Universidad de Borgoña, en un instituto y en la escuela de profesores de Saint-Lô. Obtuvo una beca de residencia para la Villa Kujoyama, en Kioto, ciudad en la que residió dos años. Es autora de Rapsodia Gourmet (2000; Seix Barral, 2010), galardonada con el Premio Meilleur Livre de Littérature Gourmande, La elegancia del erizo (2006; Seix Barral, 2007), un éxito internacional que obtuvo el Premio de los Libreros Franceses y fue adaptada libremente al cine, La vida de los elfos (Seix Barral, 2015) y Un país extraño (Seix Barral, 2019).
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