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Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

Publicado el 27 junio 2011 por Juancarbar

Aunque nunca se me ocurriría calificarla como “buen cine”, reconozco que me lo pasé como un enano viendo “Transformers” cuando se estrenó en nuestro país en el cada vez más lejano año 2007. Tal vez se trate de uno de mis mayores “guilty pleasures” cinematográficos, siendo más que probable que ello se deba a que pasé la mitad de mi infancia enganchado a la serie de dibujos animados protagonizada por autobots y decepticons. Ya se sabe que la nostalgia es un terreno cenagoso a la hora de hacer valoraciones objetivas.

Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

Su secuela, subtitulada “La venganza de los caídos” y estrenada en el verano de 2009, era básicamente la misma película pero con un mayor despliegue pirotécnico y un guión todavía más rácano e infantil. Pasada la novedad de ver en movimiento a los robots automovilísticos que me habían alegrado aquellas añoradas tardes de pan con nocilla, esta segunda parte me pareció desalmada, reiterativa y sencillamente tonta. Pero funcionó espectacularmente bien en taquilla, por lo que los responsables cinematográficos de la franquicia, el productor Steven Spielberg y el realizador Michael Bay, decidieron que lo mejor sería cerrar la saga con una tercera entrega que pusiese punto y ¿final? a las hazañas terrícolas de Optimus Prime y compañía.

Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

Así pues, los autobots regresan puntualmente a las salas de medio mundo tras otros dos años de rodaje y post-producción (ignoro cuánto de ese tiempo se ha dedicado a la escritura del guión, pero apuesto a que no ha sido demasiado). No nos engañemos, quien pase por taquilla para ver “Transformers: el lado oscuro de la luna” debería tener a estas alturas una idea bastante clara de lo que puede aguardarle en los siguientes 160 minutos de proyección: la mayor y más cara película porno de la historia. Porque “Transformers” es, en efecto, una trilogía pornográfica de destrucción masiva.

Nada importan aquí las motivaciones de los personajes, sus relaciones interpersonales o las razones dramáticas que los mueven a la acción. El guión de “Transformers: el lado oscuro de la luna” es la excusa argumental bobalicona (tanto como un fontanero cachas que acude a arreglar el desagüe del fregadero de Jenna Jameson) que da paso al único objetivo del film: las explosiones. En esta película todo es susceptible de estallar en mil pedazos, desde la Torre Trump de Chicago hasta las pestañas postizas de Rosie Huntington-Whitely, pieza de recambio (me niego a llamarla actriz) de la neumática Megan Fox, excluida de esta última entrega por sus roces en plató con Bay y Spielberg.

Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

Absolutamente todo se reduce en la película a la hueca espectacularidad de las imágenes filmadas por el director de “Pearl Harbor”, convenientemente post-producidas por un equipo de efectos especiales que se merece todas las alabanzas posibles. Los robots son, como ya ocurría en las entregas anteriores, los protagonistas absolutos de la cinta. Sorprende, entonces, que para “El lado oscura de la luna” se hayan añadido algunos nombres importantes al elenco actoral: Frances McDormand, John Malkovich y Patrick Dempsey se suman a los habituales Shia LaBeouf, Josh Duhamel, Tyrese Gibson y John Turturro (sospecho que los cheques que firma Spielberg tienen muchos más ceros que los expedidos por los hermanos Cohen) para completar un reparto del que, dadas las circunstancias, podría haberse prescindido sin que la película se resintiese lo más mínimo. Sus líneas de guión no hacen sino entorpecer la mastodóntica orgía destructiva rodada con movimientos de cámara abigarrados y exhibicionistas, seña de identidad de Michael Bay. Es decir, que en “Transformers: el lado oscuro de la luna” los humanos molestan.

Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

Es tan necesario reconocerle a Bay el mérito de saber facturar planos de una potencia visual incontestable como lamentar su absoluta incapacidad para vertebrar un discurso cinematográfico comprensible. El montaje frenético, el uso atronador de los efectos de sonido y la notable estereoscopia (introducida por primera vez en la franquicia) no hacen sino subrayar el apocalítico horror vacui que satura cada plano de la última hora de metraje, clímax interminable para una película tan frenética y agotadora como racista, militarista y ridículamente patriótica.

Los títulos de crédito al ritmo del “Iridiscent” de Linkin Park se convierten finalmente en un alivio: hora de quitarse las gafas de 3-D, salir a la calle y comprar una caja de aspirinas en la farmacia más cercana.

Reseñas cine: “Transformers: el lado oscuro de la luna”

(“Transformers: el lado oscuro de la luna” se estrena mundialmente el 29 de junio).


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