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Hell, la opera prima del joven Tim Fehlbaum, cuyo título original es “2016: Das Ende der Nacht” es una cinta de presupuesto más que ajustado desarrollada al amparo de la producción del mítico Roland Emmerich. Sobre el título supuestamente en inglés, el propio Fehlbaum explicaba al público de Sitges en su presentación que HELL en alemán significa luz, iluminado y la verdad es que no encontramos una palabra más apropiada para esta cinta.
Fehlbaum dirige y co-escribe su opera prima, una cinta post-apocalíptica en la línea de películas como “La carretera”, “El libro de Eli” o “Infectados” por citar algún ejemplo reciente que combina de manera hábil e inteligente el survival horror, el futuro distópico y el relato de terror en un contexto puramente fantástico y realista al tiempo. Este jovencísimo director germano aborda el apocalipsis, posiblemente con índole ecologista, con valentía y sentido de la realidad retratando, más allá del puro efectismo, un mundo destruido no solo físicamente, sino ante todo devastado en cuanto a la moral y la ética conocida.
Sus personajes se enfrentan a su supervivencia con objetivos tan sencillos como encontrar agua, gasolina o comida, sin más pretensiones, el resto es accesorio. Ese es el cruel destino de los pocos desafortunados que han tenido la mala suerte de haber sobrevivido. Ante todo se trata de una película de personajes y emociones, un retazo de la vida de personas al azar que arranca en mitad del caos y finaliza dejándolos exactamente en el mismo lugar. No existen las explicaciones del porqué o cómo ocurre la hecatombe, y cierra la cinta con un falso final feliz que nos deja con cara de póker, porque pese a todo, el día a día de los personajes va a continuar siendo una permanente lucha por la supervivencia a pequeña escala de forma mísera y al tiempo brutal. Esta manera de abordar el relato, sin flashbacks, sin acciones excesivamente heroicas, sin efectismos, ni grandilocuencia innecesaria, su sencillez es lo que más nos atrapa. Es como si se tratase de un retazo de documento hallado en el tiempo en el que se ven una serie de cosas acontecidas y punto, sin un antes ni un después.
La puesta en escena ha sido cuidada, tratada con naturalidad y con una fotografía que deslumbra, una iluminación que viene provocada por un sol más que intenso, y así es como se desvela que algo le ha pasado a nuestro planeta, con sutileza y sin tratar de explicarlo todo de forma explícita, porque el sol achicharra la piel con fuertes quemaduras solo con exponerse unos minutos a su caricia. Hay que destacar especialmente el trabajo de Markus Förderer, director de fotografía, responsable de la angustiante atmósfera cálida, asfixiante, árida que transmite de manera contundente el calor, el polvo, la atmosfera irrespirable y el inevitable problema atmosférico que ha debido sufrir el planeta.
Es cierto que la cinta no es nada del otro mundo en cuanto a la historia que plantea, es decir no explica nada nuevo y esto puede llevar a pensar que es una cinta del montón, mediocre o repetitiva, pero sus valores no están depositados en la originalidad de la historia sino en la manera de su tratamiento narrativo, la magnífica dirección, su sutileza y las más que correctas interpretaciones que ayudan al espectador a adentrarse en esta tragedia de dimensiones globales con naturalidad.
Película: Hell. Dirección: Tim Fehlbaum. País: Alemania. Año: 2011.Guión: Tim Fehlbaum, Oliver Kahl y Thomas Woebke. Producción: Gabriele Walther y Thomas Wöbke. Producción ejecutiva: Roland Emmerich. Música: Lorenz Dangel. Fotografía: Markus Förderer. Montaje: Andreas Menn. Duración: 86 min. Género: Ciencia-ficción, terror, thriller. Intérpretes: Hannah Herzsprung, Lars Eidinger, Stipe Erceg, Lisa Vicari, Angela Winkler. Estreno en Alemania: 22 Septiembre 2011