“Cuando empieza a tejer, se la juega, tira su hilo y allá va, es un salto al vacío. El salto de la araña.
No sabe lo que se encontrará, si va a ser o no un buen lugar para atrapar a sus presas o vendrá otro animal a rompérsela; lo hace porque no tiene más remedio.
Es su instinto. Pura supervivencia."
“Un matojo se ha movido y ha aparecido un zorro. Me ha mirado desafiante, inmóvil. Como yo. Los dos muertos de miedo. Yo con la cabellera negra revuelta por tanta noche; él con el pelaje naranja descarado. Puede que sea una hembra. ¿Una zorra, debería decir? Putas connotaciones testosterónicas.
Zorra, vulpécula, raposa. Puede que sea una raposa preñada. Me miraba como si quisiera decirme algo y no supiera cómo. Yo le he gritado, ¡Ven!, y ha huido sin dudarlo.”"EL SALTO DE LA ARAÑA"
Tenía en mente esta lectura casi desde que se publicó y comenzó el boca a boca, desde que esta escritora y jueza catalana (Barcelona, 1965) ganó con ella el "Premio de Letras del Mediterráneo" de la Diputación de Castellón en 2020 a la mejor novela negra.
Un comienzo trepidante, de esos que ya te enganchan irremediablemente, que no te sueltan, un comienzo por el final en una especie de prólogo: la policía que llega a una casa de Vilafamés (un pueblo de Castellón) un día de agosto de 2018. Algo muy grave ha ocurrido. Desde fuera ya se oyen los gritos y los lamentos de una mujer, de Alba, y dentro, juguetes y ropa infantil por todas partes, además, un niño de cinco años, Kevin, llorando agarrado fuertemente a su peluche y un hombre sentado en una cama que intenta escapar. Es Javier, al que se llevan preso acusado de asesinato. También se llevan presa a Alba. Te preguntas, ¿qué crimen habrán cometido estos dos?
No sabemos quién es la víctima ni que ha pasado, ni lo sabremos hasta el final, cuando, un año después, con el juicio a las puertas, Javi escribe en su libreta y nos cuenta capítulo a capítulo como se ha llegado hasta esa situación, como se llegó a la inevitable tragedia. Y nos lo cuenta desde el comienzo, aunque él en realidad no tiene claro cuando y en qué momento empezó a torcerse todo, cuando fue que Alba y él quedaron enredados en esa tupida tela de araña que les deparó la vida.
Tal vez fue cuando nació Kevin. No, miento. Esa fue una época feliz, a pesar de que nos pilló de sorpresa. Alba acababa de cumplir los dieciocho y yo iba para los veintiuno. Éramos muy jóvenes y los dos estábamos locos el uno por el otro.
Solo tenemos la versión de Javier (cuando la he terminado, he pensado que hubiera estado genial conocer también la versión de Alba, meternos en su cabeza y en su piel), a través de sus palabras, de sus sentimientos, conoceremos los entresijos de la tormentosa y tóxica relación de esta pareja desde que se conocieron y enamoraron, demasiado jóvenes y cómo se vieron sobrepasados por las responsabilidades y el cambio de vida que supone tener un hijo.
He disfrutado mucho esta novela negra corta, con poco más de doscientas páginas que he leído rápido, de forma ansiosa y eso que en ella no hay crímenes sangrientos ni espeluznantes, no hay violencia, detectives, ni policías. Graziella Moreno nos cuenta la historia de una pareja corriente, con una base que es real como la vida misma, con buenos personajes y una buena trama muy bien hilada y resuelta. Resumiendo: "El salto de la araña" es una novela que habla sobre las malas decisiones, sobre el mal camino que se puede tomar en un momento determinado y la ausencia de vuelta a atrás y sobre las relaciones de pareja dependientes, obsesivas, tóxicas que pueden llevarte a la perdición.
Cuando lo has perdido todo, solo te queda volver la vista atrás.
"SOLA"
Esta es la primera novela de Carlota Gurt, una autora y traductora catalana (Barcelona, 1976), que ya publicó un libro de cuentos en 2019, “Cabalgar toda la noche” con el que ganó el "Premio Mercè Rodoreda" ese mismo año. “Sola” (Libros del Asteroide, 2021) está inspirada en una novela de 1909, “Solitud” (“Soledad”), de Caterina Albert (otra escritora catalana, que en sus comienzos escribía con el seudónimo de Victor Catalá). Carlota Gurt considera su obra como una especie de versión libre de la misma y reconoce haber tomado prestado de ella la estructura y algunos de los personajes.
Aquí nos encontramos con Mei, una mujer de poco más de cuarenta años que pretende aislarse del mundo para intentar escribir por fin su libro, el libro que tiene en mente desde hace tiempo. Aprovechando que la acaban de echar de su trabajo y que su vida de pareja tampoco es que esté pasando por sus mejores momentos, decide poner un poco de distancia en la relación, y alquilar ella sola durante unos meses, la masía que antes era de su familia y en la que vivió de pequeña con sus padres, una masía en medio del bosque. Ella solo busca tranquilidad, paz mental para dedicarse a escribir, aunque en realidad sola sola tampoco es que esté, porque Mei no tiene más remedio que relacionarse con algunos de los pocos habitantes del pueblo: su casero Manel, un hombre bruto, chapucero e inquietante y Flavio, un apicultor y vecino cercano, que encarna la esperanza de volverse a enamorar, o la desesperanza, según como se mire.
Durante su estancia allí, le suceden cosas, algunas buenas, otras muy malas, ese tipo de cosas que te obligan a reflexionar sobre la vida. Narrada por ella en primera persona, establece una especie de cuenta atrás de 185 días, que nos engancha e incita a averiguar que hay al final del trayecto, cómo acabará todo. A lo largo de esos 185 días, Mei escribe, sufre, conecta con el bosque, habla con la raposa que viene a visitarla, intenta superar su drama personal, subsiste como puede sin dejarse ayudar, sola, se siente ridícula y Mei se rebela, se transforma, porque al fin y al cabo y como asegura Carlota Gurt, "La soledad no es inocua y te puede expulsar del mundo"
Las semanas se amontonan como la leña bajo el cobertizo. Atizo la hoguera de los días con ramitas de palabras secas y páginas muertas.
La trama, aunque habla sobre todo de la soledad, también toca otros temas interesantes como la libertad y el precio a pagar por conseguirla, el hastío en las parejas que llevan años juntas, las complicadas relaciones entre madres e hijas, la maternidad desde el punto de vista de las hijas, de las madres, de la no-maternidad. Y, además, no se centra solo en una única soledad, sino que engloba un poco a todas las soledades de la vida desde todas las perspectivas, porque según Carlota Gurt "las soledades de la vida son muchas, desde las de los padres, la pareja o los amigos"
Me ha sorprendido mucho la prosa de esta autora, exquisita, firme, potente, y me ha encantado descubrir esta novela escrita con ese tono de ironía y de desprecio que le imprime a la voz de la protagonista, hacia sí misma, hacia la vida, hacia los que solo pretenden ayudarla. “Sola es una novela de corte “rural” que me ha recordado un poco a “Un amor” de Sara Mesa (aprovecho para volver a recomendárosla si es que no la habéis leído ya).
Después de tantos años juntos, conocemos nuestras flaquezas. Nos hemos hecho amigos de las ratazas que habitan dentro del otro, de vez en cuando las obligamos a tumbarse en el diván y a vomitar todas las porquerías que se han tragado: pedazos colosales de vida que han recogido en las cloacas del alma.
El final, además de inesperado y perturbador, es original y yo diría que delirante. Es curioso como al terminarla te queda la sensación de que la novela es muy sexual, pero al mismo tiempo sabes que en ella no hay nada de sexo. De hecho, la propia autora dice que su libro tiene “algo de alucinación erótica”. Yo también lo creo.
Resumiendo: "Sola" es la historia de un descenso a los infiernos, de una caída por un precipicio que parece no tener fondo y la lucha por resurgir, por renacer con más fuerza, una novela que nos muestra cómo, a pesar de estar siempre rodeados de gente, en verdad estamos solos.
Cualquier excusa es buena para nutrirme de bosque hasta intoxicarme.Las dos novelas me han gustado. Os las recomiendo. Mi nota es la máxima para ambas: