Hasta hace bien poquito pensaba que John Carter era aquel criajo que salía en Oliver y Benji, que jugaba en el New Team y que tenía un diente chungo a la virulé. Sin embargo, poco después caí en la cuenta de que ese era Ted Carter y que John no tenía nada que ver con él. Y es que para todo aquel que no tenga el gustazo de conocerle diremos que se trata de un personaje de ficción creado por el gran Edgar Rice Burroughs (quien a muchos os sonará más por ser el creador de Tarzán).
A modo de culturilla general os diremos también que John Carter apareció por primera vez en capítulos por entregas de una famosa revista llamada All Story Weekly, publicados en 1912 con el título de “Under the Moons of Mars”. Con el tiempo pasó a llamarse “Una Princesa de Marte” y varios años después se publicó en forma de novela. De esta manera, el film es una adaptación de ésta, la cual está considerada como pilar básico de la ciencia-ficción moderna.
Este largometraje nos pone en el pellejo de un veterano de la Guerra Civil norteamericana llamado John Carter (interpretado por Taylor Kitsch), quien por una serie de vicisitudes viajará inexplicablemente hasta Marte y se verá envuelto en un conflicto entre algunas de las razas del planeta. Salta a la vista que el hilo argumental del film no es otro que el de un protagonista que de buenas a primeras se ve en medio de un conflicto que ni le va ni le viene, pero al final acabará posicionándose en favor de uno de los bandos contendientes cuando empiece a zorretear con la bella Princesa Dejah Thoris (Lynn Collins).
A colación de todo esto merece la pena incidir en el hecho comentado antes de que el personaje de John Carter es el pilar básico de la ciencia-ficción moderna, pues realmente resulta llamativo ver cómo este film tiene elementos que recuerdan muy mucho a largometrajes como Avatar, El Planeta de los Simios, La Guerra de las Galaxias, Conan, Flash Gordon, étc… (por citar sólo unos pocos). Y es que viendo esta película que adapta esa novela antes mencionada de principios de siglo uno se da cuenta de que John Carter ciertamente ha inspirado a multitud de obras de fantasía y a gran parte de la ciencia ficción moderna.
Y precisamente sea debido a ello donde radica el motivo por el que este largometraje me ha dejado bastante indiferente y no ha acabado de convencerme, porque todo lo que en él acontece estamos hartos de verlo en todos esos clásicos más actuales, y al final de la misma resulta todo demasiado manido, previsible y visto hasta la saciedad. Puede que este razonamiento resulte un poco injusto si tenemos en cuenta de que para muchos John Carter es el “primer héroe espacial del mundo”, pero hoy por hoy los espectadores estamos más que saturados de ver a héroes y a aventureros inspirados en Carter realizando gestas muy similares.
Tampoco me entendáis mal y penséis que quiero quitar la “ilu” a todos esos jovenzuelos que tengan pensado ir a verla. El film hará las delicias de todo aquel que quiera pasar casi dos horas viendo mundos fantásticos, razas alienígenas formidables, monstruosidades la mar de feuchas, tiranos malísimos y por encima de todos ellos un héroe desempeñando el papel de “el elegido” para una ardua labor. Eso sí, el film peca un poco de falto de acción para mi gusto, sobre todo en la epicidad de su batalla final, que sirve de colofón bastante discretito.
En definitiva, John Carter es un film aventurero carente de sorpresas que a mí personalmente no ha acabado de agradarme. Es más, creo que he disfrutado más con los compases iniciales en plan western puro y duro que con la parte del metraje que se centra de lleno en la ciencia-ficción. Y es que supongo que a estas alturas estoy ya demasiado saturado de héroes destinados a desempeñar papeles épicos en mundos a los que no pertenecen. Por cierto, el malo era Pepe con pelo…