Qué extraños y fascinantes me resultan los japoneses. Como sociedad, creo que son lo más cercano a una cultura alienígena tecnológicamente avanzada que puedo imaginar. Sus códigos narrativos, visuales y, sobre todo, emocionales, distan tanto de los conceptos que cotidianamente manejamos en España, que intentar comprender totalmente sus intenciones me resulta a veces una tarea verdaderamente complicada. Soy de la opinión, por ejemplo, de que es virtualmente imposible traducir el japonés al castellano sin perder gran parte de los matices que cada uno de sus kanjis conlleva. Del mismo modo, el registro interpretativo de los actores y actrices japoneses resulta a veces críptico y hierático o, al contrario, cómicamente afectado, porque su propio lenguaje facial y corporal difiere notablemente del nuestro. Con todo, no son las grandes aventuras épicas o las historias fantásticas las más difíciles de entender bajo el prisma occidental, sino los pequeños dramas costumbristas, aquéllos que recrean el día a día de la sociedad nipona.
A este ámbito pertenece precisamente “Kiseki (Milagro)”, el último largometraje del realizador Hirokazu Kore-eda (responsable de títulos como “Still walking” o “Air doll”). El film, cortado por el patrón de la experiencia iniciática infantil, presenta a dos hermanos, Koichi, de 12 años, y Ryosuke, de 10, que viven alejados el uno del otro desde la separación de sus padres. Koichi se ha mudado con su madre y la familia de ésta a Kagoshima, una ciudad asentada al lado del volcán Sakurajima (que expulsa cenizas a la atmósfera constantemente). Ryosuke, por su parte, se ha ido a vivir con su padre y los compañeros de éste (miembros todos de una banda de rock sin éxito) a Hakata. La noticia de la inauguración del nuevo tren bala entre Kagoshima y Hakata traerá consigo el nacimiento de una leyenda urbana: si uno presencia el momento exacto en que el tren que parte de Kagoshima y el tren que arranca desde Hakata se cruzan a medio camino, podrá pedir un deseo que se hará realidad. Convencido de que ésta es la única manera de reunir a su familia y así volver a vivir con su añorado hermano menor, Koichi planeará con sus amigos un viaje al lugar donde confía en que se produzca el milagro que tanto desea.
Más allá de este argumento intencionadamente naïf, “Kiseki” es una película en la que prima el gusto por el detalle: el análisis minucioso que Kore-eda hace de cada pequeño momento que compone la totalidad de una vida. El director asienta su propuesta en un reparto sólido en el que los niños protagonistas deslumbran con su espontaneidad y convicción, así como en una banda sonora marcadamente pop compuesta para la ocasión por el músico Shigeru Kishida (cantante y guitarrista del grupo de rock alternativo Quruli).
Al respecto, es importante destacar que Kishida comenzó a trabajar en la música para “Kiseki” tras ver un primer montaje de la película, más extenso que la segunda versión que Kore-eda le presentó un tiempo después. Este nuevo corte desagradó a Kishida, que recomendó al director que volviese a la versión anterior, la que finalmente podremos ver en cines. Y aquí es donde yo encuentro el principal problema de un film que habría resultado mucho más redondo si hubiese rondado los 90 minutos de duración: “Kiseki” es una película especialmente larga para lo que pretende contar, con personajes que se presentan con cierto detalle para luego no tener mayor relevancia en la trama (como el profesor de Koichi) y más de dos horas de desarrollo que terminan produciendo cierto cansancio en el espectador.
Es este ligero sopor el que termina por descompensar un film que deja por el camino muy buenas intenciones y algún que otro momento realmente conmovedor. “Kiseki” propone una mirada adulta, realista ¿y optimista? al mundo de la infancia, y en lugar de reflejar los matices que hacen de nuestras respectivas sensibilidades, la japonesa y la española, dos realidades aparentemente irreconciliables, ahonda en aquellos aspectos que tenemos en común a pesar de nuestras muchas diferencias.
(“Kiseki” se estrena mañana viernes en los cines españoles)