Tenía una cuenta pendiente con este manga. En concreto desde el último Expocómic. Hablando en el stand de Ponent Mon, me recomendaron que leyera el primer tomo. Mis reticencias ante el sentido de la lectura (ya me explicaron el por qué) y a gastar unos euros mas de lo normal en algo que no sabía ni como iba a funcionar, hicieron que aquello fuera un tira y afloja en el que acabé cediendo. Mi promesa de que lo leería rápido se diluyó…hasta ahora.
El nombre de Kazuo Umezz no me decía nada. Si, soy un ignorante del manga, un tipo de cómic al que nunca le he llegado a coger el gustillo. La clave en mi caso está en mi presupuesto que se dispararía con esos pequeños tomos. Ya sabemos que eso no es excusa, porque uno puede seleccionar mas y dejar un hueco a “experimentar”, pero ya sabemos que uno se hace perezoso y remolón y termina por buscar lo que conoce y dejar para otro mes eso que finalmente nunca compras. Pero estábamos hablando de Kazou Umezz; Este autor aparece como uno de los mas influyentes del género de terror y del manga en general, teniendo su mayor producción en los años setenta y ochenta. Su Aula a la Deriva aparece entre 1972 y 1974 en la revista Shonen Shunday, aunque nosotros leeremos la reciente reedición de 2007 de Shogakukan. Seis volúmenes de los que, desgraciadamente, solo he podido leer el primero.
Pero, ¿De qué trata Aula a la Deriva?
No, no hablamos de una clase cualquiera de la ESO en España. Aunque el título también les podría valer. En este caso, Aula a la Deriva debería haberse llamado “Colegio a la Deriva”. El por qué del nombre lo sabemos a las pocas páginas: Un colegio entero desaparece. Lo que iba a ser una mañana mas para alumnos, profesores y padres, se convierte en el comienzo de un relato de terro al estilo japonés, donde lo desconocido y la sensación de estar en vilo son su sello de identidad. Tan alejado de las producciones americanas que termina por crearnos mas miedo en Occidente que los Freddy, Jason y demás personajes que pueblan las pantallas buscando sobresaltos y emociones fuertes. En Aula a la Deriva, tenemos esa sensación de terror del que desconoce qué está pasando.
Lo mejor está en la forma de llevar la historia. Con un protagonista, Sho, un chico de sexto de primaria pasa de ser un niño mimado al que su madre le pide crecer, a estar perdido junto al resto del colegio. Desde el momento en el que vemos la desesperación de la madre al ver que el colegio ya no está donde se suponía, el relato se torna duro, cruel y desalentador. Umezz nos muestra las reacciones de adultos y niños, desde la sorpresa al miedo o la desesperación. Todo bajo la influencia de ese desconocimiento de lo que ha ocurrido, aunque poco a poco Umezz va dando algo de luz con pequeños datos, pocos pero suficientes para entender la magnitud de lo ocurrido. Eso no quita nada al relato de terror, sino que se va conformando de forma verosimil y con una “normalidad” que asusta.
Termina el tomo con la sensación de que hice mal en dejarlo tantos meses sin leer.