“Ser humano en un mundo de vampiros es tan seguro como follar con una puta barata sin condón“. Con esta frase tan elocuente de uno de los protagonistas de la peli se define a la perfección lo que es el argumento de la misma. Y es que chavales, aprovechando que en este puente de Halloween las mozas sanas y castizas se disfrazan de vampiresas (con escotazo incluido), yo hice mi homenaje a estos desagradables seres viéndome esta peli que tenía por ahí pendiente.
Sin embargo, todo parece al borde del caos cuando las escasas reservas de humanos para el abastecimiento de sangre son insuficientes y están a punto de llegar a su fin. Si a esto le unimos el descubrimiento por parte de los científicos vampiros de que la falta de alimento les hará involucionar en infraseres incapaces de razonar y movidos por sus más bajos instintos, os podéis imaginar lo chungo que será el conservar la condición de ser humano en un mundo donde ya no estás en la cima de la cadena alimenticia.
Aquí es donde entra en juego la labor del protagonista (Ethan Hawke), en el papel de un científico que trata de crear un sustituto de la sangre para, por un lado evitar el caos ante el agotamiento de las reservas de sangre, y por otro, impedir la extinción de los humanos y acabar con su esclavitud. Sin embargo, pronto encontrará algo mejor que eso: una cura que puede revertir esa plaga y devolver a los vampiros a su anterior condición humana.
En definitiva, una película que sin ser nada del otro mundo resulta bastante entretenida de ver, sobre todo si eres dado a la temática vampírica. Además tiene algún que otro ligero toque pseudo-gore que hará las delicias de la gente más morbosa que piensa que los vampiros no se deben andar con un simple mordisquito a la hora de beber la sangre de un humano. Lo único es que el final, a mí personalmente, me dejó un pelín frío y parece que la cosa queda abierta para seguir explayándose en una segunda parte.
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