La obra magna de los hermanos Jaime y Gilbert Hernández, Locas y Palomar respectivamente, comenzó a publicarse serializada en la revista Love and Rockets y más tarde ha sido recopilada independientemente en libros por Fantagraphics en USA y La Cúpula en España. Ambas caras de la moneda se complementan y forman un microcosmos que cuenta la experiencia del colectivo hispano. Pero sus vicisitudes pueden ser extrapoladas a cualquier lugar y cualquier sociedad. Sus caracteres y tramas, como en todas las grandes obras, son universales. Mientras que Locas, de Jaime, muestra la vida de los chicanos que dejaron su tierra y se marcharon a vivir en los suburbios de los Estados Unidos, Palomar, de Beto, cuenta la historia de aquellos que se quedaron, los mexicanos que luchan por la dignidad y la supervivencia entre la pobreza en el pueblo ficticio de Palomar.
En ambos casos lo que en realidad se presenta es una sociedad urbana versus una sociedad rural, con sus jovenes, sus niños, sus ancianos, sus relaciones, sus problemas y sus sueños. Su día a día. Lo cierto es que no importa dónde sucede, ni importa el color del personaje ni su sexo. Esos personajes somos usted y yo. Los hermanos Hernández refieren pequeñas historias en las que muchas veces da la impresión de que apenas pasa nada. Son pequeños retazos de vidas cruzadas en los que se relata la cotidianeidad de un colectivo humano moviendose en el tiempo adelante y atrás, recurriendo a flashbacks y acciones paralelas contadas desde diferentes puntos de vista. Una realidad cuasi-mágica guiada por un dibujo brutalmente naturalista. El estilo de ambos hermanos, ligeramente caricaturesco, y tal vez por eso rotundamente realista, cada vez se acerca más parecerse y hacerse intercambiable. Se basa en la línea pura, los entramados a rayas, la mancha en negro en contraste con la vida llena de grises de sus personajes.
![locas3 Reseñas: Locas y Palomar](https://m1.paperblog.com/i/31/315026/resenas-locas-palomar-L-i_44a8.jpeg)
Palomar y Locas se diferencian y a la vez se complementan. Muchas veces se ha comparado esta obra con Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez. La continuidad da saltos en el tiempo, con situaciones que no se sabe si son o no reales, mostrando pasajes inconexos que mucho más tarde revelarán su coherencia y su importancia. Los personajes aparecen y desaparecen. Los vemos primero como adultos, incluso ancianos, más tarde como niños. Probablemente el propio Beto Hernández propició la compararción en un momento de su Palomar con una referencia explícita. No se me ocurre una forma mejor de definir ambas series.
![palomar1 Reseñas: Locas y Palomar](https://m1.paperblog.com/i/31/315026/resenas-locas-palomar-L-UYu38f.jpeg)
“Trata de nosotros, de nuestras vidas (…) es divertido y triste y cálido y cruel, y progresista y loco e inteligente, pero absolutamente brillante”. Y luego, en un rasgo de humor y humildad otro personaje rebate: “Sólo si te gusta la reiteración incesante y la hipérbole infantiloide”. El universo de los hermanos Hernández es una obra que sólo precisa de sumergirse en ella y dejarse arrastrar por personajes inolvidables que maduran, cambian y evolucionan. Podrían ser su grupo de amigos, parte de su familia. Usted mismo.
Fran G. Lara
Fran G. Lara General, Reseñas fantagraphics, la cupula, locas y palomar, love and rockets